Giraldilla Flamenca de Lebrija para el guitarrista almeriense Tomatito

Que reconozcan su carrera en la tierra de Pedro Peña y Pedro Bacán, dos grandes guitarristas, es todo un detalle. Una Giraldilla muy bien dada, sin lugar a dudas

Manuel Bohórquez @BohorquezCas /
21 abr 2017 / 14:37 h - Actualizado: 22 abr 2017 / 17:33 h.
"Flamenco","Tomatito"
  • Tomatito, durante una actuación en la Bienal de Flamenco en el Teatro Lope de Vega. / José Luis Montero
    Tomatito, durante una actuación en la Bienal de Flamenco en el Teatro Lope de Vega. / José Luis Montero

José Fernández Torres, el guitarrista almeriense Tomatito, recibirá el próximo domingo la Giraldilla Flamenca de Lebrija, galardón que tienen ya destacados artistas del arte flamenco y que concede cada año la Peña Flamenca Pepe Montaraz, de esta localidad sevillana de tanta tradición jonda. Manolo Sanlúcar o Miguel el Funi son algunos de los galardonados con esta importante distinción flamenca.

La carrera del tocaor gitano de Almería es digna de ser contada, porque ha sido una auténtica lucha por la superación. Nacido en 1958 en el barrio de Pescadería, en una familia muy humilde, hijo y nieto de guitarristas –sobrino, por cierto, del gran Niño de Miguel, un genio del toque–, siendo un niño de 12 años se trasladó a Málaga con su familia y fue en esta ciudad donde comenzó en realidad su carrera, que sería meteórica.

En uno de los tablaos más emblemáticos de Málaga, La Taberna Gitana, lo descubrió Camarón y cambió su vida por completo. El genio de la Isla había tenido de guitarristas a fenómenos como Paco Cepero y Paco de Lucía, entre otros, y vio en el almeriense un diamante en bruto que merecía ser pulido. El chaval tenía unas condiciones magníficas para tocar la guitarra como le gustaba a Camarón: sonando flamenco sin resultar anquilosado en unas formas que estaban ya superadas.

¿Buscaba a un Paco de Lucía más joven y menos famoso? Seguramente, pero lo cierto es que en Málaga nació un binomio cantaor-guitarrista, tan importante como antes lo habían sido los de Chacón y Montoya, Caracol y Melchor de Marchena o el propio Camarón y Paco. Un binomio que duró hasta que murió Camarón, en 1992. Algunos pensaron que Tomatito bajaría de nivel, pero no ocurrió precisamente eso, porque era ya un grande de la guitarra flamenca y siguió entre los grandes. Aunque ya había coqueteado con el concertismo –participó en el I Giraldillo del Toque, en 1984–, cuando murió Camarón se centró más en esa faceta y hoy es uno de nuestros guitarristas más reconocidos y laureados en el mundo, con varios Grammys Latinos. Antes de quedarse sin Camarón, el Tomate había grabado ya dos discos en solitario, Rosas del amor (1987) y Barrio negro (1991), de no mucha repercusión. Luego, su producción aportó trabajos muy interesante, como Paseo de los Castaños (2001), Aguadulce (2004), y otros.

El Tomate, como lo llaman sus admiradores, es un guitarrista muy apreciado en Sevilla desde que venía con Camarón, tanto a los festivales de verano de los pueblos como a la Bienal de Flamenco. Le gusta Sevilla, como le gustaba a Enrique Morente, con quien por cierto colaboró también una vez desaparecido Camarón, aunque ya lo hizo anteriormente en uno de los discos más emblemáticos del maestro de Granada, Sacromonte, en 1982, cuando el Tomate tenía solo 24 años.

Desaparecido Paco de Lucía, muchos ven en Tomatito a su sucesor, aunque él suele evitar siempre ese debate, porque piensa que es absurdo. Tomate es de la escuela de Paco, como casi todos los de su generación, pero no es ni mucho menos un copista del genio, sino un guitarrista con enorme personalidad y un carisma personal y artístico indiscutible. Que reconozcan su carrera en Lebrija, la tierra de Pedro Peña y Pedro Bacán, dos grandes guitarristas, es todo un detalle. Una Giraldilla muy bien dada, sin lugar a dudas. ~