Michael Nyman resucita el Auditorio Box de la Cartuja

Sevilla suma un nuevo espacio cultural de gestión privada que se volcará en la música y la tecnología

07 may 2016 / 09:27 h - Actualizado: 07 may 2016 / 09:28 h.
"Música","Isla de la Cartuja"
  • El pianista y compositor británico Michael Nyman –ganador de un Oscar por la banda sonora del filme ‘El piano’– inauguró anoche el Auditorio Box de la Cartuja ante un aforo de 500 personas. / Manuel Gómez
    El pianista y compositor británico Michael Nyman –ganador de un Oscar por la banda sonora del filme ‘El piano’– inauguró anoche el Auditorio Box de la Cartuja ante un aforo de 500 personas. / Manuel Gómez

Todavía es pronto para diagnosticar la importancia histórica y cultural de lo que sucedió anoche en la Cartuja. Que un nuevo espacio escénico abra sus puertas debe ser siempre motivo de alborozo. En el contexto actual, un reto como el del Auditorio Box merece una doble atención. Especialmente porque Sevilla es una ciudad extremadamente difícil para fidelizar al público. También lo es para la creación del mismo, algo en lo que parecen empeñados los gestores de una imponente sala remozada, herencia de la Expo’92, e insertada dentro del mastodóntico Pabellón de Canadá, hoy sede de múltiples empresas, entre ellas Eventisimo, la misma que gestiona este espacio.

Se le ha dado la denominación de Avantclass a un primer ciclo musical compuesto por tres nombres: Michael Nyman, Sarah Neufeld y Wim Mertens, en lo que parece una apuesta clara, diáfana, por una estética de la modernidad tranquila. La apuesta es enteramente privada, y esto de por sí borra de un plumazo la posibilidad de jugársela con nombres de la vanguardia militante (sí, los mismos que no han pasado ni pasarán por esta ciudad al Sur del Sur). Pero esto no resta mérito cuando lo que se propone son nombres como los anteriormente convocados, singularmente Nyman y Mertens.

El pianista y compositor se presentó en el escenario con británica puntualidad. No hubo mayor boato, ni pompa. Un conciso mensaje en una inmensa pantalla: «Box presenta a Michael Nyman». Ante 500 personas -las mismas que completan el aforo de la sala- el músico fue desgranando muchas de las bandas sonoras que le han hecho mundialmente reconocido, con parada final en la esperada y consabida El piano, score por el que obtuvo el Oscar de la Academia de Hollywood. Sorprendió escuchar a un Nyman especialmente parsimonioso, ralentizando prácticamente todas las páginas que abordaba y empleando el pedal a fondo para envolver el cariz melódico de su música con una gran resonancia. Se puede preferir al músico más seco y acerado que se integra en su propia Michael Nyman Band, pero a solas es otro mundo.

No está lejos el fácil melodismo del británico del universo un tanto melifluo y siempre melancólico del pianista y también compositor cinematográfico Joe Hisaishi. The piano sings es un doble álbum en el que Nyman ha grabado y reinterpretado su música para la imagen. En este último término está la clave, en el reinterpretarse a sí mismo, para bien o para mal. Temas de Wonderland, Gattaca, The end of the affair y The claim fueron desfilando sin solución de continuidad, solo punteados por las pequeñas pausas en las que el compositor se obligaba al ir dejar cayendo parsimoniosamente las partituras al suelo.

La memoria auditiva nos pedía más músculo, más maldad en unos pentagramas que nunca dejan atrás su impronta repetitiva, aunque Nyman, como Glass, como Reich, como en fin, todos los músicos minimalistas, han ido suavizando su estética en algunos casos hasta hacerla irreconocible. Con las teclas, desnuda, no toda la música del inglés resiste por igual, acusándose una cierta sensación de monotonía hacia la mitad de un breve concierto que no necesitó de más.

Sorprendió finalmente la ausencia de audiovisuales, toda vez que en el programa de mano se anunció que la sesión iría acompañada de la proyección en la imponente pantalla de Box del trabajo fotográfico del propio Nyman. No hubo ninguna indicación ni oficial ni extraoficial al respecto. Al término, en lo que pretende ser una seña de identidad del nuevo escenario, se ofreció sobre el mismo un cóctel en el que participó el músico invitado, firmando autógrafos y tomándose fotos con algunos de los asistentes. Todo muy europeo, cortés, bien hecho, profundamente europeo. Esperanzandor.