Curro Romero: veinte años después del adiós

El genial camero se despidió de la profesión después de actuar en el festival benéfico organizado en La Algaba en desagravio por su ausencia en la Feria de San Miguel de 2000

21 oct 2020 / 11:33 h - Actualizado: 21 oct 2020 / 11:37 h.
"Feria de Abril","Historia","Radio","Historia","Feria de San Miguel","Valencia","Telefónica"
  • Curro toreó el último festejo de su vida en La Algaba el 22 de octubre de 2000.
    Curro toreó el último festejo de su vida en La Algaba el 22 de octubre de 2000.

Curro Romero se marchó del toreo hace veinte años después de actuar en un festival benéfico –mano a mano con Morante- en la plaza de La Algaba y a beneficio de Andex. Aquel evento no estuvo exento de polémica pero, en cualquier caso, supuso el inesperado cierre a una larguísima trayectoria como torero que se había iniciado 46 años antes, el día de Santiago de 1954, en la coqueta plaza de La Pañoleta, a un paso de su Camas natal.

Pero en el año 2000 se iban a sumar una serie de circunstancias que precipitaron una retirada que tampoco podía esperar mucho más. Pero conviene recalcar un hecho fundamental: justo antes del comienzo de aquella campaña que cerraba un siglo de toros, el 28 de enero de 2000, había fallecido Diodoro Canorea Arquero, gerente de la empresa de la plaza de la Maestranza durante tantos y tantos años por su matrimonio con la hija del imprescindible empresario taurino Eduardo Pagés.

Canorea había organizado su primera Feria de Abril en 1959, precisamente la primera que toreó Curro Romero como matador. Desde ese momento, las trayectorias del empresario y el torero fueron de la mano y, desde la estrecha amistad que les unía, nunca tuvieron empacho en señalar que sus respectivas carreras finalizarían juntas. Desde ese momento, el guión ya estaba escrito...

Curro Romero: veinte años después del adiós
Curro debutó en público en la añorada placita de La Pañoleta el 25 de julio de 1954. Foto: Archivo A.R.M.

Antes y después de don Diodoro...

La muerte había sorprendido al bueno de don Diodoro montando la que, a la postre, también sería la última Feria de Abril de Curro Romero. Pero entonces nadie podía atisbarlo. Su hijo Eduardo y su yerno Ramón Valencia fueron los encargados de relevar al padre y suegro a las riendas de la empresa Pagés, respetando escrupulosamente los carteles que había montado el querido y recordado empresario manchego.

Curro Romero había sido contratado hasta cinco tardes en el abono de 2000, incluyendo su presencia en la feria de San Miguel. Después de actuar el Domingo de Resurrección con Ponce y Morante y los toros de La Dehesilla volvió al coso del Baratillo en las tardes del 27 y el 30 de abril. En la primera de ellas compartió cartel con Manzanares y Pepe Luis con reses de Rojas. En la segunda estuvo acompañado de Ponce y Finito de Córdoba, que estaba a punto de cuajar la Feria de Abril de su vida y ese día ya lo bordó con un toro de Capea sin rematar con la espada.

Pero es que el diestro cordobés iba a terminar de rizar su particular rizo en el que, a la postre, fue el último paseíllo de Curro Romero en Sevilla, la tarde del 2 de mayo de 2000, Martes de Farolillos. El cartel lo completaba Curro Vázquez. Pero los ‘curros’ pasaron de puntillas y el ‘Fino’ cuajó de cabo a rabo a un gran ejemplar de Juan Pedro Domecq llamado ‘Opíparo’ que marcó su techo artístico en la plaza de la Maestranza. El último toro que había matado Curro se llamaba ‘Sigiloso’. De esa misma guisa, silencioso, abandonó el camero la plaza mientras el crepúsculo se adueñaba del Arenal. Nadie lo sabía entonces pero no volvería a pisarla vestido de luces...

