El mundo de Silverio en el Villamarta

En este caso no podemos decir aquello de que todo lo que queda en el olvido es que merecía ser olvidado, porque son piezas de una belleza extraordinaria

Manuel Bohórquez @BohorquezCas /
26 feb 2017 / 18:22 h - Actualizado: 26 feb 2017 / 18:32 h.
"Flamenco"
  • El mundo de Silverio en el Villamarta

El bailaor y coreógrafo onubense Rafael Estévez, ahora director de Ballet Flamenco de Andalucía, destaca por ser uno de los artistas flamencos que más bucea en el pasado del arte jondo a la hora de montar sus obras. Ese era el objetivo de Aquel Silverio, el espectáculo con el que se ha estrenado en el ballet regional y que abrió el pasado viernes el XXI Festival de Jerez. Viajar al tiempo del cantaor sevillano Silverio Franconetti (Sevilla-1831-1889) para, desde una óptica y técnica actuales, mostrar aquel mundo maravilloso de las academias boleras, los cafés cantantes, los cantes y bailes populares y el arte más jondo o gitano, o sea, la base de lo que hoy conocemos como flamenco.

No era fácil contar todo esto en una obra de casi dos horas y solo se podía hacer investigando mucho y contando con especialistas de la talla de Guillermo Castro Buendía, encargado de transcribir partituras del siglo XIX, quizás una de las cosas más interesantes de este proyecto, porque muchas de esas piezas eran muy desconocidas, como la Rondeña de Murciano y otras. En este caso no podemos decir aquello de que todo lo que queda en el olvido es que merecía ser olvidado, porque son piezas de una belleza extraordinaria, un tesoro de la rica música española.

Aquel Silverio, es una obra quizá demasiado larga y sin un hilo argumental fácilmente entendible, al no haber diálogos, solo una sucesión de escenas con coreografías muchas de ellas interesantes, cante de no mucha calidad y demasiada oscuridad sobre el escenario. Si alguien no se había enterado de que se iba a homenajear a la figura de Silverio, ni se habría dado cuenta, porque no quedó claro si era cantaor –cantador, como se día entonces–, bailaor o picador de toros. No tuvo el protagonismo que esperábamos, aunque a lo mejor era un deseo personal del crítico, al ser un apasionado de todo lo relacionado con el maestro sevillano. Ni siquiera una imagen de él, algo que nos llevara a él.

No sabemos cómo cantaba en realidad Silverio porque no dejó nada grabado, aunque por algunos de sus cantes, como sus famosas cabales, tuvo que ser un cantaor portentoso y tampoco en este aspecto hay mucho que destacar de esta obra, quizá la parte menos cuidada de todas, muy por debajo del vestuario, algunas de las coreografías, el vídeo del pintor Patricio Hidalgo y la música de Jesús Guerrero. Recordemos que, aunque fuera picador de toros algún tiempo, que fue uno de los motivos de su viaje a Sudamérica, era sobre todo cantaor, el mejor de su época, según testimonios como los de Don Antonio Chacón, Fernando el de Triana o Rafael Pareja, entre otros.

Lo que más me gustó de esta obra flamenca fue el hecho de que Rafael Estévez y Nani Paños –soberbio bailarín este último, por cierto-, se hayan embarcado en este hermoso y, en algunos momentos, emocionante proyecto, entre otras cosas porque era muy necesario. Que lo hayan llevado a cabo, además, con un elenco tan joven y tan bien preparado, y, sobre todo, con tanta elegancia y sin caer en eso que es siempre un riesgo cada vez que se ahonda en el pasado del género flamenco: lo casposo, el tipismo y la vulgaridad. Esperaba una obra más rotunda, quizá, pero es un trabajo de mucho mérito, con una buena dosis de talento y creación, como no podía ser menos estando al frente quienes ya habían conquistado hace años a los amantes de la danza y el baile flamenco con otras obras interesantes y siempre valientes y nada casposas.

Ficha técnica:

XXI Festival de Jerez. Aquel Silverio. Ballet Flamenco de Andalucía. Dirección y coreografías: Rafael Estévez y Nani Paños. Música original: Jesús Guerrero. Bailarín principal: Valeriano Paños. Cante: Sebastián Cruz, Matías López El Mati y José Luis García Cheíto. Bailarinas: Irene Correa, Nadia González y Carmen Yanes. Solistas: Sara Jiménez y Macarena López. Guitarras: Manuel Urbina y Paul Ballet. Teatro Villamarta, 24 de febrero de 2017. Calificación: ***