«Me crié en una casa con muchísimos libros y siesta obligatoria»

La sevillana Beatriz Rodríguez publica ‘Cuando éramos ángeles’ (Seix Barral), una novela inspirada en las Sierras de Huelva y Cádiz

12 mar 2016 / 19:04 h - Actualizado: 12 mar 2016 / 20:04 h.
"Libros"
  • Beatriz Rodríguez, un talento emergente de las letras sevillanas, en una imagen de archivo. / El Correo
    Beatriz Rodríguez, un talento emergente de las letras sevillanas, en una imagen de archivo. / El Correo

Después de un prometedor debut como fue La vida real de Esperanza Silva (2013), la sevillana Beatriz Rodríguez da un notable paso en su trayectoria como escritora con Cuando éramos ángeles, novela que acaba de ver la luz en el sello Seix Barral y donde regresa a algunos de los lugares de su infancia, principalmente ubicados en las Sierras de Huelva y Cádiz.

Aunque algunos han querido ver en este hecho una filiación a cierto movimiento neorruralista, junto a nombres como Jesús Carrasco, Lara Moreno o Jenn Díaz, la autora cree que «tal vez los escritores tendamos a fijar la mirada en lo extraño. La alteridad nos atrae, y una generación criada en la ciudad mira al campo, como la generación del 50 hizo novela urbanita. En mi caso, simplemente me parecía un espacio más favorable para la novela coral. Si la hubiera inventado en la ciudad, ésta fagocitaría las voces».

En Cuando éramos ángeles, una joven periodista vive en una pequeña villa, donde dirige el periódico local. El hallazgo del cadáver de Fran Borrego, uno de los dueños de las tierras que rodean el pueblo de Fuentegrande, desvela las envidias, intrigas y tramas incompletas que se entrecruzan en esa sociedad cerrada. Mientras Clara inicia una investigación sobre la muerte del cacique, entrevistando a distintos personajes que pueden estar involucrados en su asesinato, nos adentramos en un flashback, ambientado en los años noventa, que muestra la verdadera historia de cada uno de ellos, así como el descubrimiento, por parte de este grupo de adolescentes, del sexo, el amor, la ira, la amistad, la decepción y la venganza. «No creo que la crueldad sea una característica de la adolescencia, pero la dictadura de grupo, no tener herramientas ideológicas o una personalidad crítica con el entorno, conforman a menudo un corpus muy cruel que tiende a la violencia, a la desestructuración de las ideas», explica Rodríguez.

Lectura y comida

La escritora ha incluido en la ficción numerosas recetas de la tierra «deliberadamente raras, hasta el punto de que me han dicho que la lectura no abre el apetito, pero me servían para ambientar el pueblo. Escribo Fuentegrande a través de la comida, algo que se hace mucho en nuestro país», agrega.

Otro de los elementos que no han pasado inadvertidos en la novela es el sexo, «porque hablo de una época de descubrimiento de todo, también de la envidia, la ira o la impotencia... Pero no he puesto el foco ahí», aclara Beatriz Rodríguez.

Hija del escritor y académico correspondiente de la Real Academia Española, Antonio Rodríguez Almodóvar, la escritora bromea comentando que «parece inevitable» haber seguido los pasos de su padre. «Me crié en una casa con muchísimos libros y siesta obligatoria, lo que supone un proyecto de fomento de la lectura buenísimo. Agradezco mucho el haberme educado entre libros. Acabas entendiendo que la literatura es un todo».

Mirando ya hacia una tercera novela, Rodríguez afirma que «estoy en ello», y que «intentaré cambiar de tono, de punto de vista y de perfil de personajes. Va a ser bastante diferente», concluye la sevillana, a la sazón responsable de la editorial de libros digitales Musa a las 9.