¿Por qué la unión Podemos-IU daña más al PP que al PSOE?

Una caída de 6 puntos en la participación respecto al 20D y la confluencia de izquierdas son los dos factores que pueden alterar el resultado del 26 de junio

08 may 2016 / 10:30 h - Actualizado: 08 may 2016 / 15:10 h.
"Elecciones Generales 2016"
  • Iñigo Errejón, Pablo Iglesias y Alberto Garzón dialogan en el Congreso de los Diputados. / K.Huesca (Efe)
    Iñigo Errejón, Pablo Iglesias y Alberto Garzón dialogan en el Congreso de los Diputados. / K.Huesca (Efe)

La repetición de las elecciones generales, el 26 de junio, apenas trae novedades respecto a los comicios de hace cuatro meses –mismos candidatos, mismos programas, similares estrategias de campaña-, pero todos los partidos reconocen que hay dos factores distintos que podrían torcer significativamente el resultado final: uno es la caída de la participación y el otro la confluencia entre Podemos, IU y las mareas, que concurrirán en una candidatura única.

En Andalucía, según los expertos consultados, ambos factores podrían tener consecuencias positivas para el PSOE de Susana Díaz. Siendo la lista más votada en las principales provincias, la abstención beneficiaría a los socialistas gracias a la inestimable ayuda de la Ley Electoral, que a menor participación hace más difícil la entrada de un tercer partido en las circunscripciones pequeñas, como Jaén, Huelva o Córdoba. Más complejo para el ciudadano es entender que la unión Podemos, IU y otras formaciones de izquierdas, en vez de perjudicar al PSOE como cabría suponer (provocando el tan consabido sorpasso), tendría un mayor impacto en el PP, como el propio líder popular, Juan Manuel Moreno Bonilla, ha reconocido esta semana. Si Podemos e IU repiten juntos su resultado en el 20D, podrían lograr tres diputados más en ciertas provincias donde saldría perdiendo la segunda fuerza en representación, es decir, el PP.

¿Cómo es posible? Obviamente, la confluencia Podemos-IU es susceptible de restar votantes al PSOE, pero de nada servirá si la participación baja significativamente, esto es, entre seis y siete puntos por debajo de las elecciones del 20D (del 71 por ciento al 65 o 64 por ciento). Estos números dependen de cómo se traduzcan en cada provincia, pero los expertos consultados coinciden en que una caída en la participación inferior a cuatro puntos «no afectaría mucho al resultado».

La abstención, a priori, beneficia a la lista más votada, como se han encargado de subrayar los socialistas estos días al acusar a Mariano Rajoy de buscar la repetición electoral por la previsible caída en el número de votantes. Pero en Andalucía, sobre todo en las circunscripciones pequeñas, ese factor beneficia más al PSOE, que el 20D ganó en cinco de ocho provincias. La confluencia Podemos-IU, si se traduce en la suma directa de los escrutinios que ambos lograron hace cuatro meses, permitirá a esta candidatura pelear por los restos de votos de ciertas provincias. La dirección del PSOE es consciente de esta carambola demoscópica, pero no se arriesgará a contar con ella como estrategia de campaña, porque «la abstención es un arma de doble filo y no hay ningún estudio concluyente que diga a quién beneficia realmente», dice un miembro de la ejecutiva. Aun así, todo el que asistió al discurso de Susana Díaz esta semana ante el comité director de su partido pudo constatar la escasa pulsión electoral que viven los socialistas, tras cinco convocatorias con las urnas en poco más de dos años. «La tropa está un poco cansada», decía un destacado miembro de la ejecutiva.

Pero Díaz necesita revalidar su victoria en Andalucía y ha advertido a los suyos que «una campaña apática» y que «desmovilice» será un regalo para el PP. Los socialistas andaluces lograron 1,4 millones de votos hace cuatro meses, un 31,5 por ciento del sufragio, que se tradujo en 22 diputados en el Congreso. El PSOE-A fue el más votado en Andalucía, pero con apenas 100.000 votos y un solo diputado más que el PP. Díaz hizo una lectura positiva porque también se medía internamente con su secretario general y candidato a la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, que en el conjunto de España apenas obtuvo un 22 por ciento del sufragio, nueve puntos por debajo de la cota andaluza, «el peor resultado de la historia socialista».

Para el 26J, el PSOE-A parte con un suelo electoral de 21 escaños «en el peor de los casos», porque admiten que podrían perder un diputado por Jaén en favor de Podemos-IU. En el mejor de los escenarios, el PSOE-A calcula que sumará tres escaños más (hasta 25), en las provincias de Granada, Málaga y Córdoba, donde los socialistas pondrán más énfasis esta campaña.

El pasado 20D, el PSOE se quedó a 600 votos de lograr el tercer diputado por Granada. Ahora quieren aprovechar el desgaste de los populares por la convulsa situación del Ayuntamiento granadino, tras la dimisión del exalcalde José Torres Hurtado (PP), para consolidar esa plaza. La distancia fue mayor en las otras dos provincias, Córdoba y Málaga, donde los socialistas se quedaron a 13.000 y 15.000 votos respectivamente de lograr un escaño más en cada circunscripción. La recuperación de los socialistas en estas tres provincias sería en detrimento de las fuerzas que el 20D quedaron terceras en representación, al quedarse con los restos de votos, es decir: Podemos y Ciudadanos.