El túnel

Ernesto Sábato tuvo grandes problemas para publicar esta novela. No tuvo posibilidad alguna en las editoriales argentinas de la época. Terminó financiando la edición y, en Europa, alguien descubrió el texto que se convertiría en un clásico poco después. Gran relato aunque duro e impactante

14 abr 2018 / 08:29 h - Actualizado: 01 abr 2018 / 23:25 h.
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  • Portada de la novela ‘El túnel’. / El Correo
    Portada de la novela ‘El túnel’. / El Correo

Esta novela de Ernesto Sábato deja al lector desarmado, sin defensa alguna frente a la condición humana. Si algo provoca desconcierto e inseguridad entre las personas es intuir lo que somos, a lo que podemos llegar.

Un asesino que no comprende ni lo que le sucede, ni lo que le rodea; que no es capaz de sentir nada que no sea una angustia vital demoledora y casi arcaica.

Una mujer que se deja llevar por un destino que le ha ido marcando como el hierro caliente hace con las reses.

Un mundo hostil en el que la mirada del artista asesino todo lo convierte en ceniza y desesperanza.

El túnel no habla de desamor, de infidelidad o de locura. Eso sería la conclusión de una lectura superficial en busca de una salida rápida ante la propuesta que hace el autor. Porque «El túnel» habla de la racionalidad extrema del ser humano convertida en una especie de máquina destructora sin límites. Y si no existe un lugar para el sentimiento, para recibir la realidad sin filtros tóxicos, nada es posible. El ser humano arrasado por el ser humano; la muerte como forma de liberación. Son los vivos los que quedan en el campo de batalla para seguir sufriendo sin encontrar el sentido a lo que hacen.

La escritura de Ernesto Sábato encuentra eso que quiere decir instalado en un aliento medio y en un tono, también, medio. No quiere grandes imágenes porque la realidad está despojada de adornos. El mensaje directo y visual predomina. Los detalles al dibujar la realidad de Castel y María Iribarne sobran. Lo importante es la angustia, la irremediable fatiga de un ser humano que se topa con el entorno.

Calificación: Estupenda aunque tremenda.

Tipo de lectura: Ligera en apariencia aunque el texto es de una profundidad más que importante.

Tipo de lector: Cualquiera. Desde luego, los existencialistas están invitados.

¿Dónde puede leerse?: En la puerta de cualquier galería de arte.