El polémico ‘San Miguel’ de 2000

¿Qué pasó después? En la feria de San Miguel de aquel ya lejano 2000, los nuevos responsables de la empresa Pagés tuvieron que asumir un descalabro inesperado que revelaba ciertas tensiones en la trastienda y los vaivenes de los corrales. Curro Romero, José María Manzanares y Morante de la Puebla –terna estrella de aquel ciclo septembrino- se ‘cayeron’ del cartel previsto para el 23 de septiembre presentando sendos partes facultativos en el mismo día del festejo. Los tres espadas fueron sustituidos con desigual fortuna por Pepe Luis Vázquez, Fernando Cepeda y Juan Bautista en medio de un escándalo monumental. Pero es que Emilio Muñoz y Rivera Ordóñez se apuntaron a la espantada al día siguiente echando una nueva ración de gasolina a un fuego que iba a tener muchos rescoldos...

En el fragor de la polémica, Curro Romero y Morante de la Puebla quisieron oficiar un desagravio a la sufrida afición hispalense ofreciéndose a actuar mano a mano en un festival a beneficio de ANDEX, la asociación de niños oncológicos que presidía –y preside- María Luisa Guardiola. Se pretendía que el marco fuera plaza de la Maestranza. Pero los nuevos gestores de la empresa Pagés vetaron el empeño en medio de una tensión evidente. Eduardo Canorea salió al paso del asunto afirmando que la empresa Pagés no tenía “nada en contra de este festival, ni de ANDEX ni sus cabezas rectoras”. “He procedido así para salir al paso de oportunismos totalmente inoportunos”, remachó el nuevo empresario del coso del Baratillo.

Curro y Morante llegaron a convocar una rueda de prensa en la que afirmaron que no habían estado en San Miguel “por respeto a la afición”. Pero aquel encuentro con los periodistas acabaría pasando a la historia –y escribiendo parte del guión que iba a deparar el futuro- por las declaraciones de Curro Romero: “Si el empresario no quiere contratarme el año que viene, allá él; si quiere hacer una barbaridad, no le arriendo la ganancia, pero yo no me voy a arrastrar porque no soy una caja de pescado...

Y el adiós fue en La Algaba...

En cualquier caso, el planchazo de Canorea obligó a cambiar de planes. El evento tuvo que ser trasladado finalmente al peculiar coso algabeño en una mañana soleada y triunfal que tampoco estuvo exenta de algún susto. Se lidiaron novillos de Zalduendo. Curro llegó a cortarle las orejas al primero, aplaudido el en tercero y silenciado en el quinto, el último de su vida. Morante, por su parte, después de obtener un trofeo del segundo, llegó a cortarle el rabo al sexto.

Pero en ese mediodía algabeño de hace veinte años nadie podía barruntar que, aquella misma noche, Curro Romero anunciaría su retirada en el programa ‘Clarín’ de Radio Nacional sin habérselo comunicado previamente a nadie de su entorno. El propio Faraón de Camas, aislado de todo y de todos, reconoció al periodista Fernando Fernández Román, vía telefónica, que la tremenda voltereta sufrida por Morante en el transcurso del festejo le había hecho reflexionar.

Pero algo debía rumiar ya el camero antes de vestirse de corto. El escenario que le dibujaba la nueva empresa no era nada halagüeño y, en esa tesitura, con el dudoso horizonte de su contratación en la Feria de Abril de 2001, era mejor dejarlo. Lógicamente, Curro no estaba dispuesto a variar sus históricos privilegios en la plaza de la que había sido base durante tantas décadas. La nueva atmósfera empresarial, de alguna u otra manera, precipitaba la drástica decisión del genial camero, que a esas alturas –ya había rebasado los 67 años- tampoco podía estirar mucho más la inapelable dictadura de un calendario que se había mostrado colmadamente generoso con su larguísima y singular vida profesional.

Lo demás ya está en la historia. Ya había caído la noche y los teléfonos empezaron a echar humo. Curro anunció su retirada explicando que estaba dispuesto a torear algunos festivales. Su último traje de luces -un precioso terno verde y oro- se lo había ceñido en la plaza de Murcia el 10 de septiembre de aquel año. Después del 22 de octubre de 2000 no volvería a ponerse delante de ninguna res brava.