La carta

Las novelas románticas pueden ser tan apetecibles como cualquier otro libro. Para hombres y para mujeres. Un ejemplo es esta de Kathryn Hughes.

01 abr 2017 / 12:40 h - Actualizado: 29 mar 2017 / 23:23 h.
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  • Portada de la novela ‘La carta’ de Katryn Hughes. / El Correo
    Portada de la novela ‘La carta’ de Katryn Hughes. / El Correo

¿Es una buena novela la que puede leer cualquier lector pasando un rato entretenido? ¿O lo es aquella que descubre zonas que resultaban inaccesibles, mundos desconocidos que aclaran al lector lo que le sucede cada día que pasa?

A estas preguntas se les pueden dar distintas respuestas, todas muy respetables, pero no todas ciertas. Si alguien piensa que una buena novela es la que entretiene, es que no ha descubierto la gran literatura; si alguien piensa que lo inaccesible de un texto lo convierte en algo peor, es que no ha realizado el esfuerzo necesario para hacer un viaje que le llevaría hasta el lenguaje más extraordinario en forma de relato.

Dicho esto, tampoco se puede despreciar un tipo de literatura por las buenas, arrastrado por los prejuicios o una exquisita trayectoria como lector o escritor. Cada cosa tiene su sitio en este mundo de la literatura. Y, es verdad, hay novelas, sin gran calidad, que pueden conseguir que lectores potenciales se animen a continuar con la literatura convertida en vehículo de conocimiento, entretenimiento o lo que toque.

La editorial Libros de Seda está publicando con cuidado algunos libros que pueden ser una fuente extraordinaria de horas de buen entretenimiento. También lo está haciendo con otros títulos en distintas colecciones (la que han inaugurado de ensayo es prometedora) que buscan la reflexión y adentrarse en asuntos que afectan al día a día de los lectores.

Una de esas novelas que pueden dejar sentado al lector durante unas horas es La carta, relato firmado por Kathryn Hughes. Es divertida, tiene un punto de intriga que te hace sentir la necesidad de saber cómo acaba todo eso que te están contando y unas páginas finales en las que la emoción se desborda.

No se puede ocultar que esta novela está destinada a un público muy concreto: personas que buscan en la literatura un momento de evasión, lectores que prefieren encontrar en las páginas de una novela un mundo en el que el amor y la belleza terminan imponiéndose a cualquier otra cosa, personas que no se fijan en los elementos técnicos de la escritura y tratan de disfrutar alejándose de esos cánones que creen impuestos por unos pocos. Y todo esto no está mal porque cada uno debe elegir lo que quiere. No hay discusión posible.

La carta es una novela de trama; es decir, es la historia que cuenta la autora sobre lo que se descarga todo el peso literario. No hay imágenes potentes, no hay demostraciones con el uso del lenguaje. Solo una historia que trata de dejar todos los cabos atados, que trata de dibujar a los personajes de forma que el lector empatice con ellos, que busca desesperadamente explicar un drama que resulta tremendo. ¿Es eso buena literatura? Ya les digo yo que no, que la literatura grande se ancla en otros fondos. Pero es un libro que puede gustar y puede resultar una experiencia de lo más agradable para el lector.

La historia que cuenta Kathryn Hughes tiene que ver con los meandros que nos encontramos en la vida y que no sabemos ni cómo se han formado, ni en qué momento aparecieron. Es una historia de amores y desamores, de estupidez y de bondad, de incomprensión y de esperanza. La carta es una de esas novelas que cualquiera puede leer.

Los errores técnicos no faltan, los hay y son notables (cosa que no le importará al 90 por ciento de lectores de este relato); la traducción es literal en exceso y algunas frases se acartonan por ello (cosa en la que casi nadie se para a pensar); pero está bien editada, contiene una trama entretenida de verdad y sus personajes terminan siendo adorables (casi todos).

¿Hay que leer la novela? Pues sí. Si la vamos a comparar con Las palmeras salvajes de William Faulkner, saldrá perdiendo por goleada; pero no sería un buen movimiento. Hasta los más eruditos de los lectores necesitan novelas como esta. Evadirse con un libro en las manos en lo más divertido que nos puede pasar. Y no veo yo al bañista a la orilla del mar, pensando a todo pensar, mientras le cae encima el sol a plomo.

Calificación: Entretenido.

Tipo de lector: Cualquiera.

Tipo de lectura: Muy amena, fácil.

Personajes: Aunque entrañables, algo desdibujados, sin profundidad.

Argumento: Los malos y los buenos. Ganan los buenos.

¿Dónde puede leerse?: En la playa, en el metro, en la cama, en el baño...