Víctor Puerto y los ‘Compadres’: de toros, cine y... humor

La Fundación Cajasol celebró su LXXI ‘Mano a Mano’ llenando el salón de actos de la antigua Audiencia al reclamo de un torero popular y los actores de ‘El mundo es nuestro’

Víctor Puerto y los ‘Compadres’: de toros, cine y... humor

Víctor Puerto y los ‘Compadres’: de toros, cine y... humor / Álvaro R. del Moral

Álvaro R. del Moral

La convocatoria, la primera de este presuroso 2024, hablaba de los toros y el cine pero conociendo el paño de los protagonistas los derroteros de esta charla moderada por José Enrique Moreno sólo podían culminar por los terrenos de ese humor que ha presidido la trayectoria de estos compadres. Alberto López y Alfonso Sánchez, que monta tanto, han firmado una singular trayectoria cinematográfica que viajó de la artesanía de You Tube que comenzó a hacer rodar su fama –inolvidables parodias de las tribus urbanas hispalenses encarnadas por el Culebra y El Cabeza- hasta ese largometraje titulado ‘El mundo es nuestro’ que abrió una peculiar trilogía convertida en retrato convexo de toda una sociedad.

El espectacular llenazo del salón de actos de la Fundación Cajasol –el ‘Mano a Mano’ alcanzaba su LXXI edición- fue el mejor aval del verdadero tirón popular de este dúo de cómicos que tenían la réplica de Víctor Puerto, matador manchego de agarres hispalenses que marcó los mejores hitos de su carrera en la segunda mitad de los 90. Puerto ya tuvo oportunidad en su día de entrenar física y mentalmente a la pareja para enfrentarse a un becerro delante de las cámaras de Canal Sur en un programa en el que Alberto y Alfonso tenían que apañarse en distintos oficios singulares. “Ninguno con ese riesgo real como es enfrentarse a una vaquilla”, espetó el primero.

Fascinación por Juncal

Pero lo del cine, también lo mencionó el moderador, era “una mera excusa” para romper el hielo. Moreno aludió a una idea, apuntada por Agustín Díaz Yanes en una anterior charla en Cajasol: “aún no se ha hecho la definitiva película de toros”. Pra hacer una película de toros, añadió Alberto, “hay que destacar la figura del torero como héroe” recurriendo a obras como el ‘Belmonte’ de Chaves Nogales que refleja los avatares de la forja del diestro trianero con “factores muy cinematográficos que merecen ser contados”. Alfonso habló de otra serie inolvidable, Juncal, que le causó fascinación siendo un niño. “Ese icono, ese personaje de Paco Rabal, me dejó fascinado; había unos ingredientes tremendos en un personaje que mezclaba su nobleza con su condición de pícaro, tenía mucho que ver con la Sevilla que había conocido de pequeño en los bares, con esa fullería... tuvo mucho que ver con que yo me dedicara a esto y además transcurría en Sevilla...”

Víctor Puerto incidió en la figura del torero entendido como personaje cinematográfico volviendo al ejemplo de Juncal. “Es la serie que más se ha acercado a los verdaderos valores del toreo más allá de los tópicos retratados en otras películas”. Puerto aludió a los niños y jóvenes que entrena. “Tienen unos valores y una educación que me emocionan; rompen esas barreras y esos miedos que todos tenemos”. Alberto y Alfonso, en el mismo envite, rememoraron sus propios entrenamientos, de la mano de Víctor, para descubrir los rigores del toreo en la finca de Marcelino Acosta. “No es lo mismo correr que huir”, bromeó Puerto. Alfonso se refirió a la seriedad de esa prueba delatada en “la cara cambiada” del propio torero. “Salió un animal difícil y Víctor tuvo que emplearse a fondo...”

