«Me pagan la luz, me quitan al niño»

Relato. Entidades como Stop Desahucios explican que los afectados en situación más severa de pobreza energética llegan a temer la intervención de los servicios sociales

09 ene 2018 / 21:16 h - Actualizado: 09 ene 2018 / 23:03 h.
"La pobreza energética"
  • «Me pagan la luz, me quitan al niño»
  • Las personas que necesitan ayudas de los servicios sociales ocultan sus necesidades por vergüenza. / Jesús Barrera
    Las personas que necesitan ayudas de los servicios sociales ocultan sus necesidades por vergüenza. / Jesús Barrera

La vida de quien cae en la pobreza energética es una espiral. De necesidad y de vergüenza. Así lo explica David Navas, miembro de Stop Desahucios especializado en esta problemática, que se disculpa porque ninguno de los afectados quiere hablar directamente con este periódico.

Lo hacen a través de él, que narra algunos testimonios como si la garantía de anonimato a las fuentes no fuera suficiente para los pobres energéticos, y por supuesto, con la garantía de veracidad que ofrece un testimonio de segunda mano.

«Hay familias que están en paro», explica, en las que ya no llegan ingresos. Y entonces comienza el calvario. Hay que hacer frente a los gastos de comida, de agua y luz, escolares, de la hipoteca... «Lo primero que hacen es pagar la hipoteca. Hasta que se dan cuenta de que la prioridad básica, la que tienen como seres vivos, es otra. Comer. Y entonces comienzan a sacrificar el pago de su techo».

Claro, cuando tienes niños en la familia lo último es quedarte en la calle. «Así que comienza la ocupación de una vivienda deshabitada. Y cuando llega el desalojo, de otra». En estas condiciones, prosigue, uno no puede pagar la luz ni aunque quiera.

«El Ayuntamiento no te da los papeles para el enganche de suministros, por lo que esa electricidad la tienes que conseguir con un enganche». Por eso Navas cree que el caso de la anciana de Reus que dio la vuelta a España tiene «algo de dramatización y algo más que de pobreza energética». También señala que enganchar la luz de forma ilegal es bastante más seguro que sustituir la electricidad por velas. No conoce a nadie que haya vuelto a las bujías y candelabros, y sí a muchas familias que se han visto abocadas a tomar la luz sin permiso. «La cita del bono social tarda 20 días. Calentar la comida a tu hijo no puede esperar tanto».

En esas condiciones intentar optar a ayudas sociales significa tener a los Servicios Sociales escudriñando todas las cuestiones familiares. «Y quien te puede dar el bono social te puede quitar a tu hijo, con lo que la gente que más lo necesita se muere de miedo si les hablas de los Servicios Sociales. Las multas por los enganches ilegales les dan igual porque ya estamos hablando de una exclusión fuerte».

Eso sí, la vergüenza hace que muchas familias oculten todo lo que puedan sus necesidades. El siguiente paso atrás es dormir en la calle. Una casilla desde la que es difícil avanzar.

De hecho, para salir hay que trabajar. Y se compite con desventaja. «Me contó un hombre joven, de 28 años, que madrugar para trabajar cuando se duerme en la calle es duro. El frío, los tiritones, el miedo, hace que uno amanezca en malas condiciones para echarse encima una jornada de trabajo, y otra al día siguiente...».

Por eso, su experiencia le dice que los bonos sociales para la pobreza energética solo están funcionando con las familias que aún conservan algún empleo, y por lo tanto se ven más perspectivas para salir de la pobreza energética. Pero su experiencia también le dice que en el sumidero de la necesidad cada vez entra más gente, «en silencio».