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Muriel, Arana, Sarabia, Pizarro, Nolito y Franco Vázquez, durante el entrenamiento del jueves en la ciudad deportiva, con Montella pendiente de ellos. / Manuel Gómez
La de hoy es una tarde que marcará el proceder del Sevilla en las últimas diez jornadas del campeonato, cuando de verdad se deciden las cosas importantes. De ganar al Valencia, seguirá soñando con lo que parece imposible, arrebatarle a los de Marcelino García la cuarta plaza en la clasificación, la que otorga el último billete para la Champions League 2018-19. De empatar o perder, certificaría su adiós a ese objetivo primordial para el proyecto nervionense, salvo deblacle histórica e inimaginable del equipo che. Una final en toda regla, como le seguirían quedando diez más al equipo de Vincenzo Montella si saca la de hoy adelante.
Los titubeos con Berizzo y en las primeras semanas con Montella han hecho que el Valencia respire pese a su notable bajón de juego. No tanto de resultados, pues los de Marcelino parecen estar bendecidos esta temporada, algo imprescindible para triunfar. Se encuentra, además, el Sevilla en la tesitura de compaginar su atención entre este encuentro decisivo y otra final, la del martes en Manchester precisamente en el torneo por el que pelea con el Valencia en la Liga: la Champions. Hay debate. Unos otorgan prioridad a la cita de hoy por los condicionantes de cara al proyecto del curso que viene, y otros destacan la cita del martes en Inglaterra como el gran partido. Está claro que si el Sevilla quiere disfrutar el año que viene de partidazos como el del martes tiene que dar caza al Valencia en la Liga (salvo que ganase la Champions...). Pero es obvio que el objetivo de quedar cuarto para poder jugar la Liga de Campeones, más allá de llenar las arcas de billetes, tiene un objetivo final: poder disfrutar de grandiosas eliminatorias como esta frente al United. La pescadilla que se muerde la cola, vamos...
Pero este debate estéril lo resolvió bien ayer Montella: el partido clave es el inmediato. Ahora mismo lo es el de esta tarde y a partir de mañana el Sevilla pondrá toda su atención en Old Trafford. De hecho, el técnico sevillista sólo prevé reservar a un jugador: Correa. En el ensayo general fue Nolito el que ocupó la banda izquierda. El andaluz aporta el olfato de peligro y gol que muchas veces le falta al argentino, que será titular en Manchester, donde a buen seguro el Sevilla necesitará de su físico, mejor que el de Nolito. Por lo demás, ninguna novedad en clave sevillista. Layún seguirá en el lateral diestro, Muriel en la punta del ataque y el tridente de oro del Sevilla, el formado por Nzonzi, Banega y Franco Vázquez, engrasando la máquina por el centro.
El Valencia, por su parte, llega sin tanta presión. Ni una derrota siquiera sería catastrófica, pues el 4-0 de Mestalla hace que los de Marcelino tengan una renta real de ocho puntos (que se quedarían en cinco) y virtual de nueve (que serían seis de ganar hoy los nervionenses). Bajo el clásico 1-4-4-2 con el que no pudo triunfar en el Sánchez-Pizjuán, Marcelino tratará de hacer ganar al Valencia en Nervión, donde no lo hace desde que conquistara su última Liga en 2004. Ni que decir tiene que el empate es un resultado que le vale a los che. Se prevé, pues, un partido en el que las transiciones del Valencia sean el principal peligro a vigilar por un Sevilla que deberá arriesgar en ataque, donde no suele tener muchas luces habitualmente.
Montella, que sólo cuenta con la baja de Navas, ha vuelto a dejar en la grada a Roque Mesa y Geis, dos fichajes. Marcelino, por su parte, recupera a Garay y ha incluido en la lista al tocado Gayá. Eso sí, no estará en Nervión el enrachado Santi Mina, lesionado ante el Betis. La delantera será Zaza (ya le marcó al Sevilla en Mestalla y en Turín con la Juve) y Rodrigo.