Mamá, papá... «Quiero un móvil»

El uso de smartphone por parte de menores aumenta en España desde los 10 años. Los padres aún no tienen un consenso sobre qué edad sería la más adecuada

28 oct 2017 / 13:15 h - Actualizado: 28 oct 2017 / 13:22 h.
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Mientras el debate sigue abierto el uso de dispositivos móviles por parte de menores continúa creciendo en nuestro país. La disposición de teléfono móvil entre los ‘peques’ españoles se incrementa significativamente a partir de los 10 años, hasta alcanzar el 94% en la población de 15 años. El 70% de las chicas disponen de móvil, frente al 68,2% de los chicos, según la Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de Información y Comunicación en los Hogares, TIC-H 2017, realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en colaboración con el Instituto de Estadística de Cataluña (IDESCAT). Atrás quedaron los sms, Mario Bross, Messenger o fotolog, ahora la moda son las redes sociales. Pero no creamos que solo utilizan aquellas ‘ciertamente’ más dirigidas a menores como Snapchat, cada vez más –sintiendo ese deseo que todos hemos tenido de ser mayor- acampan en plataformas como Instagram. «Snapchat es para críos, yo uso Instagram», argumentan muchos. Los hijos de hoy en día incluso esquivan a padres frecuentando rincones en la red menos usuales para chatear más libremente, como Hangouts de Google. Toda esta ‘moda’ para algunos y ‘estilo de vida’ para otros estimula a que cada vez más temprano escuchemos esa frase de: «Mamá, papá... yo quiero un móvil». O bien: «Si mi amigo Carlos tiene uno, ¿por qué yo no puedo?». Antes estas cuestiones los padres aún no tienen un consenso sobre qué edad sería la más adecuada para entregar a un menor un terminal móvil. Quizás también por carecer de mayor información al respecto por parte de profesionales en la materia. Los colegios en esto tienen gran responsabilidad.

Para Cristina Muñoz, CEO de Positivate y psicóloga profesional, el problema, a día de hoy, es cada vez mayor: «No sólo por lo que, a datos, comunicación, y redes sociales se refiere; también por el propio formato del terminal». Para explicar el ‘por qué’ de estas escandalosas cifras, imaginemos cuántas cosas caben en unas 5´ y unos 100g, prácticamente una tableta de chocolate. Si colocamos un álbum de fotos, una calculadora, un libro, la pantalla de la tele, una antigua videoconsola, una carta, bolígrafo, colores e incluso un cuaderno y una cámara de fotos, estoy segura de que todo ocuparía como mínimo una mesa entera de cosas amontonadas. Bien, el terminal móvil permite que todo esto quepa en un bolsillo. Y si ya mencionamos cuántos «amigos» están a nuestro alcance, con una sola habitación no bastaría”. ¿Somos realmente conscientes del impacto que esto está generando en nuestra sociedad? «El adolescente encuentra una inagotable fuente de estímulos en su bolsillo con solo un ‘click’, lo que hace que cualquier elemento externo pueda ser no sólo una actividad sin aliciente, sino, además, un problema para poder seguir obteniendo adrenalina sólo con la palma de su mano». Además de la «alienación» y «aislamiento social» que produce el consumo excesivo de terminales a estas edades, nos encontramos con varios y relevantes problemas añadidos: «Desmotivación, falta de concentración, dificultades con los estudios y, por supuesto, los peligros que se suman con la conexión ‘sin control’ a Internet. No sabemos quién está al otro lado de nuestra pantalla, lo que hace que los menores corran peligro al estar expuestos». Bien, pero ¿y la solución? «Obviamente no podemos olvidar la gran cantidad de ventajas que aportan las NNTT en nuestras vidas, y los beneficios de una ventana abierta al mundo en nuestras manos, pero, se hace inevitable que apostemos por la educación consciente de nuestros menores en lo que respecta al uso de smartphones». Ahí radica la clave. Para ello, apunta Cristina Muñoz, «la implicación parental es más que necesaria, escrupulosa. Está claro que, si toda ‘la tribu’ tiene terminales, no podemos dejar a nuestros hijos fuera de su nicho sociocultural, pero sí podemos establecer claves básicas para el uso de los mismos, comenzando por: horarios de utilización; limitaciones en las conexiones por wifi, así como en los datos; acceso vigilado a redes como Facebook, Instagram... etc». Y subraya: «Hemos de ‘estar pendientes’ no sólo de lo que cuelgan o comparten sino de la bandeja de mensajes privados que reciben. No es una novedad encontrarnos con asuntos delicados cuando nos asomamos a estos ‘buzones’. Por último, la comunicación en familia, actividades de ocio, conexión con la naturaleza, deportes de equipo se hacen fundamentales para ‘normalizar’ el consumo de teléfonos móviles. Esto, requiere tiempo e implicación, pero si queremos una sociedad sana hemos de trabajar por construirla», concluye Muñoz.

Fuente: www.twitterosdesevilla.com