Guía cofrade: Altar (286)

Prosigue la Guía Cofrade de El Correo para saber de la Semana Santa sevillana tanto como los especialistas de El Correo de Andalucía

26 nov 2017 / 22:09 h - Actualizado: 27 nov 2017 / 09:18 h.
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  • La Macarena, en el altar de plata de la Catedral por el 50 aniversario de su coronación. / Álvaro Heras (Hdad. Macarena)
    La Macarena, en el altar de plata de la Catedral por el 50 aniversario de su coronación. / Álvaro Heras (Hdad. Macarena)

El altar, o mesa de la matanza, si se traduce literamente del hebreo, o del sacrificio, si se traduce del griego, es la mesa en la que se celebra la Eucarística. Aunque tiene más acepciones y se aplica esta palabra al conjunto formado por la mesa, la base, las gradas, el retablo, el sagrario o algunas imágenes en una iglesia. El altar era un lugar elevado en el que se ofrecía un sacrificio a Dios ya en los primeros textos bíblicos, de hecho, la primera referencia en la Biblia aparece en el Génesis: tras el dilivio universal, Noé hace el primer altar donde ofrece sacrificios de animales y frutos al Creador. Solía ser de piedra, aunque en nuestros templos también los hay de madera y, en general, se podría utilizar cualquier material. En cualquier caso, el altar evoca la mesa sobre la cual Jesús anticipó su sacrificio, en el cenáculo, la tarde del primer Jueves Santo, que realizaría ofreciéndose en el altar de la cruz aquella misma noche.

Los cofrades hablamos, además, de altar de cultos y altar de insignias. Ambas acepciones, aunque generalizadas, son, en su sentido estricto, incorrectas. Con altar de cultos nos referimos al impresionante retablo que los priostes montan en el altar mayor del templo con el titular o los titulares en el centro con ocasión de sus cultos –quinarios, triduos, novenas... y funciones–. Sin embargo, incluso en esos casos, el altar sigue siendo la mesa que está delante en la que el sacerdote oficia la misa.

Más inadecuado aún es la segunda referencia, puesto que en el altar de insignias ni siquiera suele estar la preceptiva mesa. Sería más adecuado hablar de retablo de insignias o exposición de insignias y enseres.

El altar, o mesa de la matanza, si se traduce literamente del hebreo, o del sacrificio, si se traduce del griego, es la mesa en la que se celebra la Eucarística. Aunque tiene más acepciones y se aplica esta palabra al conjunto formado por la mesa, la base, las gradas, el retablo, el sagrario o algunas imágenes en una iglesia. El altar era un lugar elevado en el que se ofrecía un sacrificio a Dios ya en los primeros textos bíblicos, de hecho, la primera referencia en la Biblia aparece en el Génesis: tras el dilivio universal, Noé hace el primer altar donde ofrece sacrificios de animales y frutos al Creador. Solía ser de piedra, aunque en nuestros templos también los hay de madera y, en general, se podría utilizar cualquier material. En cualquier caso, el altar evoca la mesa sobre la cual Jesús anticipó su sacrificio, en el cenáculo, la tarde del primer Jueves Santo, que realizaría ofreciéndose en el altar de la cruz aquella misma noche.

Los cofrades hablamos, además, de altar de cultos y altar de insignias. Ambas acepciones, aunque generalizadas, son, en su sentido estricto, incorrectas. Con altar de cultos nos referimos al impresionante retablo que los priostes montan en el altar mayor del templo con el titular o los titulares en el centro con ocasión de sus cultos –quinarios, triduos, novenas... y funciones–. Sin embargo, incluso en esos casos, el altar sigue siendo la mesa que está delante en la que el sacerdote oficia la misa.

Más inadecuado aún es la segunda referencia, puesto que en el altar de insignias ni siquiera suele estar la preceptiva mesa. Sería más adecuado hablar de retablo de insignias o exposición de insignias y enseres.