«Desarrollar nuevos productos está en nuestro ADN»

Son los últimos fabricantes de motores reductores del país. Después de 70 años y tres generaciones, la I+D+I es su pan de cada día. Tienen una filial en Chile y trabajan en más de una decena de países de África, Europa y Latinoamérica

07 nov 2016 / 19:44 h - Actualizado: 08 nov 2016 / 07:28 h.
"Empresa familiar","Industria"
  • Adolfo Cid, responsable de Desarrollo de Cidepa Sincron, en su planta de Alcalá de Guadaíra. / Manuel Gómez
    Adolfo Cid, responsable de Desarrollo de Cidepa Sincron, en su planta de Alcalá de Guadaíra. / Manuel Gómez

¿Cuáles son los orígenes de Cidepa Sincron?

—Mi abuelo empezó con este negocio a principios de los años 40. En la actualidad, mis cinco hermanos y yo estamos al frente de la empresa. Mi último hermano se incorporó hace tres años; aquí hay sangre para rato, aunque esperamos que haya una cuarta generación. Hemos crecido gracias a la adquisición de otras compañías del sector y hoy somos el único fabricante con capital 100 por cien español. Siempre hemos hecho lo mismo: productos relacionados con el engranaje y hemos evolucionado según el mercado.

¿Para qué sirve un motor reductor?

—Hay dos ideas que lo explican a la perfección. Cuando recoges el ticket del parking de El Corte Inglés y se levanta la valla es posible gracias a un motor reductor. La puerta automática de la cochera de tu casa posiblemente también la mueva uno de nuestros motores. Cualquier máquina que tenga movimiento tiene un motor reductor de velocidad.

¿Cuántos motores salen de sus instalaciones al año?

—Fabricamos en torno a los 30.000 motores reductores al año. Su precio oscila entre los 50 y los 50.000 euros. Por eso, no hace falta que vendamos grandes cantidades, de hecho, somos los más pequeños en Europa con gama completa.

¿Cómo es la competencia?

—No hay color. Los grandes jugadores del sector están en Alemania e Italia. Nosotros somos como el 15 por ciento de una empresa italiana mediana. Con los alemanes no hay comparación, el mayor fabricante factura 3.000 millones de euros.

¿Cómo han conseguido sobrevivir tras 70 años?

—No es que seamos los más listos del colegio, pero teníamos claro que en este negocio todo aquel que no se integraba verticalmente, se moría. Si tu al final no eres capaz de hacer desde el diseño hasta la posventa del producto, en alguna de las fases intermedias siempre se perdía mucha competitividad. Después hemos apostado por la digitalización desde el principio. Cuando todo el mundo seguía haciendo un catálogo en papel, nosotros hacía años que lo no hacíamos. Todo lo hacemos a través del portal de internet, incluso los pedidos a proveedores. Eso nos ha posibilitado que nuestros costos sean muy competitivos.

¿Quién reza entre sus clientes?

—Manejamos clientes enormes, pero en ninguno recae más del 3 por ciento de nuestra facturación. A nivel de mantenimiento trabajamos con Migasa, Oleoestepa, Persán, Acerinox, Siderúrgica Sevillana... En el ámbito de fabricantes de maquinaria le suministramos a Tamesur, Puertas Ángel Mir, FCC o Emasesa, entre otras. También trabajamos con todos los grandes de la gran distribución.

Si resumimos la empresa en números...

—Ahora mismo somos unos 35 trabajadores. Llevamos dos años facturando en torno a los 5 millones de euros.

¿Podemos hablar de recuperación?

—Nuestra facturación ya está en torno a los niveles que manejábamos en 2007. Digamos que la curva del año 2009 para nosotros fue malísimo porque nuestro producto es meramente industrial y el sector se paró de lleno. Pero ya estamos por encima de los datos de la crisis en facturación y volumen de negocio.

¿Va a ser un buen año para la empresa?

—Pensamos que va a ser un año bueno, y la cifra de ventas va a ser algo superior a la 2015. Estimamos que vamos a cerrar en torno a los 5,5 millones de euros. Además estamos ampliando nuestra gama de producto y nuevos mercados. Nuestro plan para los próximos tres años es conservador aunque no deja de ser ambicioso en una pyme de este perfil. Hemos incorporado ocho productos a nuestro catálogo y tenemos cerca de 80 referencias y nuestro objetivo es sumar otras cinco el año que viene. De aquí a 2018 queremos llegar a una gama con 100 productos. Además, queremos consolidarnos como operador más global de soluciones, porque es lo que está demandando el mercado.

¿Qué significa para usted la innovación?

—Para nosotros es fundamental desarrollar nuevos productos; es el pan nuestro de cada día, si no lo haces te sacan automáticamente del mercado. Para nosotros sacar nuevos productos no es una solución friki, está en nuestro ADN. Nuestro volumen de inversión tanto en I+D y maquinaria es en torno al 10 por ciento.

Están presentes en más de una decena de países, ¿cómo surgió la idea de cruzar las fronteras?

—Dimos el paso un poco forzados porque teníamos que acompañar a nuestros fabricantes para seguir ofreciéndoles el servicio posventa. Si no salíamos con ellos no le podíamos vender las piezas. Después vimos que fuera había negocio y que nuestro producto era apreciado por fabricantes extranjeros. Aunque ya hacíamos ventas, nos establecimos con fuerza en el extranjero a partir del 2013. De hecho, hoy tenemos una filial en Chile, donde ya hacemos ensamblajes. También trabajamos en Argelia, Marruecos, Egipto, Perú, Colombia, Honduras y en Europa como vendedor local.

¿Qué porcentaje de esa facturación es internacional?

—Nosotros los dividimos en dos segmentos: lo que facturamos por exportación directa, que representa en torno a un 12-15 por ciento, y aquello que nosotros vendemos a fabricantes españoles pero que está fuera, y que corresponde al 60 por ciento de nuestra facturación.