Abengoa pide un margen de siete meses a bonistas con 4.500 millones

La agencia de calificación Moody’s, por su parte, considera que la clave para la compañía es saber cuánta liquidez tiene disponible para su uso inmediato

17 mar 2016 / 23:32 h - Actualizado: 17 mar 2016 / 23:42 h.
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  • Sede de Abengoa en Sevilla. / Manuel Gómez
    Sede de Abengoa en Sevilla. / Manuel Gómez

Abengoa ha solicitado a sus acreedores financieros que se adhieran a un contrato de espera o standstill para que retrasen en un periodo de siete meses la posible activación de cláusulas de impago que conduzcan a la resolución o vencimiento de sus financiaciones. En concreto, la multinacional sevillana dirige esta solicitud a los tenedores de once emisiones de bonos en dólares y en euros por un importe total cercano a los 4.500 millones de euros. El plazo límite para el envío de instrucciones por los bonistas para adherirse a ese contrato es el próximo 23 de marzo a las 12 horas.

Para el resto de acreedores financieros, la compañía ha habilitado un procedimiento de firma del contrato ante notario que se abre hoy y se cierra el domingo 27 de marzo. No obstante, también podrán prestar su consentimiento presentando la accession letter que se adjunta al contrato ante cualquier fedatario público de su lugar de residencia que se encargará de enviarlo a la Notaría habilitada al efecto en Madrid.

Por otra parte, la agencia de calificación Moody’s consideró ayer que una quita del 70 por ciento de la deuda como la incluida en el acuerdo entre los principales bancos y fondos acreedores de Abengoa supone un caso de default conforme a los parámetros financieros utilizados por la agencia. En una nota, advierte de que Abengoa puede protagonizar uno de los mayores concursos de acreedores hasta la fecha en España «si los esfuerzos para reestructurar su deuda y evitar la bancarrota antes del 28 de marzo no tienen éxito».

Por lo pronto, indica la agencia, el plan financiero para reestructurar 9.300 millones de euros de deuda presentado el pasado miércoles «incluye un canje para convertir en acciones el 70 por ciento de la deuda, lo que es un caso de default bajo las definiciones de Moody’s».

Tras realizar estas consideraciones, Moody’s asegura que se pueden extraer varias «lecciones» tras lo ocurrido con la compañía española. «Una de las principales conclusiones del default de Abengoa es que un gran balance de liquidez no implica necesariamente que la compañía disponga de la suficiente», señala.

«La clave incide es en realidad cuánta liquidez se encuentra libre de restricciones e inmediatamente disponible», indicó en la nota el vicepresidente de Moody’s y analista senior de la firma, Matthias Heck, autor de un informe dedicado a la compañía española.

A pesar del flujo de caja y de las inversiones financieras a corto plazo de las que ha informado Abengoa, con un valor conjunto de 2.500 millones de euros, Moody’s califica de «débil» la situación de liquidez de la empresa, ya que solo 346 millones, o el 14 por ciento de la misma, se encuentran disponibles para su uso inmediato.

Una parte considerable de la caja está vinculada a pagos a proveedores y, por este motivo, ha quedado fuera del análisis de la agencia de calificación, que insiste en que la falta de liquidez es el motivo por el que la empresa se ha visto obligada a solicitar el preconcurso de acreedores.

«Otra lección es que la caja se puede evaporar muy rápidamente, sobre todo cuando los proveedores y los clientes pierden su confianza en la compañía», señala la agencia en su análisis.

Junto a esto, la «muy compleja estructura financiera de Abengoa» ha emergido como otro de los «elementos significativos en su default», ya que hace que el análisis de la empresa se convierta en un ejercicio «muy difícil» y quede, por ello, restringido para los inversores, que prefieren «una estructura sencilla de capital».