Educando el gusto... por el buen teatro

Producciones Imperdibles cumple 20 años apostando por los «Espacios Singulares» de Sevilla. Cuando en 1980 un jovencísimo José María Roca alumbró su proyecto de compañía teatral —por entonces La Pupa— pocos podían imaginar lo que esta daría de sí. Treinta y siete años de buen teatro, de entretenimiento para todo tipo de público. El teatro hispalense ha cambiado con Roca. Nadie lo puede negar

27 may 2017 / 12:56 h - Actualizado: 25 may 2017 / 19:29 h.
"Teatro","Teatro Aladar"
  • Educando el gusto... por el buen teatro
  • El teatro hispaense cambió con la aparición del nuevo teatro de José María Roca. / Fotografía cortesía de Producciones Imperdibles
    El teatro hispaense cambió con la aparición del nuevo teatro de José María Roca. / Fotografía cortesía de Producciones Imperdibles
  • Educando el gusto... por el buen teatro
  • Momento de una representación de Trajano. Optimus Princeps. / Fotografía cortesía de Producciones Imperdibles
    Momento de una representación de Trajano. Optimus Princeps. / Fotografía cortesía de Producciones Imperdibles
  • Educando el gusto... por el buen teatro

En estos treinta y siete años de vida, el creador de Producciones Imperdibles no ha dejado de obtener reconocimientos, de realizar giras por numerosos países y, sobre todo, de educar el gusto de miles de espectadores que hemos crecido disfrutando de sus espectáculos. En su haber figuran montajes de toda índole, desde el teatro grecolatino —Amphitrion fue su apuesta para 2016— a la danza contemporánea, pasando por el drama y la comedia más clásica (Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?, La venganza de don Mendo, etc.). Pero si existe una faceta en la que los Imperdibles han marcado la diferencia en las dos últimas décadas, esta ha sido sin duda su decidida apuesta por los «Espacios Singulares». En ese sentido, el punto de inflexión lo hallamos en la primavera de 1997, cuando Roca irrumpe con su compañía en los jardines del Alcázar para cambiar la historia del teatro hispalense.

Ciclo de Personajes Históricos Sevillanos

Ideado por el alma máter de Producciones Imperdibles, y con el apoyo del Real Alcázar, todos los aficionados al teatro pudimos disfrutar entre 1997 y 2008 de un ramillete de espectáculos diseñados ex profeso para el monumento Patrimonio de la Humanidad. El primero de ellos se tituló Yo, Pedro I, el Rey, y nos sumergía en la vida y obra de Pedro I de Castilla —al que sus detractores apodarían el Cruel— en un bellísimo periplo a través de algunas estancias del palacio. Ese carácter itinerante, novedoso hasta entonces, fue el germen de futuras actividades nocturnas en museos e instituciones de la ciudad.

Tras este, los artífices de la añorada sala La Imperdible —que fuese escenario de antológicas representaciones entre 1990 y 2007— dieron un salto en el tiempo, hasta la época en que la urbe se erigía en capital del Reino de Taifa más poderoso y culto de Al-Andalus. Con Almutamid. Poeta y Rey de Sevilla, el ciclo logró asentarse en las noches estivales, dando paso a proyectos cada vez más ambiciosos.

El salto de calidad definitivo llegó en 1999, con la puesta en escena de El misterio Velázquez, basado en el texto de Eliacer Cansino y a quien daría vida el recordado Carlos Álvarez (Premio Goya por Solas, de Benito Zambrano, y una auténtica leyenda del teatro hispalense). Junto a él, otras referencias de la dramaturgia local como Justo Ruiz, Chema del Barco o Juanfra Juárez. Más allá de las excelentes interpretaciones y el cuidado vestuario de May Canto, la propuesta sorprendió por el uso de las nuevas tecnologías aplicadas a la escena.

De Carlos V a Luis Cernuda

Coincidiendo con el 500 aniversario del nacimiento de Carlos, nieto de los Reyes Católicos, los Imperdibles trajeron a escena uno de los espectáculos más rotundos de su trayectoria: Carlos V. Emperador de Occidente. En aquella ocasión, el lugar elegido fue el Cenador de la Alcoba, hermoso rincón ubicado en los jardines del Alcázar. Desde su boda con Isabel de Portugal —celebrada en esas mismas estancias un 11 de marzo de 1526— hasta sus enfrentamientos con Lutero o Solimán el Magnífico, el montaje abarcaba gran parte de la trayectoria del primero de los Austrias, genialmente interpretado por Javier Castro. A esas alturas, miles de espectadores aguardaban cada año su cita con el teatro histórico, ansiosos por descubrir quién sería el próximo elegido.

En 2001 le tocaría el turno a un personaje poco conocido pero fundamental para el desarrollo del urbanismo local: Pablo de Olavide. Con La Sevilla de la Ilustración pudimos acceder al alumbramiento del primer plano de la ciudad o a la visita de ilustres de la época, como Gaspar Melchor de Jovellanos. En la retina de muchos aún queda la lograda composición de F. M. Poika como el malogrado Asistente del Rey Carlos III.

