«El discurso de Antonio Hernando ha sido de una grave contradicción»

Fue inhabilitado por usar una grabación que destapó «la gravedad» de la Gürtel, pero su voz sigue sentando cátedra judicial y política. Está «desilusionado» con el PSOE por dar el poder al «corrupto» PP. Y avisa: volverá a ser juez cuando cumpla condena

Iñaki Alonso @alonsopons /
31 oct 2016 / 16:51 h - Actualizado: 02 nov 2016 / 08:00 h.
"Política"
  • El abogado Baltasar Garzón, durante su estancia en Sevilla en unas jornadas celebradas en la Fundación Cajasol. / Manuel Gómez
    El abogado Baltasar Garzón, durante su estancia en Sevilla en unas jornadas celebradas en la Fundación Cajasol. / Manuel Gómez

{Aguarda su vuelta a la judicatura tras usar las escuchas que destaparon «la gravedad» del caso Gürtel, ahora en los tribunales. Eso le inhabilitó «de forma injusta» como juez, pero no se queda de brazos cruzados. Mientras espera «volver» –le quedan siete años de inhabilitación– visitó Sevilla, la tierra donde cursó Derecho, justo el día en el que, en el Congreso, se allanaba el camino para la reelección, más de 300 días después, de Mariano Rajoy como presidente gracias a «la decisión errónea» de abstenerse del PSOE. Tan claro está que en la entrevista, hecha el jueves, Baltasar Garzón ya hablaba como si el Gobierno hubiera borrado su coletilla de en funciones.

Se acabó la interinidad...

—Estaba claro desde que el PSOE pasó del no a la abstención. Es una gran desilusión, porque permite que siga un gobierno ausente, donde ni el presidente ni nadie del PP ha asumido una pizca de responsabilidad de esa corrupción que afecta a sus estructuras. Sólo se justifica en que ya no son del PP y eso no es un acto de contrición. Es un fracaso que gobiernen cuatro años.

—Habla de corrupción, pero eso no se notó en las urnas.

—Eso es lo grave. Estamos viviendo un momento judicial importante desde 2009, con la Gürtel y otros, que fortalecen al poder judicial y el Estado de Derecho. Sin embargo, quienes están vinculados obtienen más votos. Es una decisión del pueblo, que no la comprendo pero la tengo que aceptar, aunque no creo que sea lo correcto. Hay un peligro de banalización de la corrupción, sobre todo si persiste esa dicotomía, herencia de la dictadura, que cuando la corrupción es de uno es excusable y si es de otro es condenable.

—Llegó a estar en las listas del PSOE en 1993 y, por tanto, es voz autorizada, ¿cómo definiría el papel del PSOE?

—Es un momento muy difícil porque por primera vez en la historia el PP, con el lastre de la corrupción, va a obtener un gobierno con apoyo del PSOE. Todos saben que me posicione en un acuerdo de progreso con Podemos y C’s, pero no pudo ser. Hubiese sido mejor esa postura que aceptar una situación que no se sabe adonde llevará. Con el discurso de Antonio Hernando parece que se permite designar al presidente del gobierno para, al día siguiente, hacer lo posible para acabar con el. Es una contradicción grave, hay temas importantes que el gobierno afrontará como recortes de 5.500 millones de dólares que impone la UE y otros ajustes que generarán movilizaciones sociales. El PSOE va a quedar en entredicho.

Esa encrucijada, ¿no llevaría a las terceras elecciones?

—Tal vez se dilate un poco pero ahora la pregunta es otra. ¿Por qué si no se da la gobernabilidad? Quizás habría sido mejor consultar a las bases. El beneficiado es quien, como Don Tancredo, no se movió hasta lograr lo que quería.

—Cambio de tercio, ¿qué le motivó a escribir En el punto de mira, donde habla de todo: los GAL, el caso Gürtel,...

—La idea se remonta a 2011. Soy coleccionista de viñetas de periódicos, tanto en los procesos en los que era parte como otros acontecimientos de la vida política. Revisando la colección decidí escribir sobre mi trayectoria en la Audiencia Nacional ahora que estoy fuera provisionalmente. Una revisión de mis hitos desde 1988 con el GAL, el narcotráfico, el terrorismo, la jurisdicción universal, los juicios contra mí,... todo con humor.

Pese a su inhabilitación, ¿ha dejado alguna vez de sentirse y pensar como juez?

—Es difícil porque ha sido mi profesión toda la vida. Estudié derecho para ser juez. Ahora no puedo ejercerlo durante el tiempo de condena, y ejerzo de abogado, presido una fundación de derechos humanos y jurisdicción universal y cuando concluya mi sanción volveré a ser juez. Eso es lo que espero.

¿Hay novedades sobre la querella argentina?

—La querella argentina tiene el valor de ser la última posibilidad de Justicia para estas víctimas del franquismo. Al amparo de la jurisdicción universal, se ha abierto un proceso al que quiera declarar. Es una torpeza que la fiscal del Estado no quiera colaborar.

—¿Cómo se ha sentido en su enésima vuelta a Sevilla?

—Siempre busco escaparme para ver a mi madre y mis hermanas. Pero esta vez la razón ha sido por unas jornadas de Comunicación y Justicia de la Unión de Juristas Independientes de Andalucía, de la que soy presidente de honor.

¿Cómo lidia la Justicia ante los procesos más mediáticos?

—Lo judicial siempre es noticia. Lidiar, si estas fuera, es como espectador. Si estas dentro, como abogado, que es mi condición, o como juez o fiscal, hay que centrarse en las obligaciones del cargo, al servicio de tu cliente, hacerlo con imparcialidad en el caso del tribunal y conforme a la legalidad en el caso del fiscal. ¿Qué ocurre? Que no es fácil, porque esa presión mediática no siempre se acompasa con lo que está ocurriendo.

—¿Los periodistas se portan bien en los juicios paralelos?

—El juicio paralelo no es de ahora. Una asepsia sin interferencias tendría que producirse en el máximo secreto y, por tanto, sin transparencia. Y ni siquiera eso garantiza una correcta justicia. Que haya información obliga a cumplir las normas. Otra cosa es el juicio paralelo en el que se establecen condenas sin que haya enjuiciamiento. Ahí entra en juego el uso del lenguaje, que a veces ni es casual ni aleatorio, sino muy intencionado.