Las bicicletas son para el verano

Espléndida obre de Fernando Fernán-Gómez en la que los personajes se perfilan con exactitud casi quirúrgica, los diálogos están medidos hasta límites asombrosos y en la que se dibuja una España dividida por siempre jamás, llena de cicatrices.

21 ene 2017 / 12:00 h - Actualizado: 18 ene 2017 / 10:56 h.
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  • Portada de ‘Las bicicletas son para el verano’. / El Correo
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Don Luis, uno de los personajes de esta obra teatral, termina diciendo «sabe Dios cuándo habrá otro verano». Es ese un broche perfecto para una obra de teatro perfecta. Fernando Fernán-Gómez logra un clima verosímil, unos personajes que se mueven en un terreno que les hace crecer en cada intervención, rodeados de un drama colosal del que nadie puede escapar, logra representar un conflicto bélico terrible sin que aparezca una sola arma en el escenario, ironiza sobre lo imposible, dibuja la España de antes, durante y después de la guerra civil. Porque los grandes protagonistas de las guerras son los civiles y los militares. Todos. Nunca las armas. Esos son objetos que funcionan como vehículos (el autor los convierte en sonidos, sólo sonidos que destruyen las esperanzas). Las bicicletas son para el verano es, sin duda, una de las obras teatrales más importantes de todos los tiempos de la literatura española. Con un puñado de personajes podemos ver una España entera.

Me pregunto por qué no está entre los títulos de lectura obligada en institutos y colegios. En lugar de hacer leer a los jóvenes novelas y obras de teatro que les parecen un tostón (no lo son, pero así las reciben los chicos y chicas) alguien debería empezar a comprender que para cada libro hay un momento. Y que a la lectura se llega a través del gusto propio y no de la importancia de la obra. Son los libros como este los que dan la mano a los posibles lectores y no otros por muy importantes que sean. Para esos ya habrá un momento. Seguro que sí.

Fantástica obra de Fernán-Gómez. Echen un vistazo. No olviden, si manejan la edición de Espasa Calpe, leer el prólogo del que fue mi buen amigo Eduardo Haro Tecglen. Es soberbio. Y después de la obra, no antes.

Calificación: Una obra maestra indiscutible.

Tipo de lector: Cualquiera, pero sepan que la ironía inunda el texto.

Tipo de lectura: Fácil y muy amable.

Argumento: Fácil de seguir.

Personajes: Impecables.

¿Dónde puede leerse?: En cualquier parte.