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Suplicios barrocos y modernos

14 nov 2015 / 15:08 h - Actualizado: 15 nov 2015 / 15:13 h.
"Cine","Críticas","Festival de Cine Europeo 2015"
  • Fotograma de la película. / El Correo
    Fotograma de la película. / El Correo

Las últimas películas de Marco Bellocchio desvelan a un director sobrevalorado y aún hoy sorprendentemente laureado. Vincere o Buenos días, noche son ejemplos de una gramática rancia y anquilosada, incapaz de adaptarse a los nuevos tiempos para ofrecer un producto más ligero y fresco y no mamotretos indigeribles sin poesía ni nervio. Su última película, esta premiada en Venecia, no es una excepción. Dos historias de épocas muy distantes pero en un mismo lugar, una en el siglo XVII, la otra en la actualidad, pretenden poner sobre la mesa el motor que mueve la sociedad, el amo que la domina y domestica. La religión, inquisitiva, terriblemente autoritaria, en aquella época; el dinero, los negocios inmobiliarios y la especulación, hoy. Un discurso por lo tanto ingenuo y muy trillado que Bellocchio además se encarga de ilustrar de forma harto pueril. Rancia su primera parte, oscura, de tonos ocres y grises, como todo el mundo por supuesto sabe que era el Barroco; colorista y chirriante, la segunda, pues ahora naturalmente lo que abunda son los colores, exclusivos de nuestra época. Casi como si abrazáramos a Zeffirelli y Sorrentino en una única función, pero sin el gusto y elegancia del primero ni la gracia y el talento del segundo. El episodio inquisitivo al menos entretiene e intriga; esa monja sometida a suplicio que se libera cual ave fénix como si de una modelo de Victoria’s Secret se tratara, no tiene precio. Pero el otro, el colorista, es de auténtica vergüenza ajena. Ya le vale al titiritero.



Sangue del mio sangue

(*)

Sección oficial. Italia-Francia-Suiza 2015 105 min. Dirección:Marco Bellocchio Intérpretes:Roberto Herlitzka, Pier Giorgio Bellocchio, Lidiya Liberman, Fausto Russo Alessias Merhar, Lena Paugam, Vimala Pons.