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Guía cofrade: Ofrenda (285)

Prosigue la Guía Cofrade de El Correo para saber de la Semana Santa sevillana tanto como los especialistas de El Correo de Andalucía

26 nov 2017 / 07:00 h - Actualizado: 26 nov 2017 / 07:00 h.
"Cofradías","Guía cofrade"
  • Ofrenda a una imagen de San José Obrero. / El Correo
    Ofrenda a una imagen de San José Obrero. / El Correo

Martina solo tiene ocho meses. Su padre le ha comprado una rosa blanca, se la ha envuelto en papel de fieltro y, como ha podido, se la ha puesto en su mano. Su abuelo materno ha cogido a la pequeña Martina en sus brazos y ha recorrido –con las piernas temblorosas– el pasillo central de la Iglesia de San Juan de la Palma. Al fondo los esperaba la Virgen de la Amargura. Se celebra su ofrenda de flores. Con solo ocho meses, Martina le ha llevado su primera flor a la Virgen. Le ha hecho su primera ofrenda.

Este año han llevado a Martina. Toda su familia espera que después sea ella la que pida ir y que, el día de mañana, cumpla con la tradición y lleve a sus pequeños. Y así, generación tras generación.

Dicen que el mejor regalo que se le puede hacer a una madre es una flor. Por eso, la ofrenda floral es un culto muy frecuente en hermandades de toda la provincia y también –aunque menos– de la capital. En algunas corporaciones es uno de los cultos más importantes. La Virgen de la Amargura o la del Dulce Nombre, entre otras, reciben todos los años las ofrendas de sus fieles, en forma de flor. Aunque no solo una flor se le puede ofrendar.

Fundamentalmente en los pueblos, hay imágenes a la que sus devotos acostumbran a ofrendarle todo tipo de objetos. En la localidad sevillana de Castilblanco, en la Ermita de San Benito, hay una sala en la que los fieles van dejando todos aquellos objetos que para ellos son importantes y que tienen que ver con alguna promesa realizada anteriormente. Hay quien también acostumbra a ofrendar alguna joya solo para que la Virgen la lleve en su salida procesional. Al fin y al cabo, una ofrenda no deja de ser una muestra más del amor que los creyentes le tenemos a las imágenes de nuestra devoción. Una vez más, cuestión de corazón.