La pobreza y el trabajo

Película alemana con la que sufrir y entretenerse a partes iguales. Tres historias en una. Una banda sonora que equilibra lo peor y mejor de su historia. Una historia de búsqueda entre contenedores de basura y pobreza. ‘A la vuelta de la esquina’ ha obtenido el galardón ‘Sociograph Award’ 2018 de la Seminci a la película “más emocionante”

27 oct 2018 / 11:08 h - Actualizado: 28 oct 2018 / 08:20 h.
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  • ‘A la vuelta de la esquina’ ha obtenido el galardón ‘Sociograph Award’ 2018 de la Seminci a la película “más emocionante” © Sommerhaus Filmproduktionen anke Neugebauer
    ‘A la vuelta de la esquina’ ha obtenido el galardón ‘Sociograph Award’ 2018 de la Seminci a la película “más emocionante” © Sommerhaus Filmproduktionen anke Neugebauer
  • El pesimismo extremo articula toda la narrativa de la película. / El Correo
    El pesimismo extremo articula toda la narrativa de la película. / El Correo

A la vuelta de la esquina la película de Thomas Stubber, desde un pesimismo extremo, se deja ver y en ella los problemas cotidianos de un grupo de tres personajes disímiles a los que el destino junta, nos hace empatizar con ellos de la manera en que sólo el cine lo logra. Todo empieza cuando Christian (Franz Rogowski), un chico que trabajaba de albañil y que acaba de abandonar la cárcel por asaltar domicilios ajenos, entra a trabajar con Bruno (Peter Kurtz), encargado de la reposición al por mayor sobre todo de bebidas en un hipermercado de la periferia de una ciudad cualquiera, es de alguna forma el que mueve también los palés y el vehículo transportador de mercancías. Christian es torpe tanto con el apilador como con este vehículo, y además tiene la mala o buena suerte de que se enamora de Marion (Sandra Hüller), otra reponedora que le hace distraerse en lo que se considera un trabajo de precisión.

Se nos trata de contar las historias vitales de estos tres empleados desde la posición que da el trabajo precario que les ocupa y los problemas privados que ello les ocasiona. Christian es apocado y tiende a recluirse en sí mismo incluso cuando los fantasmas de su pasado le atormentan. Bruno encuentra cierto sentido vital en ayudar a su nuevo segundo empleado, pero el exceso de soledad y la bebida le tienen también por dentro hecho trizas. Y Marion, bajo la apariencia de bella rompecorazones que tiene (seguirá llamando a Chris novato mucho tiempo después de entrar), según Bruno es maltratada por su marido.

El guión escrito a cuatro manos entre Stubber y Clemens Meyer (que aporta también como material inicial unos relatos cortos que lo inspiran) está lleno de momentos agridulces, siendo una historia trágica y tan veraz como las de grandes filmes alemanes de los últimos tiempos, sin que exista además aparente referencia a ideologías o bandos políticos de ningún tipo. Una historia de la calle, donde un Chris ya rehabilitado sigue buscando comida en los cubos de basura que no debe y Marion sabe agradecer con la mejor de sus sonrisas y el pelo corto tanto bien recibido de este.

Los actores, la mayoría ya curtidos en el cine, saben dar lo mejor de sí mismos, ya sea belleza y cierta picardía en ella (una Marion a la que vimos también hace poco en «Toni Erdman»), solera y pachorra en el personaje mayor de edad (que hizo también un papel en la ya lejana «Good-bye Lenin»), siendo el más joven Christian el menos laureado en estas lides hasta la fecha (la película «Love steaks» de Clemens Pollazeck sería un ejemplo de su trabajo relativamente reciente).

La fotografía de Nicolas Canniccioni es estupenda y recrea el colorido del supermercado con eficacia. La música tiene un papel especial en la historia, no sólo la partitura propia, sino las obras de J.S. Bach, Johann Strauss o G.G. Anderson utilizadas, así como la más desasosegante canción moderna «Trouble Comes Knocking» de Timber Timbre, que nos da debida cuenta de cómo existe un equilibrio a la hora de narrar entre la banda de imagen y sonido.

La precariedad económica como tema de la calle, es algo con lo que estamos familiarizados en toda Europa y se agradece que no se empleen términos como los minijobs que tanto escandalizan y que sin embargo se centre el tiro en el tema meramente emocional, porque eso es el cine, y poca cosa más.

Existe un realismo en la propuesta tan perturbador (o quizá menos) como queramos verlo, a sabiendas de que por los conflictos que la película muestra, muere diariamente todavía muchísima gente en nuestras calles por este tipo de razones que llevan de una u otra manera a la exclusión social.