La Junta General de Accionistas del Sevilla celebrada el pasado lunes ha dejado muchas lecturas tras lo visto y oído durante la misma... e incluso por los silencios. Aquello que durante años fue calificado de forma unánime como «balsa de aceite» ha pasado a mejor vida. La estabilidad sigue existiendo porque, en una asamblea donde se dio cita el 71,53% del capital social, la mayoría del accionariado respaldó al consejo de administración punto por punto: aprobación de la gestión del ejercicio 2016/17 (57,05% de los votos a favor); aprobación de las cuentas (62,84% a favor); aprobación del reparto de dividendos (55,58% favorable); y aprobación de la retribución del órgano rector del club (con un apoyo del 53,92% del accionariado).

Sin embargo, el panorama ha cambiado. La irrupción de José María del Nido Benavente –ya de forma pública– ha dado paso a un innegable pulso por el poder tras una época de paz en la que el club sólo asistió a un zarandeo, posteriormente apaciguado con la firma del pacto por la estabilidad y gobernabilidad impulsado por el presidente José Castro y el entonces vicepresidente José María del Nido Carrasco. Dicho pacto, con fecha de 8 de diciembre de 2015, se firmó con una duración de tres temporadas. En teoría, expirará dentro de un año, pero hasta entonces... habrá que ver qué movimientos se producen en relación al órgano rector del Sevilla.

«El club necesita estabilidad accionarial, que todos los accionistas remen en el mismo sentido. El Sevilla está por encima de las personas. Sin estabilidad las cosas no saldrán bien y yo soy un presidente de consenso. Quiero seguir trabajando desde la humildad, porque también hicimos cosas mal, para que el Sevilla sea aún más grande», dijo Castro el pasado lunes.

Poco después, Del Nido Benavente tomaba la palabra. «No me estoy postulando, no voy de tapado, siempre voy de cara y digo que no estoy de acuerdo con este modelo de gestión. No voy a esperar a que el equipo pierda para intentar mejorar las cosas que se hacen mal. Y que quede claro que nunca querré que el Sevilla pierda. Todos queremos estabilidad, pero como responsable del gran Sevilla que construimos tengo que decir que este modelo de gestión no me gusta», afirmaba.

La mayoría del accionariado está con Castro y Del Nido deberá esperar su momento si quiere hacerse con el poder arrebatándoselo al que fuera uno de sus fieles escuderos durante años. Tras la Junta, Castro destacó «el respaldo» de la misma «y de los pequeños accionistas». Los números y los éxitos deportivos avalan su gestión, pero sabe muy bien que, con Del Nido in vigilando, el peso de la pelotita puede ser más importante aún si cabe.