Dos platos, postre y café, de momento no hace falta chupito

La grada hizo caso al mensaje de Setién y valoró más la temporada completa que la gris imagen ante el Sevilla

12 may 2018 / 21:42 h - Actualizado: 12 may 2018 / 22:18 h.
"Real Betis","Sevilla FC","El derbi sevillano","Quique Setién"
  • Los jugadores del Betis celebran el primer gol mientras Banega y Nzonzi se dirigen al centro del campo. /Manuel Gómez
    Los jugadores del Betis celebran el primer gol mientras Banega y Nzonzi se dirigen al centro del campo. /Manuel Gómez

Consideraba Quique Setién en la rueda de prensa previa al derbi que su equipo contaba con argumentos suficientes para ser superior al Sevilla con la posesión del balón. La premisa se cumplió durante los primeros diez minutos del encuentro. En tan corto espacio, el Betis se puso por delante y desmontó el previsible guión de un partido que se presumía más cerrado de lo que de verdad fue. El equipo que ganó 3-5 en el Sánchez Pizjuán no es el que ayer empató, es distinto. Y eso es bueno, y no le da un trasquilón a la reputación del entrenador, aunque el equipo no sea tan atrevido. Los métodos se miden por los resultados, no por las sonrisas. Y la grada despidió ayer a sus jugadores con aplausos y sonrisas porque el equipo compite y da la cara en días como el de ayer, incluso aunque el juego no fuera extraordinario.

El técnico cántabro entendió a mitad de temporada que el fútbol de Globetrotter no encajaba en una entidad, que necesitaba con urgencia sacudirse el sabor a años insípidos e incoloros. Jugar bien es el chupito después de un banquete de categoría, y lo que necesitaba el beticismo era algo que llevarse a la boca. En la segunda vuelta, el equipo ha servido dos platos, bebida y postre casi cada fin de semana. No hizo falta chupito ante el Levante, ni ante el Getafe, ni en Vitoria, ni cuando se le ganó a Las Palmas en el descuento o cuando se sufrió ante el Málaga.

Decía también Setién que lo que más le preocupaba del partido era que sus jugadores fueran ellos mismos, que no se vieran superados por el ambiente y la sobreexcitación de la cita. En esta cuestión, Fabián representó ayer la punta de lanza de una quinta que parece llamada a jugar bastantes partidos de alta tensión, si el equipo sigue la línea de crecimiento que ha marcado este año. Transitó por un centro del campo en el que Banega, Nzonzi y Roque Mesa trataron de generar superioridad, pero el canterano apareció con galones para hacer frente al trío sevillista. Pero el buen trabajo que hizo ayer Fabián fue más sin balón que con el balón. La sala de máquinas de los verdiblancos estuvo sin combustible. El gol fue contraproducente para futbolistas como Guardado o Joaquín, que empezaron a correr detrás de la pelota más que con el cuero pegado en los pies.

El mexicano ha sido la nota discordante de una plantilla que ha dado un sobresaliente rendimiento en el tramo final del curso. La intermitencia que le han provocado las lesiones le han descarrilado de la vía por la que viajaba el equipo.

En el amplio y detallado análisis que Quique Setién hizo el viernes obvió un detalle: la necesidad. Para el Betis, el partido de ayer, salvo hecatombe, iba a terminar en fiesta, pero para el Sevilla todavía había cosas pendientes, y eso se notó en el campo. Los verdiblancos trastearon el partido en los primeros diez minutos, pero cuando el rival se sintió verdaderamente apretado con el marcador en contra la necesidad entró en juego.

Y por último, Setién también planteó en la previa del derbi que el balance de la temporada estaba por encima del resultado del derbi. La grada le hizo caso y valoró que durante casi la temporada ha tenido menú de dos platos, bebida y postre. Ayer no hacía falta chupitos