«Lo que me fascina de Murillo es su cara ‘B’»

Eva Díaz Pérez muestra al genio «que hay detrás de los cuadros» en su última novela

15 jun 2017 / 17:55 h - Actualizado: 15 jun 2017 / 22:07 h.
  • La escritora sevillana Eva Díaz Pérez, en una imagen de archivo. / Luis Serrano
    La escritora sevillana Eva Díaz Pérez, en una imagen de archivo. / Luis Serrano

Tras ocuparse de épocas y lugares remotos en sus novelas anteriores, Eva Díaz Pérez (Sevilla, 1971) vuelve a la capital hispalense de la mano de uno de sus genios: Bartolomé Esteban Murillo, de cuyo nacimiento se cumple el cuarto centenario. El color de los ángeles, su última novela, acaba de ver la luz en Planeta y tiene al pintor como protagonista

«Me apetecía continuar de alguna forma la Sevilla del siglo XVI, sobre la que ya había escrito en Memoria de cenizas. Pensando en el siglo XVII apareció Murillo, del que además se iba a celebrar pronto el centenario y del que no se había escrito aún ninguna novela. Al principio confieso que no era un personaje que me interesara especialmente, pero después de haberme sumergido en su vida he quedado fascinada», asegura.

Lo que atrapó a la autora fue «el personaje que había detrás de sus cuadros. Creo que nos ha llegado una imagen muy plana de él, como pintor religioso de fama en su época. Pero, ¿quién estaba detrás? ¿qué dudas tenían como artista? Me interesaba especialmente, mucho más que el creador del imaginario religioso amable de la Contrarreforma, el pintor que también se dedica a atrapar su tiempo. No sólo a pintar altares devocionales, a pintar el cielo, sino al artista que baja y se mancha con el fango de su época. Es ese Murillo fabuloso que pinta del natural, que retrata a los niños miserables y anónimos de su época. Encontramos ahí a un Murillo revolucionario porque ese tipo de pintura de costumbres no estaba bien vista en su tiempo. No hay más que ver los tratados artísticos de Pacheco o de Carducho. Es ese mundo de lo cotidiano que sí triunfó en los países del Norte y revolucionó la Historia del Arte. Esa revolución la hizo aquí Murillo. Esa cara B es la que me fascinó».

A fin de no quedarse en el simple retrato, Eva Díaz Pérez quiso destacar «al ser humano, al hombre que, aunque de otro tiempo, padece y goza con las mismas cosas. Al artista que muestra su fragilidad, sus dudas. En ocasiones aparecen personajes históricos en mis novelas, pero me gusta bajarlos de los pedestales, quitarle el polvo del tiempo y hacerlos cercanos. Se trata de algo parecido, salvando naturalmente las abismales diferencias, de lo que hacía Zweig en sus sus biografías de personajes históricos como María Antonieta, Fouché o María Estuardo. A Murillo lo he bajado de su estatua y en la novela sufre, padece, se ríe, llora con la muerte de sus hijos, muestra dudas sobre su arte».

Además, introduce «una trama de pura ficción en la que se muestra un lado oscuro del negocio del arte en aquella contradictoria Sevilla, tan devota como pecadora. Hay un documento real sobre la entrada en la Cárcel Real de uno de sus esclavos, pero no se sabe qué delito cometió. A partir de ese dato real, pensé en diversas ficciones verosímiles. Por ejemplo, ¿qué hubiera ocurrido si Murillo hubiera recibido un encargo diferente, unos ángeles no destinados a la devoción sino al arte de mirar en gabinetes privados?»