Los lobos grises ya no aúllan

En 1941 la flota submarina alemana sembraba el pánico entre los convoyes aliados, era la ‘belle époque’ de la batalla del Atlántico y también la última patrulla del U-95

15 ago 2015 / 22:08 h - Actualizado: 15 ago 2015 / 22:11 h.
"Historia","Tiempos de plomo y pluma"
  • Los lobos grises ya no aúllan
  • El U-boot tipo XXI como museo flotante en Bremerhaven (Alemania). / El Correo
    El U-boot tipo XXI como museo flotante en Bremerhaven (Alemania). / El Correo
  • Arriba, recorte de prensa de la fuga de Martin, a la derecha la carta a su mujer desde Canadá junto con una foto suya. En la torreta del U-95 con capitán y otros oficiales. / Tx.R.
    Arriba, recorte de prensa de la fuga de Martin, a la derecha la carta a su mujer desde Canadá junto con una foto suya. En la torreta del U-95 con capitán y otros oficiales. / Tx.R.

En las hebillas de los soldados alemanes estaba escrita en relieve la siguiente frase Gott mit uns (Dios con nosotros). Parece que Dios se olvidó de las tripulaciones de los sumergibles, granjeando el triste honor de ser el arma que porcentualmente tuvo más bajas de todo el ejército alemán.

Aunque hay cierta variación en las cifras, se estima que cerca de 29.000 submarinistas alemanes murieron en combate, un escalofriante 74% del arma submarina. Aquellos jóvenes tripulantes siguen hoy de patrulla.

{El verdadero submarino surgió con la aparición del U-boot tipo XXI. Hasta ese momento eran realmente barcos sumergibles que solían actuar al amparo de la noche y en superficie.

El tipo XXI no solo era extremadamente rápido, permitía estar bajo el agua once días y contaba con un sistema hidráulico de recarga de torpedos que conseguía preparar los seis tubos de proa más rápido que el habitual tipo VIIC y disparar 18 torpedos en menos de 20 minutos.

En abril de 1945, el U-2511 bajo el mando del capitán Adalbert Schnee fue capaz de escapar a la persecución de varios buques británicos y ejecutar posteriormente un ataque simulado contra un grupo de buques ingleses, incluido un crucero pesado, sin ser detectado.

Los soviéticos lo copiaron sin ningún tipo de miramiento en la guerra fría con la denominación de clase Whiskey. ~

Los sumergibles fueron el arma más temida de todas las desplegadas por el ejército alemán, y estuvieron muy cerca de conseguir su objetivo: aislar económicamente a Inglaterra y con ello su rendición.

Vivir a bordo de estos navíos era de lo más espartano, muy poco espacio para desenvolverse y menos aun para la intimidad. La comida se repartía por todo el barco y al salir para alta mar, el interior del sumergible presentaba una visión surrealista: las provisiones meneándose rítmicamente entre las tuberías, indicadores y torpedos. Un comienzo de viaje donde la tripulación se veía obligada a transitar entre latas de conserva, fruta y embutidos. Los periodos en el mar solían ser bastante largos, pero la comida era bastante mejor que el rancho del ejército.

Al principio solía acompañar un médico a la tripulación, pero cuando las cosas se pusieron peor, era un lujo que ya no se podían permitir. Los marineros se tuvieron que conformar con un sanitario formado entre ellos.

El olor a gasoil, el sudor y la elevada humedad era la característica en estos buques. Cuando la situación lo permitía, la tripulación salía al puente a estirar las piernas, respirar aire puro y ver la luz del día.

Los sumergibles idearon una táctica de ataque que consistía en reunirse y acosar, en un ataque coordinado, a los convoyes como si de una manada de lobos se tratara. Los destructores de escolta acudían como pastores para proteger el rebaño volviéndose literalmente locos ante un enemigo invisible. Esta táctica cosechó muchas victorias entre la flota submarina, pero la mejora de los medios de detección de los buques escolta como el radar, asdic, erizo o las cargas de profundidad y sobre todo el desciframiento de la máquina Enigma, cambió las tornas.

Los alemanes intentaron contrarrestar los avances técnicos y aumentaron considerablemente la protección antiaérea junto con una mayor permanencia bajo el mar. Estos esfuerzos llegaron demasiado tarde para que la balanza se inclinase de su lado. Nunca faltaron voluntarios para cubrir las bajas de sus tripulaciones, siguieron luchando hasta el último momento, seguramente llamados por ese espíritu de aventura que siempre ha tenido el arma submarina.

En la séptima patrulla, el U-95 zarpó de la base francesa de Lorient el 19 de noviembre de 1941 para operar en el Atlántico pero el día 22 se le ordenó dirigirse hacia el Mediterráneo. Cruzó el estrecho de Gibraltar –toda una hazaña– el día 26 y fue torpedeado y hundido dos días después por el sumergible holandés O21 al sur de cabo Sacratif, cerca de Motril.

El O21 rescató al comandante del U95 y a otros 11 supervivientes. Murieron 35 de sus tripulantes.

La carta que continúa la mandó a su esposa en Alemania el teniente Martin Bittenberg desde un campo para prisioneros de guerra en Canadá. El 10 de agosto este oficial intentó fugarse, pero fue capturado e internado nuevamente.

¡Mi querida María!

Como ya te mencioné en mi última carta, recibí el día 9 tres cartas tuyas, del 8, 12 y 15 de agosto. Aunque en las cartas no venían las esperadas fotografías, te lo agradezco de corazón, mi mamita... Como veo por tus cartas éste año tampoco voy a poder contar con fotografías vuestras. Buena no soy un sentimental. Lo que no puede ser, no puede ser. Y no estoy por ello de ningún modo contrariado.

Pues bien, ¡ahora para Hanna! Siento mucho que le haya tocado lo más difícil. No es la primera y seguramente no será la última. En la guerra la vida humana juega un papel subordinado, transmítele mi más sentido pésame. Me escribes que quieres viajar después de tu regreso de Franconia a Bielefeld ¿Entonces pasarás allí los días de fiesta, no? ¡Ahora para Siegfried! el 8 de enero cumplirá ya el muchachito 5 años. Es la misma edad que tenía yo cuando terminó la anterior guerra mundial. Me puedo acordar muy bien de ello. Esperemos que esto también sea verdad para nuestro Siegfried. En estas fechas de cumpleaños me doy cuenta de cuánto tiempo llevo realmente lejos de vosotros. Cómprale para ese día algo bonito y bésale mucho por mí. Dime María ¿Cuánto dinero más se os envía tras el ascenso? Bueno, que sigáis bien y sanos. Por mí no tienes que preocuparte. Con la esperanza de volvernos a ver muy pronto os mando a ti, mi María y mis dulces chicos, muchos besos y saludos.

Papi.