Desnudo integral de un río

El Archivo de Indias acoge una exposición sobre el Guadalquivir científico, el artístico, el comercial, el aventurero, el paisajístico, el que le habla de tú al Nilo y el que descubrió un mundo

24 oct 2017 / 14:38 h - Actualizado: 24 oct 2017 / 21:00 h.
"Exposiciones"
  • Los mapas tienen un papel protagonista en la exposición del Archivo de Indias. / Reportaje gráfico: Pablo Bernardo
    Los mapas tienen un papel protagonista en la exposición del Archivo de Indias. / Reportaje gráfico: Pablo Bernardo
  • Uno de los manuscritos que integran la muestra.
    Uno de los manuscritos que integran la muestra.
  • Varios dispositivos permiten ampliar información y ver imágenes.
    Varios dispositivos permiten ampliar información y ver imágenes.

El río, domesticado, dejó de dar miedo, de inundar los pueblos, de engullir a la gente. Pero poco a poco, fue despojado también de otros rasgos de su carácter y de otras habilidades que le eran propias: la pesca, la navegación... «Es decir, nos hemos quedado con un río un poco fósil, pero que todavía nos puede y nos debe contar muchas cosas». Lo dice José Peral, profesor de Composición Arquitectónica en la Universidad de Sevilla y comisario de la exposición Guadalquivir, mapas y relatos de un río, que puede verse ahora y hasta el 18 de marzo del año que viene en el Archivo de Indias, que tiene mucho de monumento y de historia pero también de barco; al menos, metafóricamente, pues de él salieron y a él llegaron, durante muchos años, todos aquellos que a través del viejo Betis construyeron la gesta española en América.

La idea, como se explica en la muestra, es proponer al visitante «una doble mirada» mediante el texto y la imagen: el primero, como «texto literario, incluso poético, como tratado científico, informe técnico o incluso disposición legal», La segunda, como «representación cartográfica, pictórica y fotográfica, que acompaña a menudo a aquellos textos». He ahí los mapas y los relatos de los que habla el lema de la exposición, y con los que Peral ha tenido cuidado de no pretender montar un discurso cronológico con el que explicar el vínculo entre el río y sus hijos. «El plantear una cronología nos parecía que empobrecía esa relación, así que la planteamos en torno a actitudes y a ámbitos en los que esa relación puede ser un recurso, una amenaza, una acción de domesticar y acercarse al río, un mito, un proyecto de avance, de ciencia y de técnica...», explica el comisario.

Comparamos ciudades, pero no ríos. Siempre hay alguien dispuesto a sacar parecidos: Sevilla con Roma, Córdoba con Estambul, pero, ¿qué pasa con los ríos, que son los que erigen y mantienen con vida las ciudades? José Peral confiesa que hace días que viene pensando precisamente en eso. «En el ámbito de la Península Ibérica, pocos, o casi ningún río, tienen dedicado un pasodoble, por ejemplo, o esta misma colección de mapas, o una película, un documental... Si nos vamos a Europa, podemos encontrar ciudades que tienen su razón de ser por su emplazamiento junto al río, que no ocupan la desembocadura, pero que son similares al Guadalquivir y a Sevilla, caso de Roma con el Tíber, París con el Sena y Londres con el Támesis. No son ríos de gran longitud ni de gran caudal, pero actúan en torno a ellos ciudades en cuya imagen siempre aparecen». Y si se le pregunta, lo dice: «El Guadalquivir está en la categoría de los grandes ríos del mundo. Y así aparece reflejado desde los primeros geógrafos de la Antigüedad. Los dibujos de Ptolomeo, las referencias a la provincia Bética... Son pocos los casos en los que un río da nombre a una provincia, una de las primeras que administra el Imperio Romano y que pertenece al Senado, no al emperador. El Guadalquivir es comparable al Nilo».

Que nadie espere una exposición peliculera, repleta de trucos, atracciones y artificios. Como el propio Guadalquivir, el itinerario por las galerías de la primera planta del Archivo de Indias es un fluir tranquilo, diverso y discreto, donde uno descubre solo si se detiene a mirar, que es, como dice Peral, la gran labor que nos queda hacer con el río, la «necesidad» actual y más perentoria de quienes viven en el valle de este Guadalquivir que se pone igual de intenso y de dramático cuando quiere ser historia, cuando quiere ser canción y cuando quiere ser riada. Un río que a punto estuvo de llegar a Madrid, cuando se quiso canalizar una avenida que fuese desde la capital hasta el Atlántico; un río que cierta mitología llegó a imaginar con dos desembocaduras. De todo esto y de algunas historias más hablan las orillas de esta muestra, a las que acude la memoria a meter los pies y a mirar al horizonte, que es como mejor se imagina el futuro de una ciudad, de un río, de uno mismo o de lo que sea.