Guía cofrade: Mariana (186)

La hermandad de San Bernardo encabezó la propuesta para incluir en el título de la ciudad el de Mariana. En 1973, incluyó un banderín entre sus insignias para recordarlo

14 jun 2017 / 19:22 h - Actualizado: 15 jun 2017 / 15:13 h.
"Cofradías","San Bernardo","Guía cofrade"
  • Bandera de Sevilla Mariana de San Bernardo. / El Correo
    Bandera de Sevilla Mariana de San Bernardo. / El Correo

El diccionario de la Real Academia Española define esa acepción como aquello que es perteneciente o relativo a la Virgen María. Ese título aparece en el escudo de la ciudad de Sevilla –junto a los de Muy Noble, Muy Leal, Muy Heroica e Invicta– y tiene su origen en el mundo de las hermandades y, en concreto, en la corporación del Santísimo Cristo de la Salud y la Virgen del Refugio.

En 1946, la hermandad de San Bernardo, que encabezaba Antonio Filpo, impulsó esa iniciativa para refrendar el patronazgo de Nuestra Señora de los Reyes dentro de la Archidiócesis de Sevilla y teniendo en cuenta la inminente declaración del dogma asuncionista; una propuesta que el Ayuntamiento aceptó de forma unánime. Para conmemorar ese hecho, en 1973, la cofradía de los toreros decidió incluir en el conjunto de sus insignias un banderín con el lema Sevilla Mariana y el escudo de la ciudad. Enriqueta Martín lo confeccionó con bordados de oro y seda sobre raso celeste mientras que el taller de Villarreal ejecutó el remate de orfebrería, que representa el anagrama de María –término abordado hace tan solo unos días en esta guía– rematado por una corona real. Si hay una insignia por la que se conoce a la hermandad de San Bernardo en el orbe cofrade es precisamente este banderín mariano.

La devoción de Sevilla hacia la imagen de la Virgen ha sido y es un hecho digno de mención. Esas muestras de fe, cariño, respeto y tradición se manifiestan en el elevado número de advocaciones de dolorosas y en su amplia iconografía cristiana presentes en hermandades y parroquias de la capital y de la provincia, así como en las innumerables procesiones penitenciales o letíficas que tienen lugar durante todo el año –especialmente en mayo, mes que la Iglesia dedica a María; en julio con la festividad de la Virgen del Carmen y en octubre con las diversas procesiones del Rosario–. Un calendario de gloria que tiene en el 22 de diciembre su punto y final con la salida en andas de la Virgen del Rocío de la hermandad del Salvador. Precisamente, esta corporación es de las pocas que tiene la expresión Mariana recogida en su título, que como ha destacado en alguna ocasión el delegado diocesano de Hermandades, Marcelino Manzano, «hay que seguir ganándoselo».