Genialidad, erudición, maestría y diversión

Una comedia clásica de aventura y enredos, tan imaginativa como hilarante, que nos demuestra que la erudición no está reñida con la diversión.

17 feb 2018 / 16:56 h - Actualizado: 17 feb 2018 / 16:59 h.
"Teatro"
  • Genialidad, erudición, maestría y diversión

Una comedia clásica de aventura y enredos, tan imaginativa como hilarante, que nos demuestra que la erudición no está reñida con la diversión. Es lo que nos propone Alfredo Sanzol con esta obra, deliciosa y entrañable, que puso al público sevillano en pie para dedicar a los intérpretes una ovación con palmas a compás.

El texto parte de un proceso de investigación sobre el humor en el teatro que transcurrió a lo largo de ocho talleres. El resultado fueron dos nuevas producciones inspiradas en las comedias de William Shakespeare, ‘Sueño’ de Andrés Lima (que tuvimos la ocasión de ver en el Teatro Central el pasado mes de diciembre) y esta nueva propuesta de Sanzol ‘La Ternura’, que fue la primera en estrenarse en La Abadía, coproductora del proyecto.

La historia gira en torno a tres mujeres de la aristocracia española, una madre y dos hijas que no quieren asumir el rol de esposas y madres que las mujeres de su época estaban obligadas a desempeñar. Ante la obligación de casar a sus hijas la madre, que es un poco bruja, decide provocar una tempestad para que la embarcación que las lleva derechitas al matrimonio naufrague en una isla que cree desierta, y por tanto a salvo de los hombres. Pero, mira por donde, allí residen tres hombres, un padre con sus dos hijos, quienes llegaron allí veinte años atrás con el mismo propósito, esto es, huir de las mujeres y del sufrimiento que puede llegar a causar el desamor y las relaciones de pareja. Al descubrirlos las mujeres se visten de hombres, pero su engaño no evita que los hijos se sientan atraídos por ellas. Y en muy poco tiempo el deseo les gana la partida, al igual que ellas, que son las auténticas dueñas del desenlace final.

Al principio tenemos la impresión de estar asistiendo a una suerte de juego teatral que no pasa de ser un mero divertimento más o menos erudito, ya que remite a conocidas comedias de Shakespeare, como ‘La Tempestad’, ‘Noche de Reyes’ o ‘Mucho ruido y pocas nueces’. De hecho a lo largo de la obra, a manera de guiño, el autor encaja los títulos de las catorce comedias del insigne dramaturgo inglés. Pero más allá del juego y la risa, la dramaturgia esconde un complejo entramado formal que consigue hacer que, de alguna manera, la prosa se impregne de poesía hasta sonar a verso clásico y las metáforas y comparaciones encierren toda una reflexión sobre la potencia vital del deseo y la futilidad de reprimirlo. Pero Sanzol no se queda ahí, porque en realidad, lo que pretende -y consigue- es recordarnos que el amor muere si no se expresa, y para ello es fundamental recurrir a la ternura, de ahí el título de la obra.

La puesta en escena potencia el juego teatral que nos propone la dramaturgia llevando al extremo el pacto entre espectador y hecho teatral. Así, el espacio escénico se torna en isla sin ningún elemento escenográfico característico; la música se basa en canciones populares, fácilmente reconocibles que los actores y actrices interpretan en directo con auténtico dominio, mientras la iluminación sugiere la imagen de un espacio abierto natural y el vestuario nos sitúa la historia en su época, aunque sin renunciar a revestirla de un cierto aire de cuento. Todo ello se completa con una dirección de actores que imprime un ritmo fluido, que aunque decae en algunos momentos no tarda en remontar, sobre todo en la escena final, donde se torna frenético. Claro que para ello Sanzol cuenta con un reparto soberbio, seis grandísimos cómicos que rebosan genialidad, versatilidad y vis cómica.


Obra: La Ternura

Lugar: Teatro Central, 16 de febrero

Compañía: Teatro de la Ciudad

Texto y dirección: Alfredo Sanzol

Música: Fernando Velázquez

Intérpretes: Paco Déniz, Elena González, Natalia Hernández, Javier Lara, Juan Antonio Lubreras y Eva Trancón.

Calificación: *****