Ecología y paisaje en la Feria de Sevilla

La Feria es una maravillosa realidad poliédrica y compleja que hay que comprender y amar como un símbolo de esta especial y bella ciudad. Es mucho más que un sistema ecológico

06 may 2017 / 21:15 h - Actualizado: 06 may 2017 / 21:16 h.
"Medio ambiente","En verde"
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De acuerdo con Fernando González Bernáldez, el paisaje es la percepción subjetiva de un sistema de relaciones. La Feria de Sevilla puede ser entendida como un ecosistema y apreciada como un paisaje. Cuando la analizamos como ecosistema entendemos el complejo sistema de interacciones que mantiene entre su medio abiótico y su medio biótico. El medio abiótico de la Feria tiene muchos matices que conforman su matriz ambiental, como el microclima y el agua. El ecosistema de la Feria necesita recursos para funcionar, como energía y materia. De la utilización de los recursos emergen residuos que deben ser procesados. La Feria de Sevilla es una maravillosa realidad poliédrica y compleja que hay que comprender y amar como un símbolo de esta especial y bella ciudad.

La aproximación ecosistémica a la Feria exige hablar algo de su metabolismo pero es obvio que la Feria, viva desde 1847, es mucho más que un sistema ecológico que puede ser cuantificado. Podríamos calcular la huella de carbono de la Feria de Abril y pensar en cómo disminuirla sin perder ni un gramo de su esencia. La Feria es una realidad poliédrica, esencia del pueblo de Sevilla, un símbolo de una forma de vivir con alegría, una realidad con una gran memoria histórica que se renueva cada año, manteniendo su sello histórico, pero introduciendo elementos de nuevas tecnologías que la hacen actualizarse en equilibrio con los tiempos. La Feria de Sevilla es un fuerte motor de economía distribuida. Quizás el Ayuntamiento debería bajar la presión fiscal sobre los feriantes, especialmente sobre los más débiles. El Convenio Europeo del Paisaje lo considera un bien colectivo perceptible, un símbolo que expresa sentimientos, ideas y emociones de muy diversos tipos; una realidad subjetiva en relación con la persona que lo observa. Un paisaje tiene tantas expresiones e interpretaciones como personas lo observan; hay tantas ferias como personas la observan.

La Feria tiene un perfil, una línea del cielo, que forma parte del imaginario colectivo y debe ser preservado, si bien hemos de incorporar modificaciones acordes con tiempos y necesidades. En la Feria hay un tiempo, más este año, y un espacio, en que podemos diferenciar tres elementos: calles, casetas y calle del infierno. Cada uno de estos espacios tiene su matriz ambiental y sus consideraciones sociológicas. La calle del infierno es esencial, ¿quién no recuerda las horas con sus hijos disfrutando de los cacharritos? Podemos ver unos 56 «cacharritos» para pequeños y 63 de adultos, más las tómbolas, esenciales, y los más diversos puestos de cosas para comer. Su principal problema es el ruido, siempre pienso en los feriantes que pasan allí todo el tiempo y su riesgo laboral, y también en el distanciamiento de sus hijos. La verdad es que el ruido tiene poco arreglo, ya que tienen que existir música, sirenas y voces anunciantes. Recordamos con nostalgia aquellas ferias donde cada atracción tenía su propia música, y sonidos inolvidables como aquel: «Secretario, otra chochona».

No es imaginable una calle del infierno en silencio. La calle del infierno tiene pocas partículas en suspensión gracias a su pavimento y al esfuerzo de Lipasam y al baldeo de agua. Se podría incrementar el sombreado, valdría la pena estudiarlo. Las calles de la Feria son un elemento esencial, única vivencia de la Feria para muchas personas. Su limpieza es ejemplar y siempre hay algún operario en ellas, a cualquier hora del día y de la noche. En las calles hace falta más sombra, y cuidar los árboles que hay evitando el capricho de la poda innecesaria. Hay que poner más árboles en la Feria y gestionar bien los que tenemos. Quizás se pudiera hacer una prueba cubriendo de un tendido de tela los farolillos y ver la mejora que supone para el confort de la Feria. El acerado de albero genera partículas no adecuadas para salud, es necesario compactarlo y baldearlo con agua en las horas que convenga. Hay que mejorar el confort ambiental de las calles con sombra, agua y humedad especialmente ante los escenario previstos de cambio climático. Hacen falta puntos de agua para beber en las calles. Un vaso de agua embotellada es mucho más caro que un vaso de agua, excelente, de Emasesa para los visitantes a la Feria, nos recordaba recientemente Ricardo Gamaza.

Las casetas son una parte esencial de la Feria, se debe cuidar su medio ambiente. El problema es el sonido, un poco elevado gran parte del día. Pero es triste una caseta vacía. El esfuerzo de sostenibilidad de los «caseteros» es grande, recomendaciones de Lipasam, y se cuida la recogida de residuos. Se debe procurar la ventilación facilitando la circulación cruzada del aire. Hacen falta recomendaciones municipales al respecto en mayor cantidad y también recomendaciones para los que nos visitan. El número de casetas privadas es superior a 1.200 y las públicas no llega a 20. Esto no es deseable. La Feria deber ser más social e incrementar el número de casetas públicas. Juan Espadas, nuestro Alcalde, ha instaurado este año una caseta turística, es una magnifica iniciativa; enhorabuena. La Feria es un motor económico; se espera que genere 1.000 millones de euros. Pero no puede ser un lugar con explotación con aprovechamiento de la mala situación social. Nuestra iluminación, necesaria, imprescindible, debe ser sostenible con esas necesarias 237.000 bombillas.

La Feria de Sevilla debería ser una Feria Solar, ojalá lo veamos. Se generan alrededor de 1.500.000 kilos de residuos, sosteniblemente gestionados por Lipasam, con sus 392 trabajadores y 181 vehículos. La movilidad es una cuestión básica y para ello existe el Plan Municipal Especial de Movilidad que hace posibles desplazamientos, accesos y aparcamientos. Destacar también la singularidad del paseo de caballos y carruajes, con sus 700 vehículos admitidos cada día, y más de 1400 matriculaciones. Pero no nos gusta ver los caballos con las colas cortadas o recogidas; es maltrato animal, la cola tiene una función biológica. No olvidemos la seguridad que nos da el esfuerzo de esos 3.000 efectivos de Policía Local, Policía Nacional, y Guardia Civil, incluido el Seprona, y los esforzados bomberos y sanitarios. Finalmente, un aspecto esencial, la colaboración ciudadana y la solidaridad. hay casetas donde los trabajadores donan el dinero que ganan para obras sociales. La Feria es de todos y así debe ser y cada vez más, un hecho social consolidado y se necesita la colaboración de todos para hacer una Feria de Sevilla más amable. Hagamos una Feria de Sevilla de todos y para todos, de verdad, cada vez más saludable, ecológica y, por qué no, todavía más entrañable.