El Arte en la Voz: el saetero Ángel Díaz

Este artista sevillano borda en hilo de plata la argéntea etapa de este palo flamenco, siendo su temperamental voz uno de los grandes patrimonios inmateriales de la actual Semana Santa

26 mar 2017 / 20:04 h - Actualizado: 27 mar 2017 / 09:25 h.
"Cofradías","Cuaresma"
  • Ángel Díaz interpretando una magistral saeta en la sede del Círculo Mercantil de Sevilla, en la calle Sierpes. / Juan Alberto García Acevedo
    Ángel Díaz interpretando una magistral saeta en la sede del Círculo Mercantil de Sevilla, en la calle Sierpes. / Juan Alberto García Acevedo
  • El joven saetero –a la derecha– cantando ante la Centuria. / Fernando Salazar
    El joven saetero –a la derecha– cantando ante la Centuria. / Fernando Salazar

Al igual que en las alturas, toda una cohorte celestial de ángeles custodian la gloria divina, en Sevilla al llegar la Semana Santa hay una serie de ángeles que, como mensajeros del Evangelio, van predicando la Buena Noticia de la Salvación. Ángeles de carne y hueso que, a pie de calle o desde los balcones, anuncian con su presencia la inminente llegada de esos altares itinerantes sobre los que la ciudad pasea los misterios de la Pasión. Mensajes que nos llegan a través de los gestos, pero también a través de los sonidos. Y cuando hablamos de sonidos en la Semana Santa de Sevilla, debemos hablar de saetas y de saeteros.

Así, en el histórico y patrimonial barrio de Santa Catalina fue fundada por el conocido saetero Pepe Medina, allá por los años noventa del pasado siglo XX, una Escuela de Saetas en el seno de la hermandad de la Sagrada Cena, escuela que sería pionera en dicha modalidad y de la que saldrían reconocidas voces. Entre ellas, la de un Ángel con voz de ángel, que recoge en su arte la herencia de una cuidada formación, el saetero Ángel Díaz (Sevilla, 1978). Los comienzos de su precoz vocación se sitúan el viernes Santo del año 1986, cuando un niño de tan solo 9 años, subido en una silla de la Carrera Oficial a la altura de la Avenida de la Constitución, asaeteaba con su voz el drama tardobarroco del Gitano de la Cava ante la admiración de todos. Eran los inicios artísticos del cante hecho oración en las cuerdas vocales de Angelito, el niño prodigio de la saeta de fines del siglo XX, el niño que de la mano de su madre María Carmen Díaz Jurado, anhelaba ser como Pepe Peregil, El Sacri, Paquita Gómez o Pili del Castillo, con la que a la postre entablaría una enorme amistad.

Habitual en pregones, exaltaciones y salidas o entradas de cofradías, Ángel Díaz es persona de voz inmensa y dotes innatas para la actuación, llevando su talento, a lo largo de su trayectoria artística, por toda la geografía española. Distinguido con decenas de galardones, sobresaliendo el de Saetero de Oro (1998) y el Primer Premio Internacional de Saeta (1998), muestra un carisma envidiable entonando los cinco versos octosílabos que conforman las saetas, lo que le ha llevado a participar en la grabación de cuatro discos comunes de ese palo flamenco. La vinculación a la música de este ferviente devoto de la Macarena, le llevó a iniciarse como solista en la Coral de la Exaltación, corporación penitencial de la que es hermano desde pequeño, pasando, después, a formar parte de la Coral de Nuestra Señora de la Hiniesta, para presidir, hoy día, la Asociación Pro Defensa de la Copla Andaluza, con la que organiza cada año el Espectáculo Cofrade del Círculo Mercantil e Industrial.

Las saetas de Ángel Díaz, interpretadas sin acompañamiento, con paliqueo o tambor, son verdaderos pregones comprometidos que van quebrando al viento auténticos caminos de fe. Incontestables senderos de luz que brotan de una garganta virtuosa y que penetran el oído con tal pasión, que llegan hasta lo más hondo del corazón del que escucha, dejando tras de sí, una estela de intimismo, que esta ciudad sabe reconocer desde el recogimiento y la admiración.

Cada año, saetas por martinetes, seguiriyas y carceleras elevan a Sevilla en la privilegiada voz de Ángel Díaz, la más hermosa oración, firmando en sus giros aflamencados, verdaderos piropos al Rey de los Reyes y a su bendita Madre. Y es que Ángel, como buen sevillano, siempre reza cantando con el glorioso repique de campanas de su garganta. Sentimientos que se desbordan, especialmente, con las hermandades de la Amargura, el Museo, San Benito y los Negritos, con quienes mantiene lazos de gran afinidad. Este año La Milagrosa, Vera-Cruz, el Museo, San Benito, San Bernardo, la Exaltación, la Macarena y el Cachorro, disfrutarán de nuevo del genio de su arte, ese arte que escribe cada día su propia historia en la historia del canto más popular de la Semana Santa hispalense, el más difícil y emocional de todos.

Si durante el siglo XX, Manolo Caracol, Antonio Mairena, Manuel Centeno, la Niña de los Peines, la Niña de la Alfalfa, Manuel Torres, Manuel Vallejo, Juanita Reina, Pili del Castillo, Angelita Yruela, El Sacri y Pepe Peregil entre otros, conformaron la edad de oro de la saeta, hoy día, Ángel borda en hilo de plata la argéntea etapa de este palo del flamenco, siendo su temperamental voz, uno de los grandes patrimonios inmateriales de la Semana Santa contemporánea. Y es que las saetas de Ángel Díaz pueden considerarse una ofrenda a Dios en nombre de Sevilla.