Lagartija Nick: «La violencia estructural suele ser más cruel que la directa»

Los granadinos recuperan la formación original –ampliada a quinteto con el teclista J.J. Machuca– y vuelven a la carga tras seis años de silencio con ‘Crimen, sabotaje y creación’, un álbum impactante que presentan esta misma noche en la sala Malandar

23 nov 2017 / 21:04 h - Actualizado: 23 nov 2017 / 22:45 h.
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  • La formación actual de Lagartija Nick, ampliada a quinteto, ha facturado ‘Crimen, sabotaje y creación’. / Universal
    La formación actual de Lagartija Nick, ampliada a quinteto, ha facturado ‘Crimen, sabotaje y creación’. / Universal

Lagartija Nick, banda pionera del rock nacional independiente, ha facturado un duodécimo disco en el que están presentes sus señas de identidad a la par que se atreven con el flamenco, el vals y hasta las sevillanas. Un disco reivindicativo marcado por la figura del desaparecido Jesús Arias, hermano de Antonio (voz y bajo, en adelante A). Este atiende a El Correo junto con Juan Codorniú (guitarra, J).

—El título del nuevo disco es el de un tema de vuestro último trabajo, ‘Zona de conflicto’ (2011). ¿Por qué?

—A: Se barajó ese título para aquel álbum y al final se optó por Zona de conflicto porque no tenía esa carga tan fuerte como para llamarlo Crimen, sabotaje y creación. Ahora, con las letras que teníamos, la versiones de Qüasar, las historias que contamos... sí que había ciertos aspectos de criminalidad evidente que han salido a flote. El título además parece como de una película, es ambiguo... reúne un poco nuestra postura ante el arte, ante la vida.

—J: Sería una manera de sabotear el crimen a través de la creación.

—El hecho de haber recuperado la formación original ha marcado el disco, ¿no?

—J: El último disco que grabamos con esta formación fue el Omega con Enrique Morente. Llevábamos unos cuantos años ya haciendo los tres primeros discos [Hipnosis, Inercia y Su] en directo. Reunimos algún material y decidimos grabarlo. El disco transita por diferentes paisajes, en ese sentido van ocurriendo cosas conforme va discurriendo. Hay ciertas canciones que recuperan cómo sonaba Lagartija Nick con esta formación, pero también con la incorporación de teclados y nuevos tratamientos que les hemos hecho suenan diferentes, un poco más actual, con una proyección futura. Hay otros terrenos en los que, como herencia del Omega, seguimos ahondando en lo que aprendimos acerca del folclore y el flamenco andaluz. Y luego hay todo un argumento que recorre el disco, que es el homenaje que le realizamos al hermano de Antonio, que colaboró tanto y tan bien con Lagartija Nick, y que nos dio tanto con una generosidad enorme.

—El fallecimiento de Jesús en diciembre de 2015 coincide con los conciertos de las bodas de plata de ‘Hipnosis’.

—A: Su presencia agita mucho el álbum, es una reivindicación de la persona y de esa convicción poética lorquiana unida al punk, que fue lo que convenció a Enrique para hacer Omega. Ese carácter lorquiano que tenía mi hermano tanto en TNT como en Qüasar es algo que parece un hándicap para un grupo, no puedes meter una letra de tal densidad, nadie te va a editar eso. Y sin embargo, creo que con este disco logramos tener no sólo una voz propia sino un mensaje claro dentro del maremágnum que es el disco, gracias a esas dos letras que son los pilares del disco, Europa, Europa y Agonía, agonía. Él tenía 50 años y lo despidieron del periódico y hay una generación ahí que no sabe cómo actuar. Te ofende muchísimo cómo se está hundiendo una generación, mi hermano muere después de una depresión. Eso le da una mala leche al disco, pero formalmente lo que quiere trascender no es esa mala leche, es ese orgullo de esas personas, somos hijos y conversos de eso mismo.

—J: La violencia no es sólo la directa, existe también la violencia estructural que muchas veces es mucho más cruel, ese es un poco el compromiso que recogemos en este disco.

—A: Recibes toda esa violencia del Estado y tienes que digerirlo, porque igual tú eres el siguiente. Como se dice, «el que vea las barbas de su vecino rasurar, que ponga las suyas a remojar». Es que como soy hijo de barbero... Siempre estamos con la amenaza, ves que detienen a raperos, a tuiteros... es como un aviso a navegantes. En nuestro caso, hacemos una reivindicación de Andalucía tanto cultural como telúrica. Y eso se tilda de suicida o de infantil, y lo que es en realidad es valiente. Y eso es lo que nos mantiene vivos hoy. Nosotros, que somos testigos de esos crímenes, tenemos la oportunidad de vociferarlos.

—J: No sólo te mata el porrazo en la cabeza, te mata la violencia estructural, las injusticias.

—No es azaroso que las primeras cuatro canciones sean las que conecten con esa etapa primigenia del grupo, marcada por la distorsión y un sonido característico.

—A: En las reuniones para el grupo veíamos que ese sonido seguía saliendo de una manera absolutamente natural, no es una cuestión de volumen, de amplificadores o de guitarras, es que sigue sonando así. Esa era una ventaja para afrontar un nuevo proyecto.

—J: Es un poco también lo que ocurre con ciertos trabajos académicos, en los que al principio resumes todo lo anterior y después haces una nueva propuesta. Parto de lo que he hecho anteriormente, lo reconozco pero avanzo hacia otros territorios.

—En ‘Analema’ aparece la primera sorpresa, el violín de Tymon Dogg (The Mescleros) que la introduce.

