Viejos superhéroes retirados

Llega a España ‘Black Hammer’, un cómic crepuscular sobre los tipos con capa y mallas ajustadas

16 ago 2017 / 20:16 h - Actualizado: 16 ago 2017 / 21:01 h.
"Cómic"
  • Dos de los protagonistas de ‘Black Hammer’, en una de las escenas iniciales del libro publicado por Astiberri. / El Correo
    Dos de los protagonistas de ‘Black Hammer’, en una de las escenas iniciales del libro publicado por Astiberri. / El Correo

No hay ningún superhéroe fondón que toque la armónica sentado en el porche de su rancho, ¿o sí? La mezcla del amor apasionado por el género con esa tendencia irreverente y heterodoxa que da el haber sido autor independiente han llevado a Jeff Lemire –autor de Essex County– a idear uno de los cómics más importantes de los últimos tiempos, que ahora llega a España en forma de libro con la editorial Astiberri: Black Hammer, orígenes secretos. Es la primera entrega de una nueva forma de narrar las peripecias de aquellos que otrora, en su lozanía, fueron los dueños absolutos de esta manifestación artística: los tipos con capa y mallas ajustadas. Además del guion, los dibujos de Dean Ormston y el color de Dave Stewart, dos tótems del ramo, cuajan una obra llena de melancolía, dulzura y homenajes al género (como una Sin perdón, pero de superhéroes), así como de nuevos caminos (y lectores, quizá) para esta clase de historietas.

Black Hammer cuenta las andanzas de seis exsuperhéroes atrapados desde hace una década en una granja de la que no pueden salir. Son los mismos que años atrás salvaron a Spiral City del acabose, y que luego desaparecieron, se les dio por muertos y si te vi no me acuerdo. Pero un tipo misterioso parece tener planes para ellos. A partir de ahí, el libro (o sea, la colección de tebeos) ofrece, ahora sí, lo más parecido que puede ser un cómic a un largo toque de armónica; una melodía que habla de las viejas granjas de la América profunda y quieta, de las cicatrices de los héroes, de las cosas de los pueblos y sus familias, de la gente.

«Concebí la idea de Black Hammer en 2007 o 2008», cuenta Jeff Lemire en las tripas de su libro. «En aquel momento todavía estaba trabajando en mi primera novela gráfica, Essex County, para Top Shelf». Y era cocinero nocturno en Toronto, Canadá, sin imaginar ni de lejos (o eso dice él) que algún día llegaría a ganarse la vida haciendo historietas. «Me encantan los superhéroes. Los adoraba de niño, los adoraba en 2007 cuando empecé a trabajar en Black Hammer y los adoro ahora. En aquel momento, cuando trabajaba en el sector de los cómics independientes, eso era algo que no estaba bien visto. Los dibujantes independientes tenían que rebelarse contra los malvados cómics comerciales. Todos los cómics», explica el guionista. «Como en cualquier género, hay cómics de superhéroes buenos y malos. Igual que hay cómics independientes buenos y malos. Así que con Black Hammer decidí escribir una carta de amor a todos los cómics de superhéroes que adoraba, pero anclarla en la sensibiidad independiente del trabajo que estaba haciendo entonces».

Probablemente por no hacerle un feo a Dean Ormston, Jeff Lemire no llega a decir que habría matado por dibujar él mismo su propia historia. Lo que sí dice es que si se llega a empeñar en hacerlo, quizá este tebeo no hubiese llegado nunca a hacerse realidad. Porque a aquel que no soñaba siquiera con ganar para una armónica con los cómics pronto lo fichó una de las casas más importantes del género, junto con Marvel: DC. Y si algo le faltó no fue trabajo. «Así que Black Hammer quedó un poco al margen», explica. «Sabía que no podría dibujar el cómic yo mismo si quería que arrancase. Estaba ocupado dibujando otros proyectos. Y aunque soy capaz de compaginar diferentes encargos de guion, dibujar es una labor agotadora, y solo puedo hacer un cómic cada vez. Así que dibujarla era imposible para mí».

Las últimas páginas del libro, parafraseando el subtítulo del mismo, son los verdaderos orígenes secretos de Black Hammer: cómo se cocinó. En este tramo final se muestran los bocetos y descripciones de las historias y de los personajes, algunos de ellos enternecedoramente desfasados con respecto a su evolución posterior –el desarrollo de un tebeo también somete a los personajes a mutaciones muy de superhéroe–, y se cuenta cuáles son sus poderes y armas, su pasado, sus traumas, sus superdefectos y sus amistades y enemistades. Golden Gail, Abraham Slam, Barbalien, Walky, Madame Libélula... componen el no tan achacoso reparto de un libro cuya misión es rescatar al cómic de superhéroes de las zarpas de sus propios clichés. Hacerlo con una armónica puede considerarse, sin duda, un superpoder.