Un año más tarde, Producciones Imperdibles apostaría por el talento y la sensibilidad del artífice de Ocnos. Bajo el título Luis Cernuda. Un perfil en el aire, muchos sevillanos descubrieron el Jardín de los Poetas y se regodearon en el lirismo de la Generación del 27. Javier Paisano escribió entonces para El Correo de Andalucía: «una bellísima recreación de la esencia de Cernuda, hay que aplaudir a Juan Lario de Blas, el hilvanador del texto, y toda la Compañía por conseguir este canto que ahora nos transporta al mundo de Cernuda, y al que se acompaña de la maravillosa música en directo».

«Tierra de hombres y universo de mujeres»

Tras más de un lustro de protagonistas masculinos, en la primavera de 2003, José María Roca y los suyos apostaron por una mujer como cabeza de cartel para sus funciones al aire libre. Y nadie mejor que Isabel la Católica para atraer a los fieles. Belén Lario, una de las actrices fetiche del director, le daría vida con prestancia y brillantez. Junto a ella, un reparto de lo más solvente, incluyendo nombres como Pepa Muriel, Carmelo García o Teresa Pardo. De nuevo el sonido en directo y las videoproyecciones fueron uno de los mayores aciertos, conquistando a crítica y público.

Tras una pausa de dos años, en 2006 los tenaces artistas retornaron al Alcázar de Pedro I —en un guiño a sus propios orígenes— con la historia de Ibn Jaldún, emisario del Rey de Granada. Titulada Un viajero en el tiempo, esta vez fueron Manuel Monteagudo y Sebastián Haro los encargados de dar vida a los protagonistas del encuentro. Las imágenes oníricas, proyectadas sobre la galería del Grutesco, pusieron la nota mágica. Pocos imaginaban entonces que ese verano la compañía diría adiós al espacio patrimonial, continuando con el ciclo en nuevos rincones de la ciudad.

Con sello propio

En 2007 el romance y la poesía volvieron a apoderarse de las noches sevillanas con el espectáculo Don Juan, que indagaba en el mito a partir de textos de Zorrilla, Tirso de Molina y Molière. Enclavado en el patio de la antigua Casa Profesa de los Jesuitas, hoy sede de la Facultad de Bellas Artes, el montaje nos permitió rememorar algunas de las más célebres escenas del teatro universal en torno al galán irredento. Ignasi Vidal, Celia Vioque, Aníbal Soto o Antonia Zurera fueron algunos de los actores que encarnaron a los protagonistas. Dos años más tarde la compañía elegiría el mismo espacio para dar vida a Gustavo Adolfo Bécquer —con visita incluida a su tumba—. Un acertadísimo Juan Luis Corrientes supo captar la esencia del personaje en Soñando a Bécquer, dando lugar a uno de los montajes más hermosos hasta la fecha y evidenciando el sello propio del grupo. Ya en 2010 la compañía volvería sus ojos hacia Carmen, la célebre cigarrera de Triana, tomando como escenario natural la antigua Fábrica de Tabacos. Más de 14.000 personas pudieron admirar el montaje de José María Roca y Gema López —codirectora de Producciones Imperdibles por aquel entonces— con María Martínez de Tejada como protagonista. En 2011, el lugar elegido fue la sede del ICAS, que acogió el espectáculo Santa Clara. Leyenda de Sevilla, un homenaje a las ánimas que llevan siglos pululando por el ex convento de clausura (Fernando VII, doña María Coronel, Alfonso X o don Fadrique). Esta vez con las incorporaciones de Maripaz Sayago y Eva Gallego. Por último en 2012, y como paso previo a sus montajes de La venganza de don Mendo y Amphitrión, la compañía se decidió por la versión teatral del clásico de Beaumarchais, El Barbero de Sevilla, en una curiosa vuelta de tuerca y tras 15 años de éxitos en el Ciclo de Personajes Sevillanos. El Palacio de los Marqueses de la Algaba vio resucitar esta vez a los célebres Fígaro y Almaviva en un guiño a la universal ópera.

Trajano, Optimus Princeps

Dos décadas después del estreno de Yo, Pedro I, el Rey, y coincidiendo con los 1900 años de la muerte del emperador romano nacido en Itálica, José María Roca nos propone Trajano. Optimus Princeps, que continúa la línea de trabajo emprendida en 1997 en los recintos monumentales y que tanto prestigio proporcionase a la compañía. En esta ocasión el espacio elegido es el Antiquarium de Sevilla, un rincón de lo más propicio para representar los últimos días del César. Con la producción de Pepa Muriel y el guión del propio Roca, el nuevo montaje de Producciones Imperdibles es un auténtico regalo para los sentidos, comenzando por el texto, escrito en prosa poética y con una hondura enorme, y continuando con el vestuario y las luces. Aunque el mayor mérito hay que atribuírselo a los cuatro artistas que lo sustentan: el músico David Ruiz y la cantante Clara Campos —cuya voz resulta embriagadora— y la dupla de actores Moncho Sánchez-Diezma, cuyo retrato de Trajano roza la excelencia tanto en la cuidada dicción como en la variedad de registros, y Belén Lario, quien dota de carisma y humanidad a Pompeya Plotina, la esposa del emperador.

Intenso, cercano y técnicamente exquisito, Trajano. Optimus Princeps es sin duda una de las grandes propuestas del año en Sevilla (hasta el 24 de junio en el Antiquarium de las Setas). No se la pierdan.

Producciones Imperdibles ha destacado al decidir apostar por los «Espacios Singulares»/ Fotografía cortesía de Producciones Imperdibles