Indómita, poderosa, valiente, rebelde, genial

Crítica del espectáculo ‘Caída del Cielo’ *****

03 mar 2018 / 21:31 h - Actualizado: 03 mar 2018 / 21:48 h.
"Flamenco","Danza"
  • Rocío Molina asume el papel principal en ‘Caída del cielo’. / El Correo
    Rocío Molina asume el papel principal en ‘Caída del cielo’. / El Correo

Indómita, poderosa, valiente, rebelde y genial. Así se muestra Rocío Molina en Caída del cielo, una obra deliciosamente irreverente que supone un canto a la libertad creativa, tan castigada por algunos sectores del flamenco.

En la primera escena Rocío aparece, como salida de la nada, con una bata de cola blanca en medio del escenario, y en completo silencio lleva a cabo un soliloquio dancístico que no duda en lanzarse al suelo con una suerte de danza contemporánea, sumamente rigurosa, que sigue los latidos de su compás interno. Acto seguido la artista huye de la estampa clásica de la bailaora flamenca para, enfundada en una bata que remite al mundo del boxeo, disponerse a luchar con el baile hasta recorrer todas las emociones que encierra el flamenco: pasión, entrega, indefensión, rebeldía, sensualidad, desplante, alegría, sufrimiento y una mijita de guasa con la que en un momento del espectáculo aprovecha para reírse de ella misma.

Magníficamente acompañada por la batería de Pablo Martín Jones, la guitarra de Eduardo Trasierra, las palmas de José Manuel Ramos Oruco, y la voz de un José Ángel Carmona en estado de gracia, Rocío incorpora a la banda sonora el espíritu rebelde y trágico de los versos de García Lorca que Enrique Morente cantó junto a Lagartija Nick en su disco Omega. Los músicos reproducen un fragmento de uno de sus temas más significativos en directo al principio del espectáculo, a manera de un guiño que culmina con una pincelada, al final de la obra, de otro poema del insigne poeta granadino que Camarón de la Isla tuvo a bien interpretar para remover las entrañas del purismo: La leyenda del tiempo. Pero antes de eso la genial bailaora trasciende su cuerpo femenino con un singular recorrido dancístico cargado de fuerza, potencia y virtuosismo técnico que va de los tangos, al garrotín y las bulerías hasta pararse en los tangos del Piyayo –que Rocío salpica de sensualidad– y culminar con una solea colmada de solemnidad que desprende todo el potencial trágico del flamenco. Y es que, uno de los rasgos que hacen grande a esta manifestación artística es, precisamente, que puede ser vanguardia y tradición a un tiempo.

Obra: Caída del cielo

Lugar: Teatro Central, 2 de marzo

Dirección artística, coreografía, dirección musical y baile: Rocío Molina

Composición música original: Eduardo Trasierra

Cante y música: José Ángel Carmona, Eduardo Trasierra, José Manuel Ramos Oruco y Pablo Martín Jones

Calificación: Cinco estrellas