Toros

Emilio de Justo corta dos orejas a un ‘matilla’ de vacas

El diestro cacereño sorteó la guinda del gran encierro lidiado por los García Jiménez en una tarde en la que decepcionó Talavante y enamoró el bellísimo concertino de Morante

24 abr 2023 / 22:23 h - Actualizado: 25 abr 2023 / 06:20 h.
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La cumbre del festejo la puso el juego del toro ‘Filósofo’, un ejemplar marcado con el hierro de Olga Jiménez que recibió la vuelta al ruedo póstuma por su excelente juego –siempre a más- en todos los tercios. Si las cuentas no fallan y la memoria no decae sería el tercer toro que recibe este premio en una feria en la que están embistiendo muchos, muchísimos animales. Era una auténtica papeleta estar a la altura de ese torrente de embestidas exigentes, humilladas y codiciosas, de la mecha larga de bravura de un astado que fue cantando su excelencia hasta romper por completo en la muleta de Emilio de Justo que antes había sido prendido dramáticamente, girando feamente en la punta del pitón, sin lamentar más consecuencias que los desgarros de su vestido.

Pero el cacereño sabía lo que tenía entre manos y domeñó el ímpetu inicial del bicho en unos sabrosos muletazos por bajo, a rodilla flexionada, que hicieron romper la música. El toro se rebosaba en la muleta de puro bravo mientras Emilio lo pasaba por naturales, siempre muy encajado. A esa tanda siguió otra del mismo palo, con el torero más espatarrado, más expresivo, quizá menos atenazado mientras ‘Filósofo’ seguía regalando embestidas codiciosas. El toreo en redondo, muy para dentro, mantuvo la tensión del trasteo mientras se mascaban las orejas. No era fácil andar a la altura de esa exigencia pero el cacereño lo logró, brillando en los cambios de mano, liberando la tensión en los de pecho... Después de cambiar la espada aún se la puso por la izquierda, cerrando con muletazos por bajo. El espadazo, un puntito rinconero, terminó de desatar el entusiasmo. Al toro de los Matilla le dieron la vuelta al ruedo. Habría merecido volver al campo, ser echado a las vacas. Emilio de Justo paseó dos merecidas orejas.

Con esos dos trofeos, el personal –rendido definitivamente al moderno noveleo- echaba cuentas para abrir la Puerta del Príncipe siguiendo ese nefasto y moderno cómputo que cifra el raro honor en sumar dos más una. Pero el sexto de la tarde, un ejemplar desfondado y aploando, no le iba a dar opciones para lucrar esa tercera oreja que validara el paseo mirando a Triana. De Justo le hizo las cosas bien, perfectas, templando siempre una embestida sosa y mortecina. Pero cuando no hay toro no hay nada que pueda trascender. Sea como sea, se va de Sevilla con tres orejas en la talega. Tampoco está mal...

Pero ‘Filósofo’ sólo había sido la guinda del gran encierro de la casa Matilla. Seguramente el lote más completo, atendiendo a su juego global, fue caer en las manos de Alejandro Talavante que firmó lo mejor de su discreta actuación durmiendo la embestida del gran segundo en varios lances de excelente factura. Fue un animal noble, pronto y completo al que el Tala toreó mejor de rodillas –por delante y por detrás, en redondo y en un gran cambio de mano- que cuando se puso de pie para armar una faena siempre desigual, trufada de buenos muletazos sueltos y a la que no le faltó buena actitud aunque, eso sí, adoleció de redondez, composición, de recoger las embestidas y despedirlas, de trazar los muletazos con trazo más definido. La espada también se atrancó y lo que podría haber sido una orejita de circunstancias se acabó convirtiendo en el mismo silencio sepulcral que iba a saludar su actuación con el quinto, un toro algo más complejo pero de gran fondo con el que dio una impresión aún más deslavazada. La verdad es que no alcanzó a cogerle el aire por uno u otro pitón. Este martes está anunciado otra vez. Pues veremos...

