La importancia de un trabajo bien hecho

Espléndido thriller que a ninguno dejará indiferente; una producción danesa de gran calidad y mejor factura donde se hace posible la máxima en arte de «menos es más»

23 oct 2018 / 23:57 h - Actualizado: 24 oct 2018 / 00:13 h.
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  • Jakob Cedergren, protagonista de la película. / El Correo
    Jakob Cedergren, protagonista de la película. / El Correo
  • Gustav Möller, realizador de ‘The guilty’. / El Correo
    Gustav Möller, realizador de ‘The guilty’. / El Correo

Asistimos atónitos a un estreno que promete, el de la ópera prima de Gustav Möller, titulada en español «El culpable» («Den Skyldige»). Su realizador, que cuenta con la inestimable ayuda en el guion de Emil Nygaard Albertsen, decidió abandonar su Gotemburgo natal, para marcharse a Dinamarca a estudiar cine, donde se graduó con «In Darkness», cortometraje que cosechó a nivel nórdico algún que otro premio importante. «The guilty» se ha estrenado mundialmente en Sundance y hace posible el hecho de que con pocos medios y una imaginación deslumbrante que nos mete en la historia hasta enclaustrarnos sigilosamente en ella, se puede hacer cine de verdad. A su vez, la película nos habla de la importancia de implicarse en lo que trabajamos aún a sabiendas de que no siempre obtendremos los mejores resultados. Valores como la firmeza o la empatía se dejan ver de manera notable en su protagonista Asger Holm (interpretado magistralmente por Jakob Cedergren).

La historia es bien sencilla. Un Policía al que tienen cogiendo llamadas en el Servicio de Emergencias de su ciudad, por haber sido demasiado conflictivo en la calle, recibe la llamada de Iben, una señora cuya identidad, familia e intenciones será el espectador quién las vaya reconstruyendo, existiendo en ella malos tratos y el posible ingreso en un hospital psiquiátrico de otro de los miembros de la pareja. Además, Asger hablará también con una de sus hijas, la niña de seis años Mathilda, que tiene una hermana pequeña llamada Olivia, que es un bebé. Toda esta movida a Asger (que se acostumbra más tarde que pronto a la tensión propiciada por otras llamadas que también precisan de su apoyo) consigue motivarle y aislarle en una habitación interior para resolver personalmente el caso. A su vez, el protagonista tiene un juicio que podría sacarlo de este puesto que le desagrada y que malogra por implicarse demasiado en este. Además, las decisiones que tiene que tomar, algunas de ellas necesariamente apresuradas, a veces son equivocadas y podrían hundir más en la miseria a los afectados. Se nos hace ver que sólo quedándose allí toda la noche trabajando en favor de Iben y Michael (su esposo albañil), su conciencia puede serenarse, y así se deja ver.

El guion cumple estrictamente las normas precisas de dosificación de la información al espectador, de tal modo que el amigo que le iba a sacar del trabajo administrativo se enfada seriamente con él, por no cumplir los protocolos oficiales; es posible asimismo que el precio que tenga que pagar por intentar trabajar decentemente sea el de ser acusado de enajenación mental por ello.

Como thriller, la película funciona a la perfección y no le sobra un plano, a la vez que desmitifica el trabajo de una Policía que desde aquí imaginamos como perdida en sus propias bromas y poco profesional, no hay más que ver la resignación con que el compañero de Asger se deja ver de vez en cuando, únicamente preocupado de comerse el bocadillo que le toca.

El trabajo técnico también es impecable, empezando por la eficaz producción de Lina Flint, la fotografía con iluminación fluorescente o directamente oscura en interiores en color de Jasper J. Spanning, el montaje conseguido también gracias a la planificación de Carla Luffe, así como la entidad de los cuatro personajes principales, a los que se suma alguna voz más de gente que llama por robos o lesiones en rodilla con el propósito de pedir una ambulancia antes que un policía.

Muy recomendable, por tanto, propuesta que se construye como todo en el cine y en la vida desde los detalles, para sorprendernos y hacer amar el Séptimo Arte desde todos sus elementos, propiciando una experiencia empática y que para algunos será catártica.