Devociones de extrarradio: las cofradías de barrio

Identidad. El Cerro del Águila, Santa Genoveva y más recientemente Torreblanca, el Dulce Nombre de Bellavista o Pino Montano constituyen el mejor ejemplo de la identificación entre el barrio y la hermandad

12 oct 2016 / 07:00 h - Actualizado: 11 oct 2016 / 09:26 h.
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  • El Cautivo de Santa Genoveva en su última salida procesional del pasado Lunes Santo, malograda a causa de la lluvia. / Pepo Herrera
    El Cautivo de Santa Genoveva en su última salida procesional del pasado Lunes Santo, malograda a causa de la lluvia. / Pepo Herrera José Gómez Palas
  • El hermano mayor del Cerro, José de Anca, en un besamanos de la Virgen de los Dolores.
    El hermano mayor del Cerro, José de Anca, en un besamanos de la Virgen de los Dolores.
  • ces, en la Plaza del Pan. / El Correo
    ces, en la Plaza del Pan. / El Correo

{«(...) Por eso, quien dude todavía de la vigencia hoy de nuestras cofradías, que venga a Torreblanca y entre por sus calles, las de todos los días, los conflictos y los olvidos. Quien dude del testimonio de fe que supone una cofradía en la calle, que pise ese suelo que sólo conoce su cera y vea ese nutrido cuerpo de nazarenos; al Señor Cautivo sobre un canasto de carpintero; a la Virgen de los Dolores, en su modesto y tan digno palio, como la propia casa de María. Y que mire el rostro de sus vecinos, sevillanos de la Giralda invisible. Y luego, cuando vuelva dentro de la muralla, que responda si acaso aquello no es verdadero «vástago del tronco de Jesé», y savia cierta de las cofradías de Sevilla (...)».

El Cautivo de Torreblanca ya navega cada Sábado de Pasión sobre un lustroso paso de misterio y el modesto palio de la Virgen de los Dolores está hoy en día en plena fase de renovación y enriquecimiento. Pero las palabras pronunciadas en el Teatro de la Maestranza por el pregonero de la Semana Santa de 1999, Ignacio del Rey Tirado, ilustran a la perfección la misión eminentemente evangelizadora y el papel vertebrador que cumplen en sus barrios las hermandades que nacieron más allá de las murallas.

Corporaciones como Santa Genoveva, el Cerro del Águila, y más recientemente Torreblanca, el Dulce Nombre de Bellavista o Pino Montano constituyen el mejor ejemplo de que la Semana Santa de Sevilla, lejos de anquilosarse en su viejo perfil urbano ha ido creciendo y renovándose con la savia nueva y purificadora de sus barrios más modernos, sin olvidar el papel crucial que juegan estas hermandades como despensa y desahogo de muchas familias en tiempos de crisis.

La hermandad que cada Lunes Santo llega a la Catedral desde el Tiro de Línea –así todos los años desde 1958– es una de esas cofradías de barrio en estado puro. «Nuestras imágenes, el Señor Cautivo y la Virgen de las Mercedes, son vínculos de unión entre barrio y hermandad. Entre un 75 y un 80% de los 3.972 hermanos inscritos en la nómina son vecinos del barrio y del Distrito Sur », refiere su hermano mayor, Francisco Javier Bonilla, quien destaca que «a pesar de los muchos cambios urbanísticos producidos en los últimos años, la identificación entre el barrio del Tiro de Línea y la hermandad de Santa Genoveva sigue siendo plena desde la fundación de nuestra cofradía». Una identificación que rebosa cada Lunes Santo, «día festivo, de profundas vivencias espirituales y personales», pero que se cultiva los restantes días del año con acciones como la que lleva a cabo la Acción Social de la hermandad. «Por desgracia, nuestra hermandad colabora estrechamente con muchas personas de nuestro barrio. En temas de compras de material escolar, pagos de recibos de luz, agua, productos farmacéuticos y en cubrir las muchas necesidades básicas de alimentación, con la puesta en marcha desde hace unos años del Economato Social, en colaboración con la Cáritas Parroquial y la Hermandad del Rocío de Sevilla-Sur. No sólo atendemos a casi 80 familias del Tiro de Línea, sino de barrios aledaños al mismo». «El espíritu de Antonio González Abato, el párroco que sembró esa comunión entre parroquia, barrio y hermandad, sigue muy vivo en el Tiro de Línea», concluye Bonilla.

Otro de esos barrios cuyo nombre se asocia indisolublemente al de su cofradía es el del Cerro del Águila. Sus nazarenos fueron recibidos con todos los parabienes por la oficialidad cofradiera un ya lejano Martes Santo de 1989. Su hermano mayor, José de Anca, subraya la importancia de este gesto. «La incorporación a la nómina de cofradías de penitencia, y sobre todo las formas de hacerlo –en el mundo de las cofradías y de la Iglesia sevillana, muchas veces las formas son el fondo– confirman rotundamente el sentir y sentido de un barrio cristiano y católico como El Cerro del Águila, situando al mismo tiempo a una barriada en la planimetría de Sevilla. De pronto, todo el mundo sabía dónde estaba El Cerro del Águila, puesto que desde allí salía una cofradía de penitencia».

