Morante de la Puebla: vértice absoluto en los ‘Puerta del Príncipe’

El Patio de la Montería del Real Alcázar acogió la entrega de los trofeos taurinos que concede El Corte Inglés de Sevilla a los toreros y protagonistas más sobresalientes de la Feria de Abril

Morante de la Puebla: vértice absoluto en los ‘Puerta del Príncipe’

Morante de la Puebla: vértice absoluto en los ‘Puerta del Príncipe’ / Álvaro R. del Moral

Álvaro R. del Moral

El eco de aquel 26 de abril resonaba en el Patio de la Montería del Alcázar. El Corte Inglés iba a entregar los XXXVII trofeos ‘Puerta del Príncipe’ que concede la firma a los mejores de la Feria de Abril y la fachada del palacio de Pedro I volvía a ser testigo del encuentro de numerosos rostros conocidos del panorama social, cultural, político –y por supuesto taurino- de la ciudad de Sevilla. Fue un acto –cuidado por Francisco Mendoza, relaciones públicas de la empresa- que siguió el formato habitual mudando algunas caras. Pedro Cruz, actual director regional de la firma comercial, se estrenaba en la proa de un evento que también condujo por primera vez y con su brillantez acostumbrada el periodista José Antonio Rodríguez, hijo del cuerpo, y que contó con la glosa del otro periodista sevillano –mucho más veterano- como Luis Carlos Peris. No faltaron, un año más, los sones musicales de la banda del Maestro Tejera.

Pero la estrella indiscutible era Morante de la Puebla que hace un año, en este mismo lugar, hizo votos por volver a recoger alguno de los premios en los que ahora reincidía. En esta ocasión había cosecha doble: para La Puebla se va el trofeo ‘Vicente Zabala’ que le acredita como autor de la faena más sobresaliente de la Feria de Abril y el ‘Espartaco’, que le unge como triunfador absoluto del ciclo. El año pasado había prometido colocarlos, como otros muchos, en la chimenea de la casa de su madre. Va a tener que construir otra... Morante, que llegó al Alcázar con puntualidad británica –se presentó media hora antes del comienzo del acto- no tuvo empacho en quedarse a la copa posterior: tuvo palabras para todos, departió con amigos y aficionados, se retrató con todo el que lo pidió, recibió saludos. Así da gusto, maestro...

Pero el diestro de La Puebla no fue el único galardonado en esta noche tibia de primavera. Juan Ortega, autor del mejor toreo de capa de la Feria de Abril recibió el trofeo ‘Curro Romero’ de manos del propio Faraón de Camas, que acaparó la ovación más cariñosa de la noche. De la misma forma, el diestro Manuel Escribano –qué feria echó el tío- recibió el correspondiente galardón como autor de la mejor estocada.

Victorino Martín recogió el premio que subrayaba el juego de su gran corrida de toros, la mejor del serial abrileño. También estuvo presente el picador Manuel Jesús Ruiz Román, hermano de Espartaco, que fue el encargado de entregarle el premio al varilarguero más sobresaliente. El banderillero Antonio Chacón reincidía como premiado. El año pasado había sido representado por su padre, el gran Pela, que fue el primer premiado en la categoría de subalternos, hace ya 37 años. Tampoco faltó a la cita el jovencísimo rejoneador Guillermo Hermoso de Mendoza, repetidor como torero a caballo más brillante del serial abrileño.

Pero a esta lista de premiados hay que unir las dos menciones especiales acordadas por el jurado de los Puerta del Príncipe y la propia empresa que las concede. Ese jurado ha estado enriquecido durante muchos años por la palabra sabia y afectuosa de Alfredo Flores, histórico fiscal de la Audiencia de Sevilla, que ha decidido dar un paso atrás en esos amenos almuerzos que preceden a la concesión de los premios. Se le echará de menos. Había otra mención especial que recogió el empresario Ramón Valencia. Se trataba de reconocer la brillantez organizativa de un ciclo que, sobre el papel, ya cantaba su excelencia. Los resultados ya están en la historia de la propia plaza. Pero más allá de esas menciones oficiales, hubo un recuerdo obligado para la figura de Rafael Jiménez ‘Chicuelo, fallecido el Sábado de Pasión. Su viuda y su hijo Manuel estaban allí para perpetuar su memoria. Sonia Gaya, teniente de alcalde del Ayuntamiento de Sevilla, fue la encargada de cerrar el acto. Aún quedaba fiesta.