«Mi padre me ofrecía 500 pesetas por cada libro leído»

01 jun 2015 / 12:00 h - Actualizado: 01 jun 2015 / 12:41 h.
"Literatura"
  • El escritor gaditano Pablo Fernández Barba. / Ana Campanario
    El escritor gaditano Pablo Fernández Barba. / Ana Campanario

Aunque hace algún tiempo Pablo Fernández Barba (Cádiz, 1979) se dio a conocer como escritor en los libros colectivos Relatos Mínimos y Cuentos Mínimos, ambos en Ediciones en Huida, había ganas de leerlo, por así decirlo, debutando en solitario. Y el debut ha llegado de la mano del sello Maclein y Parker con El corazón en la pupila, una colección de veinte relatos «que empecé a escribir hace unos 12 años, cuando estudié en la Escuela de Cine de Madrid. Allí aprendí muchísimo y escribía muchos guiones, pero los relatos eran los que me daban la libertad total», recuerda.

El autor no escatima elogios para sus editores: «Son gente muy competente, profesionales, respetuosos, no tienen prisa en sacar el libro, sino que quieren sacarlo bien», afirma, al tiempo que comenta la deuda que tienen estas historias con un buen amigo de su familia, el poeta Carlos Edmundo de Ory y sus Cuentos sin hadas. «Su sentido del humor irónico, burlón, su surrealismo y sus ganas de jugar con el lenguaje y la imaginación, están ahí, o al menos a mí me gustaría que se notara esa influencia», dice. «También me han influido otros autores como los relatos de Woody Allen, Quim Monzó, Boris Vian o Raymond Carver».

Sobre sus temas predilectos, enumera «los universales, la vida y la muerte, el amor, el acto creativo, la inspiración, la nostalgia y la insatisfacción humana. Pero lo más importante es reivindicar la imaginación, el juego, coger una situación cotidiana y deformarla con la fantasía», afirma.

Hijo del poeta Jesús Fernández Palacios, celebra haber tenido el visto bueno de su padre. «A mí de pequeño no me gustaba leer, solo veía películas... Con lo lectores que eran mis padres y mi hermano, veían con cierta preocupación que no lo hiciera, así que un verano mi padre me propuso que por cada libro que leyera y resumiera me daba 500 pesetas, y dio resultado», evoca. «Leí como cuatro o cinco ese verano y despertó en mi el interés por la lectura. Lo sugiero como método para padres que tengan el mismo problema», concluye el autor, que ya tiene próximo reto: «Estoy plantéandome si atreverme con una novela o seguir un tiempo más con los cuentos... Pero este libro y esta experiencia desde luego me animan a seguir escribiendo».