La gran novela rusa... que casi nadie ha leído

Meettok publica sin censura ‘Yevgueni Oneguin’, de Pushkin, cumbre de la literatura de su país

24 jun 2017 / 06:34 h - Actualizado: 24 jun 2017 / 09:55 h.
"Libros"
  • Uno de los cuadros dedicados a la muy pushkiniana San Petersburgo por el autor manresano Ernest Descals.
    Uno de los cuadros dedicados a la muy pushkiniana San Petersburgo por el autor manresano Ernest Descals.
  • Retrato de Alexandr Pushkin por Tropinin.
    Retrato de Alexandr Pushkin por Tropinin.

«Es la gran novela rusa que casi nadie ha leído», afirma Manuel ángel Chica Benayas, traductor y prologuista de este Yevgueni Oneguin, de Alexandr Pushkin, que ahora publica la editorial Meettok incluyendo los textos eliminados por la censura zarista. Se trata de la obra cumbre de la literatura de aquel país, aclamada junto con su autor por todos los escritores posteriores: Tolstói, Nabókov (quien dijo que era «la primera novela rusa y la más fundamental»), Dostoievski («Somos pigmeos en comparación con Pushkin», escribió. «Entre nosotros ya no queda ningún genio como él. Yevgueni Oneguin refleja Rusia mejor que nada»), y hasta el compositor Chaikovski (que le hizo una partitura porque un buen día sintió «el impulso irreparable de ponerle música a todo lo que en Yevgueni Oneguin estaba pidiendo música»).

Comenzada en el destierro y culminada en 1830 en San Petersburgo, la ciudad emblemática del autor y su obra, que aparece aquí retratada por los pinceles del artista manresano Ernest Descals, «es un mosaico perfecto de todas las pequeñas teselas que componen ese gigantesco y colosal todo que es Rusia», sostiene Chica. «Está la Rusia de la melancolía y los días oscuros, pero también la Rusia alegre y luminosa, la Rusia de la fría belleza y la Rusia de las pasiones ardientes, la Rusia de los caminos de barro y la Rusia de los pensadores y los intelectuales, la Rusia rural y la Rusia cosmopolita, la Rusia de las tradiciones y la Rusia revolucionaria, la Rusia de los siervos y la Rusia de los trabajadores, la Rusia de antes, de ahora y de siempre».

Pushkin, que es «el modelo del poeta pensador romántico», aborda en esta novela los grandes temas de ese movimiento: el amor, la familia, la amistad, el honor, la hipocresía, las convenciones sociales, el destino y el individuo frente a la sociedad. «Y por supuesto», añade el traductor, «es fundamental el encuentro entre la ciudad y el campo. Este tema, simbolizado por la llegada de Oneguin a la aldea de Tatiana, es lo que va a activar la novela y lo que va a generar todos los conflictos. La pugna entre lo viejo y lo nuevo y la posibilidad de entendimiento entre ellos va a desencadenar algo parecido a lo que en otras obras sería considerado el destino» y que en esta, como descubrirán quienes lleguen a leerla, será «algo muy diferente».

Una curiosidad en la forma y otra en el contenido: la edición de Meettok incluye, además de las partes censuradas, también la versión original en ruso, y está todo escrito en verso aunque la traducción prescinde de la rima porque ello supondría, a la postre, caricaturizar la obra como tantas veces ha sucedido en estos casos. Por lo demás es, en todo, una novela. Y ahora es cuando viene la curiosidad de contenido en el personaje de Tatiana: ante esta obra, según hace notar Manuel Ángel Chica, «es importante tener en cuenta que la literatura en la Rusia de la época es una literatura esencialmente escrita para la mujeres. Del pequeñísimo porcentaje de rusos que sabían leer y escribir (se estima que en la época era menor al 5 por ciento) en un país de 110 millones de habitantes profundamente rural, los únicos lectores asiduos eran las mujeres. Y, de ellas, sobre todo las jóvenes. Aparte de por entretenimiento y de ser una forma de escape, las jóvenes leían para aprender, para conseguir una cultura que se les negaba y que estaba reservada a los hombres». Tatiana toma su carácter de estas mujeres, en esta novela de personajes.

Tatiana es, prosigue, «el personaje con el que se abre toda esta galería de retratos ejemplares, además de, con seguridad, el más grande de todos ellos. Tatiana es un personaje atípico hasta el momento en la literatura. Tatiana rompe el modelo de mujer sumisa y pasiva incluso de su propia vida. Es culta, y además comprende el alma humana mejor que cualquier otro personaje de la novela. La lectura ejercita su mente y alimenta su imaginación. Espera la llegada de aquel que conmueva de verdad su corazón como un encuentro consigo misma».

Tatiana «tiene un pensamiento propio y entiende el amor no como un deber sino como el signo supremo de la libertad. Y por ello, quiebra las normas sociales y no espera a ser percibida, elegida y rescatada. Es ella la que toma el mando de su vida, elige y actúa. Y escribe una carta de amor a Oneguin. Tal vez la primera carta de amor escrita por una mujer a un hombre en toda la literatura... O, por lo menos, la que marca un antes y un después».

Pushkin es el modelo del poeta romántico y el padre de la literatura rusa moderna. Nace el 6 de junio de 1799 en el seno de una familia acomodada que mantiene relaciones con la intelectualidad de la época. Desde muy joven se interesa por Voltaire, Molière, Shakespeare y Byron (de quien tomó el ejemplo de la novela en verso), cuyas lecturas dejaron una profunda huella en su obra. En San Petersburgo entra en contacto con los círculos artísticos y progresistas, y sus poemas se cargan de una punzante crítica política. Debido a su manifiesta oposición al zarismo, Alejando I condena a Pushkin en 1820 al destierro, que transcurre en el Cáucaso, Ucrania, Crimea y Moldavia... y eso porque lo enchufaron, porque lo iban a mandar a Siberia. Con la subida al trono de Nicolás I, la hostilidad de la corona hacia Pushkin se suaviza y este puede regresar a San Petersburgo en 1826. A partir de ese momento, sus éxitos se suceden uno tras otro y se consagra como autor.

Murió el 10 de febrero de 1837 tras un duelo con el supuesto amante de su mujer, que se jactaba de su romance y que finalmente le metió un tiro en el vientre que lo tuvo agonizando dos días. El traductor del libro recuerda que «vivió y sintió deprisa. Alcanzó la gloria muy pronto y su romántica y temprana muerte rubricó una vida plena que, de no haberse visto truncada, nos hubiera dejado obras que hubieran convivido con las del Chéjov más temprano».