Ciudades y desarrollo económico: una defensa de la economía de barrio

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14 oct 2017 / 18:31 h - Actualizado: 14 oct 2017 / 18:38 h.
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Manifiesta el economista Ha Joon Chang , en su libro Economía para el 99% de la población (2015, Debate) que la economía debería definirse en función de su objeto, es decir, en función de la actividad económica, esto es, el dinero, el trabajo, la tecnología, el comercio, los impuestos y otras cuestiones relacionadas con nuestra manera de producir bienes y servicios, distribuir los beneficios generados durante ese proceso y consumir lo producido.

Todo esto ocurre en las ciudades, y ellas tienen un papel importante en el desarrollo de los pueblos, porque son crisol del desarrollo económico. Ya alguien dijo hace tiempo que el mundo era un escenario de ciudades en marcha. La historia le ha dado la razón y el mundo urbano sigue creciendo de forma imparable. La ciudad es un medio deseado para el ser humano, pero hay que admitir que la ciudad es uno de los constructos del ser humano más complicado e intrincado.

La ciudad es un sistema, un sistema complejo, formado por un conjunto de subsistemas, de funcionamiento –real o no– como verdaderos subsistemas funcionales operando en un conjunto, en el límite del caos. Es inevitable esta realidad por la propia termodinámica del sistema, pero sí hay posibilidades de control humano de esta incertidumbre y, sobre todo, de las consecuencias de un modelo inadecuado de ciudad.

Es responsabilidad actual de los Ayuntamientos y sus responsables hoy lo que sea una ciudad en el futuro. Javier Sánchez se plantea en un texto con título El papel de las ciudades en el desarrollo económico (2017, Colección Los retos de la Economía, RBA editores,) que el devenir de la Economía ha estado marcado por la profunda influencia de las ciudades, especialmente tras la revolución industrial y en tiempos más recientes en relación con la finalización de la II Guerra Mundial, debido al enorme crecimiento que experimentaron, tanto en población como en infraestructuras, de acuerdo con el autor citado. Evidentemente las ciudades tienen que ver con la economía y esta con las personas y su vida. Por ello, lo que decidamos en las ciudades y su forma de organización, así como sus relaciones internas como sistema, y con el entorno exterior, no es baladí para la vida, el confort, la felicidad y la salud de la ciudadanía. En la tribuna de hoy vamos a debatir algunos aspectos de esta realidad utilizado como hilo conductor el libro citado más arriba, y cuya lectura recomendamos.

De acuerdo con Javier Sánchez, una ciudad nace de las interacciones entre las personas que residen en un área cercana, que conforman una red de relaciones sociales y económicas que crece exponencialmente en densidad y complejidad a medida que el número de habitantes aumenta. Una realidad evidente es también que la dependencia no es exclusivamente del número, sino también de la realidad multigeneracional de la ciudad y sus barrios, también, y hoy muy importante, de la realidad multicultural que subyace en el crecimiento en número de habitantes de una ciudad. Además está la dependencia del sistema exterior desde el punto de vista económico de una ciudad.

No es lo mismo para un enclave urbano quién gobierne y qué grupos de poder económico se establezcan a escalas diferentes. Una ciudad puede resolver determinados problemas, con incidencia social y económica, pero otras cuestiones se determinan a una escala diferente que hay que considerar. Para una ciudad no es lo mismo quién gobierne en su región, o en el estado o en los grupos de estados que conformen una realidad mayor. Por ejemplo, la Unión Europea.

Las relaciones y las ideas cambian. Por eso no le podemos pedir todo en materia económica a un Ayuntamiento, aunque bien es cierto lo que se plantea en esta tribuna: las ciudades juegan un papel relevante en el desarrollo económico. Se dice que los dos grandes problemas de las ciudades para el futuro son el cambio climático y el incremento de la población en ellas, que conducirá a mayores porcentajes de descartes y desigualdades.

Para Javier Sánchez, autor del libro de economía que comentamos, también será problema el efecto de la transformación tecnológica y la automatización del empleo. Manifiesta que los rápidos y profundos avances tecnológicos llevarán a una sustitución paulatina de los empleos que son fácilmente automatizables. La sustitución dependerá de las habilidades y destrezas de los trabajadores; unos empleos serán más sustituibles que otros. Para J. Sánchez, en el contexto ciudadano, en el que precisamente conviven empleos que requieren una gran especialización con empleos sin cualificación, este hecho tendrá consecuencias graves, generando más pobreza, más segregación y más desigualdad. El impacto de la globalización en las ciudades se acrecentará en los tiempos venideros, a medida que el acceso a internet expanda la integración de todos aquellos servicios que puedan ser usados independientemente del lugar de origen.

Pensemos en aquellas empresas de compra por internet, los negocios pequeños de barrio nunca podrán competir con ellas, y la economía de barrio, lo que se denomina economía de proximidad, se resentirá. Se han perdido ya muchos negocios de barrio por múltiples razones y es responsabilidad de los políticos locales su protección para que la ciudad sea motor de desarrollo económico para sus moradores. En el año 2050 la población mundial alcanzará los 9.500 millones de personas, un 66% vivirá en ciudades.

Una economía, necesariamente no desligada del concierto internacional en un mundo globalizado queramos o no, de ciudad es necesaria. Quizás también una economía regional en un marco de redes de ciudades es el futuro. Ciudades como Sevilla y Huelva pueden unir sus economías y ser más fuertes con iniciativas valientes que los políticos deberían considerar. Y en cada ciudad velar por la economía de barrio, una economía real, la economía a la distancia del ciudadano.

Una persona cualquiera, si quisiera, debería poder adquirir cuestiones básicas sin salir de su barrio, en negocios de barrio que generen economía de encuentro y proximidad. Para ello el barrio, unidad funcional ecológica y social de la ciudad, auténtico subsistema de la misma, debe ser sano y confortable. Las ciudades son centros de inteligencia y conocimiento, una ideas polinizan otras, por eso son deseables y generan desarrollo económico que debe ser obligatoriamente distribuido. Las ciudades se pueden agrupar en redes de ciudades y con ello alcanzar mayores cotas de desarrollo real. Pero no olvidemos a la persona, el centro de todo.

Cualquier desarrollo debe conducir en el marco de las ciudades a la mejora del sistema social que sustenta la vida individual, familiar y colectiva. Por ello, invitamos a nuestros responsables municipales a que velen por la economía de los barrios.

El desarrollo económico de los barrios genera el desarrollo económico de la ciudad y la mejora de la calidad de vida de todos.