Una escapada al Cerro en la mañana del Martes Santo permite saborear instantes de una Semana Santa pura y limpia, donde se respira mucha verdad. «Es fiesta, alegría, el día más grande del año. Los vecinos engalanan los balcones, se visten con sus mejores galas, ponen sus vidas al servicio de la hermandad y de sus hermanos... Por eso no es casual cuando se señala que todo el barrio acompaña a la hermandad. Considero que no es del todo correcto ese comentario: no es que acompañen, es que son la hermandad misma también».

El del Cerro del Águila se ha caracterizado históricamente por ser un barrio de fuerte arraigo asociacionista. «Llegó a tener en torno a seis o siete peñas culturales, deportivas y recreativas que aglutinaban a casi todos los vecinos», comenta De Anca. Pero por encima de todas ellas, «la hermandad y el influjo de la Virgen de los Dolores han actuado siempre como ente aglutinador del barrio. La hermandad fue la creadora y fundadora de la Velá –este año hemos celebrado el 75 aniversario de su creación–, la cual se celebra en honor de la Santísima Virgen de los Dolores, dedicando todo el mes septiembre a la Madre de todos los vecinos del Cerro. A día de hoy, nuestra hermandad participa de cualquier iniciativa vecinal que se encamine a la mejora del entorno social y religioso de los habitantes de El Cerro. Pertenece a la coordinadora de entidades, la cual se encarga en la actualidad de la organización de la Velá y cabalgata de Reyes magos, y por su puesto está muy atenta a cualquier movimiento, iniciativa o proyecto que signifique la dignificación de sus vecinos y barriada».

Hoy día, la nómina del Cerro ronda los 5.000 hermanos, de los que más del 80% son habitantes habituales de esta barriada y de «barrios limítrofes donde sus parroquias fueron segregadas de la nuestra» y de alguna zonas de nueva expansión demográfica como Montequinto y Sevilla Este.

Sin el bronce de la Giralda

Hay hermandades que germinaron en sus barrios a sabiendas de que, por su distancia geográfica del centro, jamás escucharían el bronce de la Giralda. Los primeros nazarenos sin Catedral se vieron por Torreblanca en 1995, un año después de que la autoridad eclesiástica aprobase en la historia de las cofradías de Sevilla la primera hermandad que no realizaría su estación de penitencia al primer templo metropolitano. Su hermano mayor, José Manuel Romana, subraya la «mutua solidaridad» que caracteriza la relación de la hermandad con el barrio y de éste con la cofradía.

Otra hermandad cuyos nazarenos son conscientes de que jamás pisarán el pavimento ajedrezado de la Catedral es la del Dulce Nombre de Bellavista, que cada Viernes de Dolores pasea por los rincones del barrio a un Cautivo de Castillo Lastrucci y a una dolorosa de Álvarez Duarte. «La hermandad de Bellavista es hoy día la asociación más grande que hay en el barrio por número de asociados. Rondamos los mil hermanos», apunta su hermano mayor, Diego Centella. «Hemos logrado vertebrar a un gran número de vecinos que se han vinculado de una u otra forma a diversos colectivos de la hermandad. El grupo joven cada día es más numeroso. La gente confía en que su hijo esté con nosotros en un ambiente sano, bueno. Ellos no son sólo el futuro, sino el presente de la hermandad».

Para muchos vecinos de Bellavista, la hermandad llega adonde no alcanzan los servicios sociales del barrio. Prueba de la absoluta implicación e identificación de la hermandad en su barrio es la ambiciosa apuesta de su una obra social. La de Bellavista es la única hermandad sevillana que mantiene en solitario un comedor social que a diario ofrece un plato de comida caliente a 200 personas.

En Pino Montano, uno de los barrios de mayor crecimiento demográfico en los últimos años, sí que sueñan algún día con que su cofradía procesione a la Catedral, aunque de momento se contentan con salir el Viernes de Dolores por las calles de la barriada. «El Viernes de Dolores en Pino Montano es el día más importante del año. Un día de alegría y esperanza para un barrio que se engalana para ver a Nuestro Padre Jesús de Nazaret y a María Santísima del Amor, y también un gran día para los comercios, ya que por unas horas se triplican los habitantes», señala el hermano mayor, José Ordoño. «Desde nuestra constitución como hermandad de Penitencia hemos llevado por bandera un lema: Barrio, Parroquia, Hermandad. Este lema nos lleva a mantener una colaboración estrecha con Caritas Parroquial, donde volcamos nuestros mayores esfuerzos y recursos. Todo por el bien de un barrio que lleva años sufriendo la cruda realidad de la crisis».

Como sostiene el hermano mayor del Cerro, José de Anca, «algún día, alguien más docto tendrá que analizar la importancia que significa para la ciudad de Sevilla que los barrios tengan su parroquia y su hermandad...». ~