Luque abre la Puerta del Príncipe y salta de órbita
El diestro de Gerena cortó tres orejas a un variado e interesante encierro de El Parralejo que debutó en la plaza de la Maestranza con una corrida de toros
Daniel Luque saliendo por la Puerta del Príncipe. / Arjona - Pagés / Álvaro R. del Moral
Álvaro R. del Moral
Aunque sea a toro pasado hay que contar las cosas como son: el interés de este cartel ayuno de química sólo tenía dos agarraderas. La primera era comprobar el juego del envío de la familia Moya Yoldi, que se estrenaba en la plaza de la Maestranza con una corrida de toros después de pasar todas las reválidas, incluyendo la gran novillada del último San Miguel. Pero había otro foco de indudable interés en torno al excelente momento de Daniel Luque, el torero sobre el que gravitaba la auténtica responsabilidad de un festejo que le ha servido de definitivo trampolín para saltar de órbita después de rescatarse a sí mismo del sótano del toreo.
Luque había llegado para cambiar la moneda. Y eso se palpa desde el primer lance, en la actitud, la colocación, la forma de estar en la plaza y hasta en la que se afronta el paseíllo. El matador de Gerena ya había enseñado esas credenciales con un tercero que no terminó de definirse en los primeros tercios. La lidia fue premiosa, cargada de capotazos, y los hombres de plata pasaron muchas dificultades para dejar los palos. Daniel venía dispuesto a torear y lo hizo con precisión, frescura y sentido de la escena –enseñando su proverbial capacidad- en una faena que tuvo que sortear algunas dificultades. Una de ellas fue el defecto del toro de salir distraído de los muletazos. No importó. Le cogió el aire desde el primer muletazo, empapándole de muleta en una faena que se quebró de repente cuando el toro, que nunca regaló nada, le alcanzó en una tremenda voltereta.
Recobrado y sin cornada –pero con una fortísima paliza- volvió a la cara y se puso a torear. El toro, ya lo hemos dicho, tenía sus problemas pero Luque supo acompasarse a una embestida que no estaba exenta de emoción. Al final se puso andarín y desentendido pero el torero de Gerena amarró el triunfo con un contundente espadazo que debe contar para premio. Había caído la primera oreja...
Después de pasearla se marchó a la enfermería donde pudieron apreciar el mapa de cardenales que le había hecho el bicho. Iba a salir con el tiempo justo para lidiar al sexto, que brindó al público después de una lidia sin relumbrón. El toro pareció acobardarse en los primeros muletazos pero acabó rompiendo hacia delante con una embestida cargada de picante y emociones que exigió apuesta y compromiso por parte de Daniel Luque, que se la jugó de verdad. Ésa fue la clave de la faena, asentada sobre el lado derecha y vistosa en esos remates, especialmente a esos molinetes que liga al de pecho alborotando los tendidos.
Luque tragó al natural a la vez que toreaba con un valioso sentido de la escena, estructurando una faena que fue a más. El lío gordo llegó con las luquecinas finales, con el toro completamente sometido. La espada entró a la primera y entró bien. Cayeron dos orejas, la Puerta del Príncipe. Luque ha cambiado de planta...
Pero hubo otra oreja en la tarde. Fue la que le cortó Miguel Ángel Perera al excelente tercero, un completo toro –otro que contaría en la corrida ideal de la Feria- al que cuajó una de sus faenas al uso, basada en muletazos limpios y tersos sobre la mano derecha sin despegar el engaño de la cara del animal, que habría desarrollado más y mejor en otra distancia, despidiendo su embestida. Tuvo más naturalidad y mejor aire una templada y postrera tanda diestra. El acero entró a la primera y la larga agonía del toro no fue óbice para que la parroquia, que andaba por agradar, pidiera y consiguiera el primer trofeo de la tarde. Mucha más espesa fue su labor con el informal quinto, al que se hartó de dar pases sin que la faena llegara a tener nunca planteamiento, nudo o desenlace.
Había abierto plaza el inevitable Fandi, que cubre la cuota de fontanería taurina en el abono sevillano. Tuvo dos toros más o menos manejables y con movilidad –más desigual el primero, un punto topón el cuarto- a los que lidió con soltura y variedad, banderilleó con su acostumbrada facilidad y muleteó con ademán de funcionario. Poco más.
Ficha del festejo
Ganado: se lidiaron seis toros de El Parralejo, incluyendo el sobrero que saltó en quinto lugar, bien aunque desigualmente presentados. Tuvo movilidad pero desarrolló algunas complicaciones el primero; el segundo fue, con mucho, el mejor del encierro por noble, pronto y capacidad de humillación; brindó algunas complicaciones por andarín y distraído el tercero; no terminó de emplearse por completo el cuarto; informal el quinto y complejo, pero con mucha importancia, el exigente sexto.
Matadores: David Fandila ‘El Fandi’, de azul rey y oro, silencio y ovación.
Miguel Ángel Perera, de púrpura y oro, oreja tras aviso y silencio tras aviso
Daniel Luque, de verde billar y azabache, oreja y dos orejas. Abrió la Puerta del Príncipe.
Incidencias: Un tercio de entrada en tarde cambiante y fresca. Saludaron los banderilleros Ambel Posada y Curro Javier. Daniel Luque fue atendido en la enfermería tras la lidia del tercero apreciándole diversas contusiones y un fuerte varetazo que no le impidieron continuar la lidia. El parte oficial, firmado por Octavio Mulet, calificó el percance como “menos grave”.
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