—A: Nosotros tenemos un grupo con Tymon, que además toca y canta una canción en el Sandinista de los Clash. Y ahí no sólo abre una nueva sonoridad con el violín sino que es un guiño a la poesía astronómica muy sutil, sólo en el título.

—J: En ese sentido es un álbum muy caleidoscópico, van ocurriendo cosas constantemente, nos transformamos en una cosa, nos recogemos hacia otra, nos expandimos a otra ulterior...

—Luego hay un punto de inflexión a partir de ‘La soledad’. El disco empieza a transitar por otros derroteros.

—A: Es como bajar la violencia musical pero para crear otra manera de tensión en el disco. En El teatro bajo la arena se relaja la música pero la letra está llena de sangre por todos lados. Casi me da cosa cantarla. Lo que se pierde en violencia musical se gana en verbal.

—Ese tema que citas o La canción del tiempo’ suenan casi a pop, a ese ‘hit’ que muchas bandas del ‘indie’ ya quisieran poder firmar.

—J: En realidad son medios tiempos, es nuestro nivel inferior; a partir de ahí tenemos margen para acelerar [risas].

—A: Por otro lado está el tema de las sevillanas, ahí nos ponemos tiernos, tiernos. Fue de lo más divertido. Hay que sentirla, ocuparla como quien ocupa un cortijo para disfrutar de ese patrimonio. Es de los palos flamencos que más enseñanzas te pueden dar.

—J: Sin pretenderlo, hemos vuelto a un tipo de sonido que tiene ciertas reminiscencias de los que nos influían cuando yo conocí a Antonio y a Eric y decidimos montar la banda, ese tipo de música oscura que escuchábamos, post-punk si quieres, es el sonido que nos ha salido. Está más emparentado con esos grupos oscuros de los 80 que con el indie.

—El flamenco hace acto de presencia en ese tramo medio del disco con ‘La leyenda de los hermanos Quero’.

—A: Se trata igualmente de reivindicar esas figuras como El Charico, que murió también tras una fuerte depresión con 28 años, uno de los mejores cantaores que había en su momento en Granada. Y su familia, los hermanos Quero. La leyenda de esa familia es una historia fantástica de lucha. La canción no parte de un palo flamenco, todo lo contrario, de un folclore más andino o chileno. Se trata de aportar esa sonoridad del rock andaluz de Triana, no se trata de destrozar una seguiriya emocionalmente ni de recrearse en el flamenco, sino de darle un espíritu creativo. Es un viaje sin fin y sin retorno, se trata de mirar al flamenco cara a cara y con la miradilla más bien baja, que las hostias que vienen del flamenco son armónicas y desarmónicas.

—Ya tuvisteis en su día relación con las multinacionales y no acabó demasiado bien. En este disco volvéis a grabar con una ‘major’, en este caso Universal/Virgin.

—A: Para nosotros fue muy estimulante, independientemente del desastre. En aquellos tiempos las relaciones con las multinacionales eran diferentes, firmabas por cinco años para tres discos y tenías que cumplir lo firmado, sabías que iba a ser una relación larga y como tal te la tomabas. Y justo con el disco de nuestra historia [se refiere a Omega], un disco como pocos con esa relevancia internacional, que hasta Leonard Cohen lo promocionó en la radio, justo con ese llega la bronca. El arte lleva un camino y ellos otro.

—J: Estamos demasiado acostumbrados por estos lares a pensar las cosas de una forma excesivamente dual. Entre la creación y el negocio tenemos que dialogar de manera indispensable, habitamos el mismo mundo, estamos en el mismo cotarro, tenemos que transar acuerdos. Hasta los enemigos más acérrimos se sientan en la mesa a negociar y a buscar soluciones.

—A: Cuando pasas por una multinacional y vuelves a la independencia tienes que ponerte las pilas y empezar con la autogestión, entonces comprendes todos los errores que has cometido y aprendes mogollón.

—J: Y al final es todo tan simple como que haya alguien que confíe en tu trabajo y que crea en tu trabajo.

—A: En este caso, Universal nos dice: «Queremos incidir en ese mensaje que tenéis vosotros y vamos a sacar de single la canción de los Quero, que dura ocho minutos».

—J: Y hasta nos azuzaban: «Más guitarras, más guitarras...». Nos encanta eso.

—¿Qué me podéis contar del concierto en Malandar y de la gira que os llevará por Madrid, Barcelona y Valencia, además de Sevilla [la entrevista se hizo el viernes 17, el día antes del debut en la capital]?

—J: Ya hemos estado además en Murcia, Vigo y Albacete.

—A: Haremos canciones de los discos antiguos, una de cada disco al menos.

—J: Es un acto de reconocimiento a toda la trayectoria de Lagartija Nick, y en ese sentido vamos a sacar al menos un tema de los discos en los que incluso no hemos participado con esta formación. Se irán intercalando los temas nuevos.

—Esta pasada primavera el sello sevillano Lunar sacaba un disco tributo a vuestro ‘Inercia’. ¿Qué os pareció?

—A: Te agrada que generaciones tan activas como son esa serie de nuevos grupos hagan tus canciones. Unos te ven más psicodélicos, otros más ruidosos, más punkies, más flamencos... esa visión es el reconocimiento mayor, cuando te oyes en la boca de los demás. Viendo esos grupos es un orgullo ver el mensaje que has transmitido. Ese disco es goloso porque tiene esa uniformidad que es lo que ha permitido que esa gente joven haya hecho luego un disco mucho más variado.