Tan densa como ligera

Crítica de la obra ‘El discurso del Rey’, que se representa estos días en el Teatro Lope de Vega ***

09 oct 2015 / 23:57 h - Actualizado: 11 oct 2015 / 11:26 h.
"Teatro"

Obra: El discurso del Rey
Lugar: Teatro Lope de Vega del 8 al 11 de octubre
Producción: Zebra Producciones
Autor: David Seidler
Versión: Emilio Hernández
Dirección: Magüi Mira
Intérpretes: Adrián Lastra, Roberto Álvarez, Ana Villa, Gabriel Garbisu, Lola Marceli, Ángel Savín
Calificación: Tres estrellas

No es fácil, en estos tiempos, llenar un teatro. Tal vez por eso las productoras apuestan por la adaptación de películas de cine exitosas. Es el caso de esta propuesta, una suerte de relato histórico, a caballo entre el drama psicológico y la comedia, tan ligero como denso.

La historia gira en torno a la tartamudez del padre de la actual reina de Gran Bretaña. Se trata de reflexionar sobre la importancia de la oratoria en el ejercicio del poder. Pero en esta versión Emilio Hernández se entretiene tanto en describir la dificultad del personaje para hablar, que la reflexión se queda en la superficie. De la misma manera, tampoco la relación de amistad que se genera entre el logopeda y el rey acaba de definirse, y lo mismo ocurre con los conflictos y traumas personales que llevan al protagonista a desarrollar su tartamudez.

A cambio, la puesta en escena de Magüi Mira delimita una atmósfera densa, casi solemne, con una escenografía sobria, una iluminación de tendencia expresionista y un vestuario meramente funcional. Todo ello se pone al servicio del texto y su interpretación. No obstante, la directora imprime un toque contemporáneo con la continua presencia en escena de los personajes que delimitaron las vivencias traumáticas del rey, como su padre, su hermano y su cuñada, la señora Wallis, cuya relación supuso uno de los factores determinantes para que Alberto, Berti para la familia, pasara a la historia como el rey Jorge VI. Aunque tal y como da a entender el personaje de Churchill, la abdicación del primogénito más que por amor estuvo determinada por su simpatía por Hitler y su aspiración de instaurar de nuevo una monarquía absoluta. Así, al describir la lucha de Alberto para superar su problema y coronarse, de alguna manera la obra lleva a cabo una defensa de las monarquías modernas parlamentarias que desprende un cierto tufillo a conveniencia. Tal vez por ello el humor, que en el guion original tenía un peso importante, aquí no acaba de cuajar. No obstante el montaje cuenta con un excelente reparto que consigue emocionar al público en algunos momentos. Adrián Lastra derrocha maestría perfilando una tartamudez que más que provocar la risa nos angustia, Roberto Álvarez aborda con soltura y dominio su papel de logopeda y Ana Villa derrocha ternura y donosura.