Fusionar fundaciones...

24 may 2015 / 00:33 h - Actualizado: 24 may 2015 / 00:33 h.

La dependencia excesiva que las fundaciones tienen de los dividendos emanados de los bancos en los que participan como accionistas resulta «preocupante» para su financiación futura y, por tanto, para la Obra Social y Cultural. «Esta situación podría verse agravada para las fundaciones ordinarias que se han quedado sin participación en la entidad bancaria, o en caso de tenerla es poco relevante».

Al menos así lo entienden los autores del reciente informe de la CECA sobre el mapa de las fundaciones surgido tras la reestructuración financiera en España, expertos que lanzan una serie de recomendaciones al respecto. «De la misma manera que ha ocurrido dentro del sistema financiero, cabría esperar una tendencia orientada hacia la fusión con fundaciones de mayor dimensión por parte de aquellas fundaciones más pequeñas que se han quedado sin vías visibles de ingresos, con la finalidad de aumentar el impacto que puedan generar con su Obra Social sobre el territorio en el que operan», reseñan.

Es más, consideran «fundamental» la búsqueda de alianzas dentro y fuera del ámbito financiero. «La construcción de un mapa colaborativo podría ser una herramienta sumamente útil que plasme objetivos comunes, recursos disponibles y conocimiento del territorio donde actúen. Y para ello, haría falta pasar de un modelo tradicional competitivo a otro basado en relaciones cooperativas y de colaboración».

Pero los peligros, advierten, incluso podrían llegar para las fundaciones bancarias, puesto que, «a tenor literal de la exposición de motivos de la ley (de diciembre de 2013)», la intención del legislador es persistir en la reestructuración financiera reduciendo la participación de aquéllas en la banca.

Ese halo de desconfianza que despertaron las cajas de ahorros por su politización y presencia de gestores no profesionales rezuma aún para sus fundaciones bancarias herederas, y el informe de la CECA es contundente al respecto. Severas palabras.

«Una de las lecciones aprendidas de la crisis financiera internacional es que los vicios y debilidades que han mostrado tener las cajas de ahorros no han sido exclusivos de estas entidades, sino que han concurrido en casi todo el sistema bancario en general (...). Se recomienda no continuar con el antiguo modelo de incentivos y retribuciones de los gestores, que contribuyó a la toma excesiva de riesgos y el endeudamiento (...)».

Los autores del estudio, además de recordar que no debe haber conflicto de intereses entre gestores de las fundaciones y las actividades privadas de los mismos, aconsejan «hacer públicas las políticas retributivas y resultados individualizados de los órganos directivos y de gestión, lo que contribuiría a mejorar sus índices de transparencia, así como la imagen seriamente debilitada en los últimos años de lo que fueron las cajas de ahorros». La claridad es clave, máxime cuando, al menos en teoría, buena parte de los miembros de los órganos de gobierno no están retribuidos ni tampoco pueden estarlo. Los expertos, por último, animan a las fundaciones bancarias a «esforzarse por incluir en la política crediticia de los bancos filiales lo que fue el espíritu de las cajas, que resultó ser un buen negocio en un periodo dilatado de tiempo». Lógicamente, cuando el espíritu fue el bueno...