Bodas de platino de una parroquia de «pueblo»

Se cumple 75 años de la fundación de la parroquia de los Dolores del Cerro, cuya vida gira a diario en torno a la Virgen

17 ene 2018 / 18:02 h - Actualizado: 18 ene 2018 / 20:26 h.
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  • Comienzo de la demolición del viejo templo diseñado por Aurelio Gómez Millán. / Fotos: Manuel Gómez y Archivo de Luis Montoto
    Comienzo de la demolición del viejo templo diseñado por Aurelio Gómez Millán. / Fotos: Manuel Gómez y Archivo de Luis Montoto
  • La antigua capilla de Hytasa.
    La antigua capilla de Hytasa.
  •  Albero Tena, párroco del Cerro desde 1979. / Manuel Gómez
    Albero Tena, párroco del Cerro desde 1979. / Manuel Gómez
  •  Albero Tena, párroco del Cerro desde 1979. / Manuel Gómez
    Albero Tena, párroco del Cerro desde 1979. / Manuel Gómez
  • Un Martes Santo en el Cerro del Águila. / Manuel Gómez
    Un Martes Santo en el Cerro del Águila. / Manuel Gómez

Manuel García García, hijo de Manuel García Benítez y Dolores García Cruz. Es el primer registro, asentado el 9 de mayo de 1943, que aparece en el viejo y voluminoso legajo correspondiente al libro uno de bautismos de la parroquia del Cerro. Desde entonces –y ya han pasado 75 años– la relación de bautizos celebrados en esta parroquia, intitulada desde sus comienzos como de Nuestra Señora de los Dolores, ha sido de 21.179. Añádanle, con fecha de hasta el pasado 21 de diciembre, una relación de 6.459 bodas, 6.551 confirmaciones y 2.663 defunciones.

Son los datos del número de sacramentos que resumen fríamente la asistencia pastoral que a lo largo de su historia ha prestado a los vecinos del Cerro del Águila esta parroquia, segregada de la de San Bernardo, y que fue erigida el 2 de febrero de 1943 por decreto del cardenal Segura y Sáenz. La primera sede parroquial, asistida en sus orígenes por los «cardiomarianos» del Inmaculado Corazón de María, se estableció en una antigua capilla levantada en la avenida de Hytasa y bendecida el 6 de junio de 1926.

No sería hasta el año 1953 cuando, tras diez años de funcionamiento, la parroquia traslada su sede al templo construido ya en el interior del barrio, en la calle Afán de Ribera, un bello edificio diseñado por Aurelio Gómez Millán y que desgraciadamente hubo que derribar en 1996 debido a los graves problemas arquitectónicos que padecía. «Era una preciosidad de templo, una construcción de planta griega y muy atrevida para el tipo de cimentación que había», evoca Alberto Tena, párroco del Cerro desde 1979 y toda una institución en el barrio. A sus 74 años, don Alberto recuerda aquel derribo como uno de los mayores contratiempos a los que se ha enfrentado en sus casi cuatro décadas como párroco de los Dolores. «Fue un momento muy angustioso, porque hubo que tomar la determinación de derribar la iglesia ante el hundimiento de la techumbre». La parroquia se estableció entonces de manera provisional en las dependencias de la casa de hermandad del Cerro hasta que el 15 de septiembre de 2002 se bendijo el templo actual, coincidiendo con la ceremonia de coronación canónica de la Virgen de los Dolores, «pilar fundamental del barrio y su principal seña de identidad», refiere el párroco de más dilatada trayectoria de los siete sacerdotes que han estado al frente de esta parroquia en sus 75 años de historia.

El primero fue el claretiano Estanislao Sanmartín (1943-1944), al que sucedió Álvaro Santiago (1944-1948), poniendo fin a la presencia de la congregación cardiomariana en este barrio. Elías Rodríguez (1948-1949) se convirtió en el primer párroco diocesano en dirigir a la feligresía del Cerro, sucediéndole el recordado Antonio Gómez Villalobos (1949-1962), sacerdote que realizó una fecunda labor en el barrio, donde hoy cuenta con una calle. Su relevo lo tomó Francisco Barragán (1963-1977), al que sustituyó Antonio Gálvez, hasta que en febrero de 1979, después de casi ocho años como coadjutor, es nombrado párroco Alberto Tena. «Me destinaron aquí en el 71 siendo diácono de cursos de pastoral y aquí me ordenó sacerdote el cardenal Bueno Monreal». Testigo de los momentos más importantes de la vida de la gran mayoría de sus vecinos, a don Alberto no le mueve otro interés que el de «estar con el pueblo, ser un cerreño más». Por eso, cuando se le pregunta por el momento más bonito que ha vivido como párroco, no duda en acordarse del servicio pastoral que presta a sus vecinos cuando bendice un nuevo matrimonio, despide a un difunto o bautiza «a un nuevo hijo de la Iglesia de Dios». Si hay algo que diferencie a la feligresía del Cerro, dice, es su identidad como «pueblo», un rasgo heredado de aquellos primeros pobladores que, provenientes de la Sierra Norte de Sevilla y del sur de Badajoz, llegaron a principios de los años veinte del pasado siglo a esta zona extramuros de la capital al calor de las oportunidades laborales que brindó la Exposición de 1929.

La conmemoración del 75 aniversario de la parroquia no pasará inadvertida para sus vecinos. El pintor Adrián Riquelme prepara ya el cartel anunciador de una celebración que se abrirá el próximo 2 de febrero –coincidiendo con el día del decreto de erección de la parroquia– con una misa de acción de gracias presidida por el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, a los pies de la que es Madre de todos los cerreños y titular del templo, la Virgen de los Dolores. «Quien quiera saber el relieve que tiene la devoción a Nuestra Señora de los Dolores aquí, que venga un Martes Santo al barrio», concluye Tena. ~