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Una probeta de liderazgos

CONTRACRÓNICA. El Sevilla de Berizzo agarra una crisis seria ya en octubre, cuando su recorrido pone en duda si es capaz de ser lo que debe ser. Una primera situación delicada que pone a prueba también los liderazgos en el vestuario y en el propio club ahora sin Monchi.

22 oct 2017 / 00:15 h - Actualizado: 22 oct 2017 / 23:29 h.
"Fútbol","Primera División"
  • Muriel y Kondogbia. / Efe
    Muriel y Kondogbia. / Efe

Primera crisis seria del Sevilla de Berizzo. Crisis porque va más allá de tres derrotas en una semana, dos de ellas con un trazo muy feo, con el equipo bajando los brazos. No se recuerda en estos tiempos algo así en un club que ha inoculado en su ADN precisamente lo contrario, y que ha hecho de su carácter irreductible una forma de vida. Por tanto, estamos ante una crisis de identidad. El Sevilla de Berizzo no sabe quién es, o peor aún, ha demostrado que se puede dudar de su capacidad para ser quien debe ser.

En el fútbol todo sucede muy rápido pero casi nada ocurre por casualidad. Berizzo ha ido dejando mensajes que llevan a la conclusión de que su proceso de adaptación a las exigencias de un equipo de Champions es más complicado de lo que podía esperarse. Al fin y al cabo, para el argentino también es su primera experiencia en la gran élite y en el mes de octubre ya tiene una primera prueba. En las próximas semanas se le va a mirar con lupa, más allá de la crítica para él lo más determinante será su gestión del vestuario. En el club estarán a la expectativa. De salida, existen algunas contradicciones entre lo que pretendía para el Sevilla y lo que puede llevar a cabo. En Nervión se fijaron en el escaparate del Celta de Berizzo por el diseño vertiginoso de un equipo tan bonito como eficaz. Se ha encontrado un plantel de alto nivel pero con unas características diferentes, construido en torno al toque y la elaboración.

Pero a partir de esa constatación no ha sabido establecer un plan, o al menos no se vislumbra con claridad, y lo que es peor, ha restado intensidad y contundencia al equipo. Al Sevilla se le tiene que medir por su forma de desenvolverse en partidos como los de Valencia o el Wanda Metropolitano. Un duelo de iguales que le ha puesto en el lugar en el que está ahora y que le obliga a reconocer que el nivel que ofrece le sitúa uno o dos pasos por detrás de sus rivales directos, ante los que no ha tenido opciones. Pero es que además, con lo que da, sufre en San Mamés o se salva in extremis en Getafe, o es goleado en Moscú ante un segunda línea del fútbol europeo.

José Castro salió ayer para defender a su entrenador. Es lo que toca pero también va a defender, junto a Óscar Arias, la planificación deportiva, que es lo mismo que defender su gestión, la inversión y la propia elección del director deportivo. El presidente ha vivido con el viento a favor desde que se puso al frente de la entidad. Heredó un modelo y ha sabido, más que mantenerlo, mejorarlo, con resultados extraordinarios. Pero en ese periplo tenía a su vera a Monchi, mucho más que un director deportivo, capaz de manejar situaciones comprometidas como la actual, de aconsejar a técnicos y a jugadores, de poner puntos sobre las íes si hacía falta. Nadie dudaba ante Monchi porque se lo ganó. Ahora es una situación nueva para Castro, para Arias y para el Sevilla, y el momento de ver los roles y los nuevos liderazgos. Es verdad, es una situación coyuntural, con tiempo para buscar soluciones, que también deben aportar los futbolistas. Cartagena y Leganés, sobre todo, deben servir de bálsamos a la espera de rivales de enjundia que vienen detrás para alentar de nuevo el juicio.