«Jota, eres un monstruo»

La ópera prima del también actor Raúl Arévalo se alza con el Goya principal. Juan Antonio Bayona consigue la mejor dirección por ‘Un monstruo viene a verme’ y los sevillanos Alberto Rodríguez y Rafael Cobos logran el premio al mejor guión adaptado

05 feb 2017 / 00:55 h - Actualizado: 05 feb 2017 / 13:37 h.
"Premios Goya"
  • Raúl Arévalo posa con el Goya a la mejor película, ‘Tarde para la ira’. / Efe
    Raúl Arévalo posa con el Goya a la mejor película, ‘Tarde para la ira’. / Efe
  • Alberto Rodríguez recoge el Goya ganado junto a Rafael Cobos por el mejor guión adaptado, el de ‘El hombre de las 1.000 caras’. / Efe
    Alberto Rodríguez recoge el Goya ganado junto a Rafael Cobos por el mejor guión adaptado, el de ‘El hombre de las 1.000 caras’. / Efe
  • El director Juan Antonio Bayona, con la estatuilla por su dirección en la película ‘Un monstruo viene a verme’. / Efe
    El director Juan Antonio Bayona, con la estatuilla por su dirección en la película ‘Un monstruo viene a verme’. / Efe
  • Emma Suárez recoge su segundo Goya de la noche, el de mejor actriz protagonista. / Efe
    Emma Suárez recoge su segundo Goya de la noche, el de mejor actriz protagonista. / Efe
  • Roberto Álamo, Goya al mejor actor protagonista por su trabajo en ‘Que Dios nos perdonde’. / Efe
    Roberto Álamo, Goya al mejor actor protagonista por su trabajo en ‘Que Dios nos perdonde’. / Efe
  • Anna Castillo, mejor actriz revelación por ‘El olivo’. / Efe
    Anna Castillo, mejor actriz revelación por ‘El olivo’. / Efe
  • Carlos Santos, mejor actor revelación por ‘El hombre de las 1.000 caras’. / Efe
    Carlos Santos, mejor actor revelación por ‘El hombre de las 1.000 caras’. / Efe
  • El gaditano Manuel Soto, con su Goya al mejor actor de reparto por ‘Tarde para la ira’. / Efe
    El gaditano Manuel Soto, con su Goya al mejor actor de reparto por ‘Tarde para la ira’. / Efe
  • La cantante Silvia Pérez Cruz posa con el Goya a la mejor canción original por ‘Ai, ai, ai’, de la película ‘Cerca de tu casa’. / Efe
    La cantante Silvia Pérez Cruz posa con el Goya a la mejor canción original por ‘Ai, ai, ai’, de la película ‘Cerca de tu casa’. / Efe
  • Ana Belén recibió el Goya de honor por su carrera en la cinematografía española. / Efe
    Ana Belén recibió el Goya de honor por su carrera en la cinematografía española. / Efe

No importa que, a última hora, Tarde para la ira le arrebatara la guinda del pastelón llevándose el premio a mejor película. Los otros nueve conseguidos dejaban claro quién es quién. Lo dijo Oriol Tarragó con su premio al mejor sonido bajo el brazo. «Jota, eres un monstruo». Para entonces, la gala llevaba una hora y media, iba todavía por la mitad y era el séptimo Goya que ganaba Un monstruo viene a verme, de ese Jota que es como llaman a Juan Antonio Bayona y que anoche volvió a ser uno de los grandes protagonistas de la celebración anual del cine español. Y eso que tanto la historia –que es el alma de toda película– como la mismísima Sigourney Weaver, el gran reclamo internacional de su largometraje, se quedaron sin galardón. Sus lágrimas, sus carcajadas, los aplausos dados y recibidos y el torrente de premios que se llevó su obra bastaron para convertir su rostro en el del ganador de la noche.

El piropo de Tarragó lo sintetiza muy bien. Fue uno de esos arrebatos cañís, una de esas improvisaciones refrescantes que proliferaron durante toda la noche y que acabaron dando el toque español –necesario, porque se trataba de eso– a una ceremonia que lenta, muy lentamente, empieza a dejar de querer parecerse a la de los Oscars y a cobrar carácter propio. El megáfono con el que desahogaba sus tensiones Antonio de la Torre, el beso en la boca entre Dani Rovira y Karra Elejalde, el técnico que aprovechó el premio recibido para pedirle a su hijo que estudiara más y hasta la poco elegante sequedad de boca de Ana Belén, pidiendo agua para poder despegar los labios en pleno repaso leído –bellamente, en plan admirada actriz antigua, pero leído– a su larga trayectoria profesional con motivo del Goya de Honor. Hablando de lecturas: como en España no sabemos vivir sin discurso institucional, nuevamente salieron la presidenta de la Academia, Yvonne Blake, y su vicepresidente a soltar la conveniente monserga, que por fortuna fue lo suficientemente anárquica en sus formas como para no alterar en esencia la marcha festiva de la noche. Que como manda la tradición y aconseja el estado de cosas fue reivindicativa –en especial, por la igualdad y el reconocimiento de las mujeres en el cine–, pero que supo ser entretenida por encima de su duración de cerca de tres horas –dos y tres cuartos, por ser más concretos–. Dani Rovira, en su tercera intentona como presentador, tuvo sus ráfagas de moderada gracia y si en algún momento provocó carcajadas fue con sus morcillas fuera de texto, como cuando felicitó al orondo y calvo Agustín Almodóvar por su película Psicosis.

Tarde para la ira ganaba en el esprint final el título a la mejor película, tras haber obtenido antes el de mejor actor (Raúl Arévalo), guion original (David Pulido y el propio Arévalo) y actor de reparto (Manolo Solo). Era una guerra dura: frente a esta producción no solo estaba la de Bayona, sino también, muuy potente y con serias posibilidades, El hombre de las mil caras. Esta última le dio a su autor, el sevillano Alberto Rodríguez, la alegría de llevarse el Goya por el guion que él mismo adaptó junto con Rafael Cobos, y otro para Carlos Santos como actor revelación. Una categoría esta que, en su modalidad femenina, reconoció a la humanísima Anna Castillo, autora de uno de los discursos improvisados más auténticos de la noche, y eso que hubo varios (eso sí, todos muy cortos, obedientes al requerimiento de la Academia para no alargar la noche más allá de lo necesario). Antes de la gala, Anna tenía 7.123 seguidores en Twitter; después de la gala, 7.753. Si esa diferencia le augura o no más trabajo como actriz en lo sucesivo, es algo que está por ver. Esto es España.

Emma Suárez hizo historia con su doblete como actriz principal y de reparto. Y Almodóvar fue el patriarca sonriente de la ceremonia. Era lo que se pedía.