El pueblo que adelantó el 4D al 16 de octubre

Los Corrales celebró su manifestación por la autonomía un mes y medio antes que el resto

28 feb 2018 / 06:25 h - Actualizado: 28 feb 2018 / 08:37 h.
"Día de Andalucía","Cien años bajo una bandera"
  • Manifestación autonomista en Osuna días antes del 4D. Encabeza una pancarta de Los Corrales. / Cedida por Manuel Velasco
    Manifestación autonomista en Osuna días antes del 4D. Encabeza una pancarta de Los Corrales. / Cedida por Manuel Velasco
  • La caravana por el ‘Sí’ llega a Martín de la Jara. / Cedida por Manuel Velasco
    La caravana por el ‘Sí’ llega a Martín de la Jara. / Cedida por Manuel Velasco

Andalucía no se despertó el 4 de diciembre de 1977 y descubrió que su bandera era verde y blanca. Hubo un caldo de cultivo previo y uno de los ejemplos es que en un pueblo, quizá el primero de todos, la manifestación por la autonomía se celebró mes y medio antes, el 16 de octubre. A diferencia de lo ocurrido en Málaga con el asesinato de García Caparrós, la protesta allí fue totalmente pacífica. Hablamos de Los Corrales, en la Sierra Sur.

Si hay que atribuir a alguien este salto adelante en una de las comarcas más atrasadas de la provincia es a Diamantino García Acosta (1943-1995), sacerdote en Los Corrales desde 1969 que desarrolló, junto con un grupo de curas en la misma comarca, una intensa labor social y de concienciación a los jornaleros.

Lo recuerda Manuel Velasco, hoy diputado provincial por IU y memorialista, y en 1977 monaguillo de García Acosta. Y tras el hombre, el contexto: la Sierra Sur era un territorio atrasado, donde el hambre y la reivindicación de la tierra se identificó con la bandera blanca y verde «sin construcción intelectual, por la necesidad», explica Velasco. En 1968 habían comenzado las primeras ocupaciones de fincas, «una semilla que en otras comarcas no había».

En octubre de 1977 ese ambiente se mezcla con el que la televisión, la radio y los periódicos llevan desde otras zonas de España, que reclaman la autonomía perdida en la Guerra Civil, a Los Corrales. Incluso el ayuntamiento predemocrático se pronuncia por la autonomía andaluza y registra la convocatoria de esta manifestación, un 4D 45 días antes del 4D, a la que acuden entre 200 y 300 jóvenes del pueblo y que acabó en la plaza del pueblo y el Ayuntamiento, ante el que ondearon la bandera andaluza, sin colgarla del balcón.

En el mitin tras la manifestación intervino, recuerda Velasco, que asistió, el maestro Manuel Reyes, del PTA, un partido de izquierda de la Transición que arraigó con fuerza en el campo andaluz.

La manifestación de Los Corrales no fue el único precedente al 4D. En Osuna, recuerda Velasco, hubo otra manifestación entre el 16 de octubre y el 4 de diciembre, cuya foto ilustra este reportaje. El antropólogo Isidoro Moreno también cita entre los prólogos del 4D al pueblo gaditano de Puerto Real.

«Al 4D ya sí se sumó todo el mundo», rememora el hoy diputado provincial. «Los pueblos enviamos autobuses a Sevilla».

Los Ayuntamientos, desde el 23 de abril de 1979, comenzaron a reclamar la vía más rápida a la autonomía para que Andalucía no se quedara descolgada. «Mi pueblo volvió a ser el primero», recuerda con orgullo Velasco. El primer alcalde democrático, Rafael Montes (CUT), lo incluyó en el primer orden del día del primer pleno y ese «paso unilateral», recuerda Velasco, «presionó a los demás ayuntamientos» a sumarse. En ese ambiente, a ese pueblo perdido en la Sierra, a trasmano de cualquier parte, acudían artistas como Carlos Cano a actuar. Había «ilusión». «La bandera blanca y verde se identificaba con la esperanza de la reforma agraria, con el fin de la emigración y con el orgullo de ser de esta tierra. El himno, que pide ‘tierra y libertad’ recogía una reivindicación muy anhelada. La autonomía se enlazaba con las necesidades básicas y se mezclaba con la dignidad, sin desarrollos ideológicos, así ocurría en la Sierra Sur, en la Sierra de Cádiz. Era un nacionalismo no ligado, como en Cataluña o el País Vasco, a los sectores de derecha. Ninguno teníamos un análisis profundo de lo que era el nacionalismo andaluz». En ese contexto, García Acosta, con una formación muy superior a la de los jornaleros a quienes atendía, era «muy activo». Con ese germen se organizaban asambleas semanales, a veces diarias. Con los mismos ingredientes: la necesidad y la dignidad de ser andaluces.

Para cuando se convocó el referéndum y hubo que hacer campaña Velasco acompañó a García Acosta en su coche, un R4, por los pueblos de la comarca a pedir el voto por el sí el 28 de febrero de 1980. La caravana recorría poblaciones como Martín de la Jara, La Roda de Andalucía... y la política era aún rudimentaria: «bajábamos la ventanilla y gritábamos ‘¡Autonomía para Andalucía!’, arrojábamos papeles, llevábamos megáfonos...». Lograron un absoluto triunfo del «sí».

En esos meses había sindicatos democráticos que se asustaban de las ocupaciones de fincas y un presidente preautonómico, Rafael Escuredo, que se puso en huelga de hambre por la autonomía plena. Velasco acudió a apoyarlo a la plaza de América de Sevilla en plena mili, vestido de militar. Los campesinos de la Sierra Sur se encerraban entonces en la Diputación (en 1977 estaba en la plaza Virgen de los Reyes) o en la propia catedral y en sus reclamaciones por el empleo comunitario se mezclaba la bandera andaluza, como si todo fuera de la mano. «Había más ingenuidad que conciencia», recuerda el corraleño, que pocos años después sería concejal y teniente de alcalde en su pueblo.

«A partir de lograr la autonomía se vio la ingenuidad. Se pensaba que muchos objetivos se conseguirían en un año. Por ejemplo. Se pone en marcha una cooperativa con mucha ilusión, pero comienzan otros conflictos: cómo sacar para los sueldos. También los equipos humanos de entonces tenían poca preparación y eso produjo decepciones y frustración.: se lucha mucho y se conseguía poco. Y luego la profesionalización de la política, los gobiernos del PSOE que buscaban desactivar las movilizaciones... poco a poco el 28F fue pasando de reivindicativo a festivo. Los alcaldes, que fueron los motores de la autonomía, ya no lo son. Y la bandera ha quedado para las casetas municipales».