Dejamos para el final, intencionadamente, la completa labor de Morante de la Puebla que salió a la plaza, siguiendo su propia tendencia para la temporada 2023, vistiendo un precioso terno de aires decimonónicos y tocado con esa montera de moritas sueltas que recuerda a los bizarros toreros de las láminas de La Lidia. El matador cigarrero dio una grandiosa tarde de toros. Lo hizo con el blando tercero, un animal noble que se defendió en ocasiones de puro flojo al que le hizo las cosas perfectas. Fue una faena de buenos paladares, dicha poco a poco, administrando magníficamente las posibilidades del animal, de intensidad creciente. Morante acabó toreándolo irreprochablemente sobre ambas manos, con temple líquido y sencilla y bella naturalidad. Un molinete de los suyos abrió la última fase de la faena, comprobando que el bicho ya no podía dar más. Fue el momento de tirar del álbum antiguo, trazando muletazos del antiguo testamento que difícilmente pueden apreciar los públicos de hoy. La estocada, algo trasera, también fue fulminante. La faena era de oreja pero la verdad es que a la petición le faltó clamor. El palco se atuvo a los pañuelos y Morante, visiblemente enfadado se encaró con el presidente Fernández Rey. Tampoco era para tanto, matador...

Pero el grandioso artista de La Puebla no había dicho la última palabra e iba a cincelar la obra más redonda de la tarde –un auténtico concertino incomprendido- toreando como un auténtico arcángel de la corte celestial al cuarto de la tarde, un ejemplar de medio fondo, un puntito tardo y aplomado, al que ya había endilgado dos capotazos al ralentí, muy arrebujado de toro, antes de marcharse hasta la cara del animal con la montera calada y las ideas muy claras. Si la inspiración existe, fue el halo que impulsó a Morante en esa faena alada, armónica, cadenciosa, imaginativa, perfectamente ligada y escenificada.

La cosa comenzó con ayudados torerísimos antes de ponerse a torear al ralentí. Un desplante de otro tiempo, liberado con un molinete belmontino, sirvió de hilván en la faena. Se puso a torear y a ligar con los pies metidos en una baldosa, creando una obra completa, luminosa en esa hora mágica –con el sol escapándose por Poniente- en la que ocurren las cosas más bellas en la plaza de la Maestranza. Tiró la montera y aún provocó la embestida que había que extraer con paciencia de orfebre: surgió entonces otra gran serie diestra, el torero girando sobre la cintura, la muleta deslizándose con exquisito temple y el toro definitivamente sometido. En otro tiempo, en la plaza que conocimos, se habría desatado la locura. Le dieron una oreja que acabó dejando en el estribo. Vaya como estuvo el tío...

FICHA DEL FESTEJO

Ganado: Se lidiaron seis toros de la casa Matilla, el sobrero que hizo primero y el tercero marcados con el hierro de Olga Jiménez y el resto con el de Hermanos García Jiménez. La corrida pasó con un notable alto por su juego global pero hay que destacar por encima de todo al bravo, boyante, alegre y pronto ejemplar, llamado Filósofo, que saltó en tercer lugar. Fue premiado con todo merecimiento con la vuelta al ruedo. También tuvo gran importancia el lote formado por segundo y quinto. El primero, noble, pecó de flojo. El cuarto fue de medio fondo y el sexto, por aplomado y desfondado, el que menos sirvió.

Matadores: Morante de la Puebla, de albero y cordoncillo blanco, ovación tras petición y oreja.

Alejandro Talavante, de crema y oro, silencio y silencio.

Emilio de Justo, de pizarra y oro, dos orejas y silencio.

Incidencias: las taquillas colgaron el cartel de ‘no hay billetes’ en tarde muy calurosa. Presenció el festejo desde una barrera del cuatro el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla. Saludó tras parear al segundo el banderillero Migue