Sebastián Castella: una Puerta del Príncipe con matices
La generosidad del público, la dadivosidad del palco y un excelente lote entregaron la llave del mítico arco al diestro francés que sustituirá a Morante en la despedida de El Juli
Álvaro R. del Moral
El titular resume el desenlace de una corrida que, a priori, se quería vivir bajo el signo de la competencia que enfrenta a Alejandro Talavante y Roca Rey. Ya saben: las declaraciones de uno, el brindis del otro, los quites de ambos... Esa tensión animaba el argumento de un cartel en el que Sebastián Castella –torero de cuota de la fontanería taurina- oficiaba como presunto convidado de piedra. Pero el caso es que el francés, que había reaparecido en 2023 sin que nadie se lo pidiera, volvió a repetir en Sevilla lo que ya le había pasado en Madrid: triunfó en la cara de los duelistas y abrió por primera vez en su carrera esa Puerta del Príncipe que cada vez tiene los goznes más engrasados.
Vaya por delante la enhorabuena. Pero el sonoro triunfo, propiciado por un público dispuesto a agradar –la plaza ha perdido su impronta- y un palco bizcochón, merece ser matizado en función del excelente lote de toros que Le Coq había sorteado por la mañana. Al que sacó la bolita debería convidarlo a Möet & Chandon. El triunfo, además, le ha servido para repetir en Sevilla, cubriendo un puesto –el anchísimo hueco dejado por Morante de la Puebla- en el que los aficionados habían soñado otros nombres, ésa es la verdad.
Su primer toro reunió muchas, muchísimas virtudes. Había sustituido al primero de la tarde, devuelto por flojo. Y Castella salió ganando con el cambio. Mostró codicia en el capote, repitiendo en las verónicas y las chicuelinas que trufó el francés. No tuvo el mismo son en el caballo pero empezó a enseñar sus posibilidades en un segundo tercio que bordó José Chacón que, además, recibió emocionado el brindis de su jefe de filas.
A partir de ahí, comentaban los buenos aficionados, el toro se antojaba de lío. El inicio de faena, a rodilla flexionada tuvo sabor. Pero la fase central del trasteo no tuvo la misma enjundia mientras el animal, desarrollando su importancia, demandaba otro pulso. Faltaba coger el hilo que llegó, muy al final, cuando se puso a torear más reunido por el pitón derecho. Había sonado el pasodoble Manolete y Castella se puso a tono rematando su labor con solemnes manoletinas. Un pinchazo precedió a la estocada y la oreja, sin demasiados clamores, fue a parar a su talega. La mitad del trabajo estaba hecha...
Y saltó el cuarto, un toro con más resortes que tocar, huesudo y armado que echó la cara arriba en los primeros compases de su lidia. Remiso en banderillas, acabaría sacando su mejor fondo –siempre de menos a más- en la muleta de Castella que, ahora sí, se mostró mucho más centrado en una faena que tuvo dos virtudes: la intensidad y la reunión. La gente entró desde el primer momento en el trasteo del francés que no alcanzó el mismo diapasón por el izquierdo. Lo resolvió volviendo al otro lado pero volvió a perder el hilo –y los sones de ‘Gallito’- en un inoportuno desarme que desmoronó la línea argumental de la faena. Castella apretó, se arrimó y dejó un estoconazo. Se había ganado una valiosa oreja que en otro tiempo no habrían sido dos. Y con ellas esa Puerta del Príncipe matizable, la primera de su larga carrera.
Los picados –llaménse Talavante y Roca Rey- se fueron de vacío. Pero hay que valorar como merece el intenso y valeroso trasteo del peruano con el toro que cerró el largo festejo. Fue una faena desprovista de artificios, entregada, seria y de torero responsabilizado. Roca toreó mucho mejor de lo que merecía a ese ejemplar que fue a su aire en los caballos, apretó a los banderilleros y puso en aprietos a un valeroso Viruta. El limeño se lo acabó enroscando en unos cuantos ‘ochos’ sin importarle las carencias de una embestida a media altura, sin verdadera entrega. La espada, ay, no estuvo al mismo nivel. Ahí se acababa su temporada europea después de haber tenido escasísimas opciones con un tercero, manso de solemnidad, que sólo quería buscar la puerta desde que apareció en el ruedo.
Poco hay que contar de Talavante. La gente le acabó pidiendo que abreviara con el segundo, siempre a menos. El quinto, sin estilo ni clase, le brindó aún menos opciones. Poco más.
FICHA DEL FESTEJO
Ganado: Se lidiaron seis toros de Victoriano del Río, incluyendo el sobrero que saltó en primer lugar. El quinto estaba marcado con el hierro filial de Toros de Cortés. El gran lote formado por ese gran primero y el interesante cuarto sobresalió por encima de un envío mediocre en el que predominó la mansedumbre. Sí tuvo teclas que tocar el sexto, a pesar que nunca se entregó de verdad.
Matadores: Sebastián Castella, de frambuesa y oro, oreja y dos orejas
Alejandro Talavante, de heliotropo y oro, silencio y silencio
Roca Rey, de tierra de siena y oro, silencio y silencio.
Incidencias: la plaza registró un lleno de ‘no hay billetes’. Dentro de las cuadrillas destacaron José Chacón y Miguel Murillo, que saludaron, además de Viruta.
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