Si alguien puede es el Sevilla

Los andaluces retarán otra vez a uno de los mejores Barcelona

11 feb 2016 / 23:37 h - Actualizado: 11 feb 2016 / 23:43 h.
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  • Los jugadores del Sevilla celebran el pase a la final. / Efe
    Los jugadores del Sevilla celebran el pase a la final. / Efe

Barcelona y Sevilla en la final de la Copa del Rey. Sevilla y Barça en el gran partido del año en España, el que sirve de colofón a la temporada. Barcelona y Sevilla, los dos que más finales han jugado en la última década. El equipo de Andalucía con la historia más laureada contra el equipo que domina de cabo a rabo Catalunya. De rincón a rincón de España, de norte a sur, de final en final.

Si indescriptible es el siglo XXI que está firmando el Barça, un paso más adelante en esa dificultad estaría el análisis del Sevilla Fútbol Club, con mil veces menos dinero que el resto de grandes del fútbol español y con un orgullo y valentía tan grandes como para intentar una y otra vez tumbar a los poderosos. Al Sevilla le pueden poner la final en China, como decía irónicamente Emery. Incluso en el Camp Nou, como en 2010. Da igual, el Sevilla se transforma en supersevilla cuando huele la plata.

Algunas veces no lo consigue, pero en muchas ha sido capaz de lo impensable. ¿Se acuerdan del mejor partido de la historia de esta entidad? Aquel baile (0-3) a otro Barcelona histórico –Messi, Ronaldinho, Etoo, Xavi, Iniesta, Puyol...– en Mónaco sirvió de guantá sin manos a todo aquel que ose matar al Sevilla antes de que pite el árbitro el final. ¿Acaso han olvidado la manita al Real Madrid campeón de la Liga en el Santiago Bernabéu? Una Supercopa de España que sentó como un terremoto en la capital del reino. ¿Recuerdan la peregrinación de 2010 al otro extremo de España para pedir el respeto que no se le tuvo al Sevilla? Pedir respeto y, ya de paso, traerse la Copa –otra más– al sur del país.

Por lo que uno palpa, la afición del Sevilla está siendo lo suficientemente sabia como para saborear esta nueva final. La sobredosis de alegrías en la última década no impide ver lo que hay detrás, lo que cuesta llegar a una final no siendo el Madrid o el Barça y lo complicado que es resistir contra viento y marea. Ni siquiera la estupidez de Martínez Munuera, que sacó una amarilla escandalosa –y después otra al parecer inadmisible por protestar– al apercibido N’Zonzi, puede añadir algo de amargor al estado emocional del sevillista, ése que en septiembre veía a su equipo colista, el mismo que despidió con un gesto torcido a la enésima estrella del plantel que cogió la puerta.

Porque mientras en cualquier ciudad rozan el orgasmo viendo jugar al Barcelona –con razón–, en la capital de Andalucía, una de sus mitades lleva tramando desde hace semanas cómo dar por saco una vez más. De esa pasta está hecho el Sevilla, que no va repartiendo besos ni de turismo a los sitios, va a lo que tiene que ir: a ganar. Como a Tiflis, donde en agosto dejó con la boca abierta –otra vez– a todo el mundo tras casi rozar la proeza –otra– de arrebatarle la Supercopa de Europa –otra– al Barcelona tras ir gananado éste a falta de media hora por 4-1. No ganó, pero ganó. Si alguien puede con esta bestia llamada Barça es el Sevilla Fútbol Club. ¿Alguien lo duda?