Las imágenes de aquel peculiar debut taurino se proyectaron en la pantalla del auditorio de Cajasol, delatando distintos calibres de valor. “Fue una experiencia alucinante” añadió Alfonso que, con Alberto, participó en la faena de dar de comer a los toros desde la parte de atrás de una ‘pickup’. “No olvidaré nunca la mirada de ese animal, tenía personalidad y aprendí a valorar lo que hacen los toreros tarde a tarde cada temporada”, remachó. “La belleza del toro bravo en el campo es inconmensurable” completó Alberto antes de que su compañero destacara “la libertad” de las reses en el campo bravo.

La vida no es Disney...

“En otro de esos programas nos llevaron a dar de comer a unos lobos pero no tiene nada que ver con los toros” recordó Alberto. Puerto incidió sobre esa idea, la de “la personalidad” del toro defendiendo el ecologismo del campo bravo y su condición de fuente de cultura. “Es el único animal que tiene identidad”, prosiguió el torero, aludiendo a la genealogía y la genética del ganado de lidia, cuidadas durante generaciones por sus criadores. “Me encantaría tener la oportunidad de transmitir esa grandeza a la gente; la vida no es Disney”, reflexionó el matador antes de retomar el hilo de la experiencia de los compadres en la finca de Acosta, reconvertidos en improvisados vaqueros de la vacada onubense, echando el pienso y las pacas de paja por los cerrados con desigual pericia.

Pero había que cambiar de tercio, ahondando en la faceta de ‘coach’ emprendida por Víctor Puerto que comanda un centro de alto rendimiento taurino enfocado a profesionales y aficionados de todas las edades. “Me hubiese encantado que cuando yo empezaba hubiera tenido una persona que supiera lo que se siente cuando te pones el capote de paseo y te dicen que ese día tienes que morir en la plaza” refirió el torero. “Hay que conocer a la persona para que se enfrente a sus miedos, no sólo ante el toro sino en el día a día, en un examen, con sus problemas...” reflexionó el lidiador rememorando sus años en activo. “Hay un momento en el que dejas de hacer las cosas por gusto y empiezas a hacerlas por trabajo y cuando coges una muleta tienes que ser el más feliz del mundo”, añadió el matador volviendo a sentir los mismos miedos y las incertidumbres de sus propios inicios profesionales.

“Yo he llegado a estar puesto en Sevilla y estaba deseando que llueva”, recordó Víctor. Llegó a afrontar una tarde de seis toros en la plaza de la Maestranza con una cornada fresca. “Son situaciones que se pagan”, reflexionó el torero que aún quiere afrontar una temporada de despedida que no pudo culminar, después de anunciarla, por los rigores de la pandemia. Ese terreno de los miedos fue abordado por Alfonso. “He llegado a querer ponerme malo para no estar en un sitio con máxima audiencia; me dedico a esto porque me ilusiona y me enamora y cuando pierdes eso es terrible pero siempre quieres volver donde eres feliz”. Alberto remachó la idea buceando en su propia formación como actor, hablando de “esos profesores que te cuentan lo que se siente antes de un estreno”. En ese punto evocó la obra ‘Patente de Corso’, construida en torno a unos textos de Pérez Reverte que ha sido, con seguridad, el mayor reto profesional de sus respectivas carreras. “Y Arturo, que estaba en el estreno, tiene un kalashnikov en su casa...”

Antes habían pegado muchos barrigazos pero el talento se alió a la suerte para que la película ‘El mundo el nuestro’ se acabará convirtiendo en el definitivo espaldarazo después de unos inicios titubeantes. “Ahí tomamos la alternativa pero acabamos indultando el toro con ‘Ocho apellidos vascos’ sentenció Alfonso. Puerto también tuvo tiempo de volver a sus orígenes, al temblor del primer becerro, la inocencia de las primeras actuaciones y al eco de una pregunta definitiva, ¿por qué quieres ser torero? que su padre hizo y respondió espetándole que “con el traje de luces podía comprarse un mercedes pero también perderlo todo”.