NEDS: De pronto, en el lado oscuro

No todos los adolescentes tienen la posibilidad de estudiar, de tener una vida que entendemos como normal que les permite pensar en el futuro con cierta comodidad. Al contrario, hay chicos que están condenados a vivir entre violencia, drogas, problemas de todo tipo. NEDS retrata con acierto, con buen ritmo y con solvencia, una situación que viven o han vivido miles de jóvenes

25 mar 2017 / 12:25 h - Actualizado: 23 mar 2017 / 21:46 h.
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  • ‘Neds’ sirve de explicación del fenómeno de las pandillas y la violencia ciega que vale para cualquier momento y cualquier sociedad. / El Correo
    ‘Neds’ sirve de explicación del fenómeno de las pandillas y la violencia ciega que vale para cualquier momento y cualquier sociedad. / El Correo
  • La estética, el uso de la música, el tema tratado y la composión de los planos en ‘Neds’ recuerdan a ‘La Naranja Mecanica’. / El Correo
    La estética, el uso de la música, el tema tratado y la composión de los planos en ‘Neds’ recuerdan a ‘La Naranja Mecanica’. / El Correo
  • Al protagonista le encontramos siendo un niño que vive inmerso en un ambiente hostil. / El Correo
    Al protagonista le encontramos siendo un niño que vive inmerso en un ambiente hostil. / El Correo
  • El trabajo actoral que se realiza con e protagonista es de gran categoría. / El Correo
    El trabajo actoral que se realiza con e protagonista es de gran categoría. / El Correo
  • Cartel de la película. / El Correo
    Cartel de la película. / El Correo

NEDS es una categoría de adolescentes: los fracasados (No Educados) y Delincuentes.

Esta historia arranca con un niño, estudioso e inteligente, a punto de comenzar la secundaria, que vemos abocado al fracaso por la atmósfera que le rodea: sórdida en el hogar, cruel en la escuela y de delincuencia desatada en la calle. Muy marcado por un hermano mayor desviado ya en la marginalidad.

El director, Peter Mullan, eligió la Escocia suburbana en los años setenta y los ochenta para hacer un retrato de violencia adolescente, en medio de la que se gesta la creación de un monstruo, y conseguía una película densa en donde el drama –tremendo- del protagonista está rodeado muy sabiamente por la comedia cruel e inesperada, la tragedia, el esperpento y algunos momentos verdaderamente surrealistas. Todo funciona de manera homogénea. Una composición admirable, bien armada y con mucha fuerza.

Así que estamos, constantemente, entre la sonrisa y la tensión dramática en un guión imprevisible, inteligente y muy bien dosificado. Ese es el primer acierto. La utilización de la banda sonora para contrastar con el efecto de las imágenes, es bastante desconcertante y no se abusa del recurso, así que funciona; y el arranque, en unos coloristas años setenta con una fotografía que parece imitar la de la época, nos hace partir de un punto de vista que va a empezar a cambiar vertiginosamente hasta adentrarse en un lado oscuro que nunca hubiéramos imaginado.

Todo empieza a cambiar sutilmente siguiendo la historia. Crece nuestro protagonista y le encontramos de nuevo, ya adolescente y en una encrucijada.

John McGuill (Conor McCarron), es un héroe simpático, pero también un antihéroe, un villano y un monstruo temible; cómo se puede haber conseguido esto –y se ha conseguido perfectamente- es la clave del filme.

La composición del protagonista, es sublime, primero con un niño que está muy bien y que da paso a una interpretación de McGill adolescente sencillamente soberbia, conseguida sin duda con mucho trabajo, perspicacia y la ayuda de una buena dirección que ha sido capaz de arrancarle los matices más inesperados y más sutiles. Un trabajo actoral de la mayor categoría. Sería mucho decir que el resto de los actores está a la misma altura, pero casi; recordemos que son casi todos muy jóvenes, algunos auténticos niños y haber conseguido de más de una veintena de teenagers semejante igualdad de interpretación en creación de época, en acento, en movimientos, en agresividad, y en tono interpretativo, tiene que haber sido el resultado de un trabajo minucioso. La dirección artística es muy acertada.

Hay en la última parte unos paralelismos místicos que son coherentes con el guión, pero que resultan algo extravagantes y sobra un final metafórico y un tanto absurdo que nos deja bastante desconcertados, pero que no ha conseguido que la película pierda un ápice de fuerza.

La utilización de la música, el tema y la composición de algunos planos nos llevan a recordar La Naranja Mecánica.

Por supuesto que es una crítica a la sociedad y al sistema educativo y una explicación del fenómeno de las pandillas y la violencia ciega que vale para cualquier momento y cualquier sociedad.

Mullan, que es también actor, obtuvo el León de Oro en Venecia por The Magdalene Sisters, ha dirigido cortometrajes y actuado en Braveheart y Transpoiting.

La película interesa mucho y sorprende.